Heinz Dieterich
1. Caimanes del mismo pozo: Biden y Trump
Joseph Robinette Biden y la manada democrática andan en pánico. Temen perder los midterm elections de noviembre 2022. No es para menos. 435 escaños de la Cámara de Representantes, 34 de los 100 escaños del Senado, treinta y nueve puestos de gobernadores y múltiples cargos estatales y locales están en juego.
Ante la incertidumbre electoral, el nuevo inquilino temporal de la Casa Blanca ha decidido reactivar el Manual de Guerra Sucia de Donald Trump contra China. Dado, que la única razón de ser de un partido en la democracia burguesa consiste en ganar «elecciones» –porque son el acceso directo al Estado, que permite el robo legal del plusproducto social (excedente)– la Angst (angustia) existencial de los demócratas por no tirar el pesebre es más que comprensible. Usar el guión propagandístico de Trump también tiene lógica, porque la misión política de Biden es la misma que la del Orange man: desmembrar a China.
2. Destruir al Partido Comunista de China
Detrás de la recurrente activación de las patrañas propagandísticas de Trump por el monopolio político bicéfalo, que administra al imperialismo estadunidense –Republicanos y Demócratas– hay, sin embargo, una segunda razón más estratégica, más siniestra y más peligrosa para la humanidad: la ansiada destrucción del Partido Comunista de China (PCC).
Desde el triunfo del PCC en 1949, Washington ha lanzado seis grandes ofensivas para acabar con la Revolución. La última por los torpes neofascistas Trump y Stephen Bannon. Joseph Robinette Biden Jr., el abuelo bonachón en la Casa Blanca, opera ahora la séptima intentona de destruir al rival euroasiático. Las narrativas tóxicas originales de la propaganda trumpista sobre el origen del Covid-19, the Wuhan lab-leak conspiracy theory, y las supuestas violaciones de los derechos humanos en Xinjiang, Tibet y Hong Kong, son las armas goebbelianas principales de Biden en su agresiva operación mundial de perception management contra China.
3. El Diario de Wall Street y el Burócrata arrepentido
El conducto mediático seleccionado por Washington en esta ocasión fue un artículo de fuentes anónimas «de inteligencia» gringa en el pasquín del Capital Financiero mundial, el Wall Street Journal (23.5.). El viernes pasado se reforzó el impacto mediático de la mentira mediante el uso del Burócrata en Jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom. Tedros demandó una segunda investigación internacional sobre el origen del virus con una auditoria de laboratorios en China y pidió a Beijing ser «más cooperativo» en la investigación.
Obviamente, la presión de Biden había logrado generar un cambio de opinión de 180 grados en el jefe del elefante blanco OMS, ubicado en el exquisito paraíso primermundista de Ginebra, donde disfruta de un salario anual de 240,000 dólares, porque antes sostenía que la Wuhan lab-leak conspiracy de la CIA carecía de méritos científicos.
4. China dice No al Abuso
El viceministro de salud chino, Zeng Yixin rechazó la propuesta de Tedros, describiéndola como «contraria al sentido común y arrogante ante la ciencia —disrespect for common sense and arrogance toward science.» Tiene razón, porque los hechos del caso son absolutamente contrarios a las mentiras de Washington.
1. La primera investigación sobre la cábala conspirativa de Washington estuvo a cargo de un equipo internacional de científicos coordinados por la misma OMS, que fueron a Wuhan a trabajar con sus colegas chinos. Su conclusión fue que la hipótesis de la filtración de laboratorio era «altamente improbable».
2. El virus fue detectado clínicamente en varios países europeos y Estados Unidos antes o paralelo al momento en que emergió en China.
3. Es consenso científico internacional que la mayoría de las epidemias del tipo Covid-19 son de origen zoonótico, no de laboratorio. La creciente destrucción ecológica capitalista es parte fundamental de las cadenas zoonóticas.
4. Hay evidencia forense verificada de experimentos de guerra biológica, química y nuclear de Washington con sus propios ciudadanos. Por ejemplo, un reporte de 71 páginas de la U.S. Army’s Special Operations Division at Fort Detrick, Md., reveló que especialistas del ejército realizaron un «ataque simulado de guerra biológica» con bacterias en el metro de Nueva York en junio de 1966. En cambio, no hay ninguna evidencia forense para demostrar que el gobierno chino haya incurrido en semejantes crímenes de lesa humanidad.
5. El historial criminal nuclear de Washington no tiene paralelo. Estados Unidos es el único país en el mundo que ha cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad nuclear al atacar la indefensa población civil de Hiroshima y Nagasaki en 1945. Y, en cuanto al status moral de su clase política recordamos la destrucción de Irak vía la mentira de las Armas de Destrucción Masivas (WMD), la destrucción de Siria mediante el terrorismo islámico patrocinado por Occidente y el apartheid impuesto con Israel al pueblo de Palestina.
6. El daño económico global causado por la pandemia se calcula en 15 billones de dólares (trillions en inglés). La responsabilidad principal de esta pérdida la tienen el gobierno de Trump y la irresponsable población estadunidense. Con negligencia criminal dejaron avanzar al virus, emulados por los idiotas gobiernos burgueses de Europa y América Latina.
7. Cuando emergió el Covid-19 en diciembre del 2019, ni gobiernos ni científicos tenían conocimientos suficientes sobre su etiopatogénesis para bloquear su propagación. Pero, apenas seis semanas después, la ciencia y política china habían desarrollado un exitoso protocolo de control del patógeno que se conoce como el Algoritmo chino de las Siete Sapiencias — 中国抗疫七大智慧的算法 (Zhōngguó káng yí qī dá zhíhuí de suánfǎ). ¡Hasta el día de hoy, el imperialismo occidental no lo aplica por razones políticas y corporativas!
5. TheDiversionary Theory of War
Siendo irrefutablemente clara la verdad del Covid-19, la pregunta obvia es: ¿Por qué Washington y sus sátrapas globales no la reconocen, sino que insisten en sus mentiras propagandisticas contra China? Las respuestas inmediatas son las elecciones midterm de noviembre 2022 y el intento de distraer de su obvia incompetencia catastrófica para gobernar. La respuesta profunda, estratégica y apocalíptica –en el sentido original de la palabra (revelación de la última verdad)– es la siguiente. Las incesantes campañas de propaganda negra y guerra sicológica contra China son la cortina de humo, detrás de la cual Washington trata de ocultar su preparación para una guerra nuclear contra China. La explicación científica de la política de Biden se encuentra en «La Teoría de la Guerra de Distracción» — TheDiversionary Theory of War.
6. La misión histórica de Biden
La misión histórica de Biden, después del rotundo fracaso de la campaña imperialista-sinofóbica de Trump, consiste en ganarle tiempo al Imperio. Washington está atrasado en el desarrollo del hardware bélico y las alianzas estratégicas necesarias para poder romper la relación estratégica entre Rusia y China y desmembrar a ambas superpotencias globales.
El mandato de la power elite para Biden consiste, en otras palabras, el imperativo de ganar un lustro a una década para desarrollar los misíles hipersónicos que decidirán la próxima guerra y donde Rusia domina. Y, al mismo tiempo, rearmar una alianza ofensiva con Japón, Gran Bretaña, Israel, Taiwán, Australia, la OTAN y, si posible, India, para acabar con el proyecto histórico de China: la única alternativa mundial socialista viable ante el catatónico estado del capitalismo global.
7. Biden y Trump: Quijotes globales
La teoría de la guerra de distracción resume la experiencia mundial, de que, cuando líderes políticos se enfrentan a desafíos o fracasos internos tienden a iniciar conflictos internacionales, creando y demonizando «enemigos externos» para desviar la atención interna y mantenerse en el poder.
Ante el fracaso del modelo de gobernanza estadunidense, que está estructuralmente agotado, incapaz de reformarse y disfuncionalmente suicida para el naciente mundo multipolar, tanto el imperialista caótico Trump como el imperialista clásico Biden se obstinan –verdaderos Don Quijotes globales– en lograr el rally-round-the-flag-effect y la demostración de fuerza y competencia del salvador nacional ante los demonios externos, que son los dos efectos principales buscados con esta política social-imperialista.
Este es el perpetuum mobile de Washington para invadir periódicamente la opinión pública mundial con su trillada guerra sicológica del «Virus-Xinjiang-Tibet-Hong Kong-Taiwan», que ejecuta el patrón tradicional de las desestabilizaciones de la CIA, del Partido neofascista Trumpublicano y de las contrarrevoluciones de color contemporáneas.
8. ¿Cómo derrotar a la pandemia propagandística?
La política mediática china ante esta propaganda negra consiste en insistir en dar a conocer los hechos de esos problemas, su verdad objetiva. Tal estrategia, obviamente, no tiene impacto en la post-truth era, en el mundo post-verdad de los fake news, cuyos ciudadanos tienen cero anticuerpos contra los patógenos del perception management occidental.
En lugar de perder su tiempo en desmentir las mentiras, Beijing debería simplemente aclarar, que Biden hace lo que todos los presidentes estadunidenses han hecho durante los últimos setenta años: tratar de destruir el Partido Comunista de China con todos los medios a su alcance. Y que es una pérdida de tiempo discutir con los payasos cínicos que están detrás de la guerra sucia, sus interminables mentiras.
China puede aleccionarse en esta batalla por el software global con una sabía cita del poeta iraquí Al-Mutanabbi, del siglo X: «When the lion bares his teeth do not fancy that the lion shows to you a SMILE» – Cuando ves los dientes del león, no pienses que te sonríe».
9. Xi Jinping
El plan imperial de liquidación del CPC y del socialismo chino vía la corrosión ideológica de la economía de mercado y los cantos de sirena de la superestructura burguesa parlamentaria, colapsó estrepitosamente, cuando el presidente Xi Jinping reafirmó la hegemonía del Marxismo como guía de praxis del CPC y de la evolución nacional. Y el reciente control político del magnate Jack Ma, al igual que la superación de la pobreza y la liquidación del lucrativo negocio de la educación privada superior para los ricos, demuestran, que el reforzamiento del carácter socialista del proyecto chino será imparable.
¡Sólo los Quijotes nucleares de la sociedad global parecen no entender que su nueva Guerra fría está condenada al fracaso!