Por Cristian Carrillo

A 14 años del estallido de la crisis de las hipotecas basura y cuando todavía el mundo no se recupera de la pandemia, las políticas monetarias de los países centrales para combatir sus respectivas inflaciones amenaza con revivir otro crack financiero con especial eco en economías en desarrollo. En medio de una inflación global que no se registraba en muchos países hace casi medio siglo, los principales bancos centrales del planeta aplicaron fuertes políticas de contracción monetaria, lo que se traduce en constantes ajustes en la tasa de interés para “enfriar” la economía.

El efecto inmediato será una transferencia de los flujos de capitales hacia las economías desarrolladas, principalmente Estados Unidos y algunas naciones europeas, lo que perjudicaría el financiamiento del resto del globo; a la vez que, vía reducción de los precios de las materias primas medidos en dicha moneda, empeorará los términos de intercambio de países en desarrollo como la Argentina.

En el largo plazo, la disminución del valor de las monedas de la mayoría de las economías en desarrollo incrementará todavía más los precios de los alimentos y de los combustibles en términos domésticos, lo que podría profundizar las crisis alimentaria y energética en esos mercados. Es decir, se lograría bajar las cotizaciones en moneda dura pero las devaluaciones harían más costosos esos bienes hacía el interior de los países periféricos que vean sus monedas devaluadas.

Pensar más allá de la aldea

Esta semana la Reserva Federal de Estados Unidos elevó en 75 puntos básicos la tasa de interés que regula el costo del dinero para llevarla a un rango de entre 3,75 y 4 por ciento, un nivel más alto desde enero de 2008, momento previo a que se oficializaran las quiebras de los gigantes financieros Bear Sterns y Lehman Brothers. Desde marzo pasado hasta la fecha el incremento total es de 375 puntos, una velocidad de suba inusitada para el país del norte. La Fed consideró además «apropiado» realizar nuevas subas de las tasas de interés en próximas reuniones del comité. El objetivo es llevar la inflación en ese país desde el actual 8 por ciento anual a un 2 por ciento.

El Banco de Inglaterra elevó este jueves la tasa de interés del 2,25 al 3 por ciento, el mayor aumento en 33 años, en un intento por controlar la inflación, en un contexto de recesión que podría prolongarse hasta 2024, según advirtió la propia entidad. Si se cumplen las predicciones de la autoridad monetaria, el Reino Unido podría estar enfrentando el período de recesión más largo desde que comenzaron los registros confiables. El Banco estimó que el Reino Unido entró en recesión en el tercer trimestre de este año, ya que los ingresos de los hogares se vieron reducidos por el aumento de los precios mundiales de la energía y los bienes y predijo que durará hasta mediados de 2024.

En 2007, cuando se inició una escalada de tasas de interés similar frente a una economía estadounidense que comenzaba a mostrar una alta inflación producto de un «sobrecalentamiento» de la economìa, estalló la mayor crisis desde el crac del 1930, lo que obligó a la Reserva Federal y al Banco Central Europeo a inyectar cientos de miles de millones y a dar marcha atrás con el endurecimiento de su política monetaria.

Las condiciones no son las mismas, ya que el principal contagio provino de activos derivados de alto riesgo y escasa solvencia. Sin embargo, el efecto global podría replicarse ante lo que se denomina “fly to quality” (vuelo a la calidad), convirtiendo a los países desarrollados en verdaderas aspiradoras de capitales. El resultado es que el resto de las economías se ven forzadas a subir aún más las tasas para no perder atractivo y devaluar sus monedas para evitar ceder competitividad, profundizando el efecto recesivo e inflacionario.

Según el informe Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) del Banco Mundial, los precios en dólares estadounidenses de la mayoría de los productos básicos disminuyeron. “Sin embargo, debido a la depreciación monetaria, en casi el 60 por ciento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo que importan petróleo aumentaron los precios del petróleo en moneda nacional durante ese período. Por su parte, en casi el 90 por ciento de esas economías, el aumento de los precios del trigo en moneda local fue mayor que el registrado por el dólar estadounidense”, detalla el informe del Banco Mundial.