Vicenç Navarro
Sistema Digital / Rebelión

Para entender la crisis financiera y económica de la Unión Europea, tenemos que entender tal crisis no sólo como un fenómeno económico y financiero, sino también como un fenómeno político. En realidad, esto último determina lo primero. Veamos por ejemplo la situación de Portugal, Irlanda, Grecia y España, referidos en un tono insultante en la literatura económica anglosajona como los PIGS, que quiere decir, en inglés, los “cerdos”. Tales países, Portugal, Irlanda, Grecia y España (Spain en inglés) han estado gobernados, durante la mayoría del periodo desde el final de la II Guerra Mundial hasta finales de los años setenta por dictaduras fascistas o fascistoides (España y Portugal) y por regimenes autoritarios profundamente conservadores (Grecia e Irlanda). Las dictaduras españolas y portuguesas terminaron en 1978 y 1974 respectivamente. La griega terminó en 1974. En Irlanda fue en los años setenta cuando comenzó a abrirse un sistema profundamente conservador de ideología católica extrema, que en cierta manera perdura todavía hoy.

Este contexto político explica que el Estado heredado por las democracias (que se inicia en estos países a partir de los años setenta y ochenta), fuese un Estado represivo, poco redistributivo y escasamente social. Todos estos países tenían en los años setenta, por ejemplo, el número de policías por diez mil habitantes más elevado del grupo de países que pasarían a ser más tarde la Unión Europea, mientras que el porcentaje de la población adulta trabajando en su Estado del bienestar era y continúa siendo el más bajo de aquella comunidad. Estos países eran y siguen siendo también los países con mayores desigualdades en la Unión Europea de los Quince.

Esta es la herencia de aquellos países que más tarde pasaron a ser conocidos como los PIGS. Ni que decir tiene que mucho ha cambiado en ellos desde entonces, y muy en particular en los periodos de gobiernos socialdemócratas. Pero el hecho es que hoy continúan compartiendo varias características, resultado de su pasado común, que les han marcado definitivamente. Todos ellos tienen, por ejemplo, la carga fiscal más baja de la UE-15, y ello como consecuencia del enorme poder que todavía tienen en estos países sus clases dominantes (esa categoría que incluye la banca, la gran patronal y las rentas superiores). Mientras que el promedio del porcentaje de impuestos sobre el PIB en la UE-15 era al principio de la crisis (2007) 41,1%, en Irlanda era un 31,1%, Grecia era un 34,2%, España era un 34,0% y Portugal un 36,5%, todos ellos, pues, con una carga fiscal menor que el promedio de la UE-15. En realidad, tenían la carga fiscal más baja de esta comunidad. Esta baja carga fiscal se aplicaba tanto a impuestos directos como a impuestos indirectos. Tanto unos como otros eran los más bajos de la UE-15. Además de los más bajos eran también los más regresivos. Es decir, dependían, y continúan dependiendo, excesivamente de impuestos sobre las rentas del trabajo.

Estos bajos ingresos del Estado significan unos gastos públicos como porcentaje del PIB muy bajos. Mientras que el promedio de la UE-15 el gasto público es del 46% del PIB, Irlanda es 36,8%, España 39,2%, Portugal 43,8% y sólo Grecia está al mismo nivel que la UE-15. El gasto público en protección social es el más bajo de la UE-15 en todos estos países. De nuevo, mientras que el promedio de la UE-15 es 27%, Irlanda es 18,9%, Grecia 24,4%, España 21% y Portugal 24,8%. Un tanto semejante ocurre con el empleo público. Mientras que el porcentaje de la población adulta que trabaja en el sector público es, en el promedio de la UE-15 sólo el 15%, en Irlanda es un 12%, en Grecia un 14%, en España 9% y en Portugal sólo un 7%. El sector público y su Estado del bienestar están poco desarrollados en todos los ámbitos.

Otra característica de tales países (los PIGS) es el escaso efecto redistribuidor del Estado. Todos ellos tienen una elevada pobreza, tanto antes como después de la intervención del Estado del bienestar. Puesto que pobreza se define como el 50% de la mediana, ello quiere decir que el Estado redistribuidor es muy limitado.

En resumen, un análisis de la situación fiscal y social de esos países muestra unos bajos impuestos (resultado sobre todo de la baja aportación de las rentas superiores y rentas de capital que alcanza su extremo en el caso de Irlanda, donde el impuesto sociedades es sólo un 12%); una gran regresividad fiscal; un sector público poco desarrollado; un Estado del bienestar poco desarrollado y un Estado poco redistributivo. Todos estos son síntomas de lo que solía llamarse “poder de clase”, es decir, del enorme poder de las clases dominantes. Una consecuencia de ello es que las desigualdades sociales son mayores que en el promedio de la UE-15. Así, el indicador de desigualdades, el coeficiente de Gini, es mayor en todos estos países que en el promedio de la UE-15 (a mayor número, mayor la desigualdad). Mientras que el promedio de la UE-15 era 0,28 en 2007, en España era 0,31, en Irlanda era 0,31, en Grecia era 0,34 y en Portugal era 0,36.

Las desigualdades sociales y su impacto en la crisis

Las causas mayores de estas enormes desigualdades eran la escasa actividad redistributiva del Estado y la prominencia de las rentas del capital sobre las rentas del trabajo, consecuencia del enorme dominio de las derechas en la vida política d e aquellos países. En todos estos países los sindicatos son débiles y las izquierdas también. Éstas, así como también los sindicatos, están divididas según distintas tradiciones políticas. La unidad de las fuerzas conservadoras y liberales contrasta con la gran diversidad y atomización de las izquierdas, con pluralidad sindical que debilita a las fuerzas progresistas. La situación política en estos países es la opuesta al norte de Europa –los países escandinavos-, donde las izquierdas son fuertes y las derechas, en cambio, están divididas en muchos partidos. Ello determina que los mal llamados PITS, tengan todos ellos Estados poco redistributivos con una gran concentración de las rentas del capital a costa del mundo del trabajo. Por cierto, esto ha ido ocurriendo en toda la UE-15 (ver mi artículo “Cómo está evolucionando la situación social de la Unión Europea” en www.navarro.org), pero muy en especial en estos países (mal llamados PIGS). El promedio de descenso de las rentas del trabajo sobre la renta total ha sido en los PIGS un descenso del 70% en el año 1992, a un 61% en el año 2007. Es más, debido a la concentración de las rentas del trabajo en las rentas superiores (consecuencia de que los sectores superiores ingresan rentas muy superiores a las rentas medias), la reducción de los salarios en los PIGS ha sido incluso más acentuada, siendo los porcentajes en el año 2007 mucho más bajos (52%) que en 1992 (66%). Estas son las causas de la crisis.

¿Cómo aparece la crisis en estos países en el 2007?

Las causas de la crisis fueron acumulándose durante los años anteriores al 2007. La reducción de la masa salarial creó el problema del endeudamiento de las familias, que se había resuelto temporalmente a base de conseguir crédito, el cual fue creciendo, generando una expansión del sector financiero. Este sector financiero conseguía el dinero de las bancas alemanas y francesas, en el caso de Grecia y España, y también de las bancas británicas, en el caso de Irlanda. Esa fue la génesis de la deuda privada. Esta deuda podía sostenerse porque el aval era la vivienda, cuyo precio iba subiendo. Cuando el precio de la vivienda, sin embargo, colapsó debido al colapso de la burbuja inmobiliaria, se creó un problema gravísimo que afectó enormemente a la demanda y al crecimiento económico. Por otra parte, el enorme crecimiento de las rentas del capital y la escasa rentabilidad de la economía productiva condujo a grandes inversiones especulativas en el sector financiero. En Irlanda y en España el maridaje banca-inmobiliaria-industria de la construcción fue el motor del mal llamado “milagro español e irlandés”. Este milagro se iba consiguiendo a base de un enorme endeudamiento.

Además de lo anterior, la baja carga impositiva y escasos ingresos del Estado determinaron que el Estado tuviera que endeudarse para poder financiar el limitado Estado del bienestar. Es más, la sistemática bajada de impuestos, sobre todo de las rentas superiores, también contribuyó a aumentar el déficit estructural del Estado, que se acentuó cuando, con la crisis y la recesión, los ingresos al Estado disminuyeron. Esto llevó a que se dispararan los déficits en aquellos países, de manera que en el año 2009, Irlanda tenía un déficit del 14%, Grecia 15%, España 11% y Portugal 9%.

Estos déficits fueron aumentando la deuda pública que, sumada a la deuda privada, hizo que la deuda total alcanzara unas dimensiones extraordinarias, que alcanzó su máximo exponente en Irlanda (más del 700% del PIB). La mayoría de esta deuda impagable, la tenían los bancos alemanes, británicos y franceses, creando así una crisis bancaria de enormes proporciones, que ha afectado a la disponibilidad del crédito. Este problema de falta de crédito, junto con la escasa demanda, es la causa de la Gran Recesión, que podría convertirse, en caso de que no cambiaran las políticas de tales Estados, en una Gran Depresión, que afectaría también al resto de la Unión Europea, y naturalmente, al euro.

Todos estos datos muestran que el crecimiento económico en aquellos países PIGS tenía pies de barro. El escaso desarrollo del Estado, tanto en su función redistribuidora como social, obstaculizó enormemente el desarrollo económico del país. Y la crisis bancaria muestra que el euro también tiene pies de barro. En estos momentos, la estrategia del establishment europeo (Consejo Europeo, donde gobiernan las derechas, la Comisión Europea, donde también dominan las derechas, y el Banco Central Europeo, el Vaticano de la ortodoxia liberal), es salir de la crisis a base del aumento de la competitividad basada en bajadas de salarios, a fin de aumentar las exportaciones, lo cual es difícil en una situación en que la economía europea está en una profunda recesión. Todas las medidas que se están promoviendo (la reforma laboral, la reducción del gasto público, la reforma de las pensiones y otras), tiene como objetivo debilitar a los sindicatos y al mundo del trabajo para facilitar ese aumento de lo que llaman competitividad.

Salidas a la crisis: la via irlandesa neoliberal

De la misma manera que la causa de la crisis ha sido política, la salida de la crisis también dependerá de factores políticos. No se puede salir de la crisis sin una redefinición de las relaciones de poder entre el capital y el trabajo. En ese aspecto, las medidas que se están tomando son las medidas que el capital (hegemonizado por el capital financiero) está imponiendo para salir de la crisis en sus términos, lo cual será imposible. Estamos viendo en Irlanda, el alumno aventajado de la ortodoxia neoliberal, que durante el periodo 2007-2010 siguió dócilmente las políticas neoliberales promovidas por el Fondo Monetario Internacional y por la Unión Europea (que consistió en reducir durante el periodo 2007-2010 el gasto de las prestaciones sociales un 10%, bajar los sueldos de los empleados públicos un 20%, bajar el salario mínimo y una mayor desregulación del mercado de trabajo. Tales medidas, como era predecible, empeoraron la situación, pues redujeron la demanda de una manera muy significativa. La renta per cápita de Irlanda ha disminuido un 20% durante los tres años de crisis, y el PIB se ha reducido un 11%, la mayor reducción en la UE-15. La acentuación de la crisis ha determinado una presión incluso mayor para que se hagan mayores recortes sociales, que quedan por determinar según el discurso del Primer Ministro del gobierno irlandés.

Otra alternativa es posible

Es obvio que la crisis no se resolverá a no ser que se incremente la demanda y que se facilite el acceso al crédito. El primero no ocurrirá, mientras no existan políticas públicas expansivas de gasto público, orientadas a la creación de empleo. El mayor problema humano, social y económico, no sólo en los PIGS, sino en toda la Unión Europea, es el desempleo. Se necesita cambiar de orientación y en lugar de enfatizar el modelo alemán basado en las exportaciones (Schröder y Merkel) se debería acentuar el modelo de estímulo de la demanda a través del incremento del consumo doméstico, aumentando el gasto publico y los salarios, tanto en Alemania como en el resto de la Eurozona, tal como propuso Oskar Lafontaine en su día.

Por otra parte se necesitan inversiones en nuevas áreas sociales y económicas, entendiendo el Estado del bienestar no como un consumo, sino como una inversión para crear empleo. Estas inversiones facilitarían la entrada de la mujer en el mercado de trabajo. Si el porcentaje de mujeres en el mercado de trabajo en toda la Unión Europea fuera el mismo que el que existe en Suecia, el número de trabajadores nuevos sería mayor que el que resultaría de la integración de Turquía en la Unión Europea.

La otra condición es resolver el problema de crédito, el cual requiere que la banca sea considerada entidad de utilidad pública (como lo fue en muchos países, en que la provisión del crédito fue considerada una función social). Ello implicaría en muchos sectores la reaparición de la banca pública. En España, concretamente, sería necesaria la transformación de las cajas de ahorro en bancas públicas, tal como han propuesto Attac y el Catedrático de Economía Juan Torres.

Y por otra parte, el Banco Central Europeo debería convertirse en un banco central, ya que no lo es ahora, y como tal debería garantizar la provisión de crédito a los Estados, comprando deuda pública y revirtiendo los intereses a los Estados. Ello sería equivalente a proveer liquidez a los Estados. Que no se haga esto se debe a que el mundo del capital (hegemonizado por capital financiero) tiene excesivo poder y el mundo de trabajo tiene muy poco. La única solución es la agitación social, tal como muy bien ha dicho el premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, que animó al mundo sindical europeo a seguir los pasos del sindicalismo francés. Hoy existen a lo largo de todo el territorio europeo protestas del mundo del trabajo rebelándose contra tales políticas neoliberales. Piden, con razón, que se establezcan otras políticas alternativas y casi opuestas, señalando que otra Unión Europea es posible. Y los países PIGS pueden añadir su voz a este proceso para transformar la UE. Para ello es necesario recurrir a una redefinición de las izquierdas, motivo de un artículo próximo.

Fuente: www.vnavarro.org