Rubén Alexis Hernández

Uno de los temas de discusión de moda en estos tiempos de pandemia por coronavirus y consecuente crisis sanitaria mundial, es sin duda alguna el relativo al probable planeamiento, por las élites globales, de la reducción notable de la población mundial. Para muchos esto no pasaría de ser más que una teoría conspirativa o algo por el estilo, pero al caer en cuenta que desde el siglo XX el poder de los grupos dominantes ha sido más grande que nunca, y que para mantener el dominio sobre el resto de la humanidad han llevado a cabo acciones perversas en distintos ámbitos, no sería extraño que efectivamente estuvieran involucrados en proyectos de control demográfico.

Es evidente, por ejemplo, que no hay nada de espontáneo en el origen de la COVID-19 y su propagación en el orbe, como han querido hacer creer a los pueblos la OMS, la élite económica y los Gobiernos nacionales; «casualmente» de los fallecidos por la pandemia muchos han sido individuos mayores de 60 años, con enfermedades de base e inmunosuprimidos, y por tanto personas inútiles para el capitalismo por su improductividad y por representar gastos para los Estados respecto al pago de jubilaciones y otras cuestiones, en una época en que la desinversión social y la privatización de casi todo están a la orden del día. Más aún, cabe preguntarse; ¿es casual que las vacunas anticovid estén dejando secuelas graves en numerosas personas, incluso la muerte de una parte de ellas? A todas luces esto representa un intento de reducción poblacional, si bien en pequeña escala por ahora.

Ciertamente hasta nuestros días el número de habitantes de la Tierra no ha hecho sino crecer y crecer; no obstante si tenemos en cuenta que el futuro próximo no es para nada halagador para gran parte de la humanidad, empezando por la terrible situación socioeconómica y la posible consolidación de la corporocracia neoliberal totalitaria, se entiende que la pobreza, miseria, hambre, desnutrición y mala salud prevalecerán en el escenario orbital, y una de sus consecuencias será obviamente la progresiva supermortandad de adultos, niños y jóvenes, presas fáciles de todo tipo de enfermedades y endemias, epidemias y pandemias, y entonces la población comenzaría a reducirse drásticamente. Y bien sabemos que las élites globales, capitalistas por lógica, están a la cabeza del nuevo orden mundial corporocrático. De manera que estas élites sí tendrán que ver, y mucho, con una posible reducción poblacional en los años por venir.

Por cierto que uno de los sujetos del círculo elitesco mundial al que más se vincula con planes demográfico-reduccionistas, es el milmillonario William (Bill) Gates, creador de una conocida empresa informática. En el informe del 2018 de la fundación «caritativa» que dirige junto a su esposa, Gates no se atreve a hacer referencia directa a la reducción de la población en el mundo, pero admite abiertamente que el acelerado crecimiento poblacional está relacionado con el aumento de la pobreza. Advierte que se trata de un gran problema y hay que resolverlo. Es evidente, por tanto, que Gates es partidario de ejecutar distintos controles demográficos en el planeta:

«Dicho sin rodeos, es posible que decenios de progresos increíbles en la lucha contra la pobreza y la enfermedad estén a punto de estancarse. La razón es que las zonas más pobres del mundo están creciendo más rápidamente que las demás; cada vez nacen más bebés en lugares donde es más difícil llevar una vida saludable y productiva. Si se mantienen las tendencias actuales, el número de pobres en el mundo dejará de disminuir, e incluso podría empezar a aumentar. Sin embargo, hemos creado nuestra fundación con el objetivo de no perpetuar las tendencias actuales».

https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:Rvt0hK0rBOwJ:https://www.gatesfoundation.org/goalkeepers/downloads/2018-report/report_es.pdf+&cd=16&hl=es&ct=clnk&gl=ve

En términos generales la alta prevalencia de la pobreza y la miseria representan excusas perfectas para los partidarios de proyectos demográfico-reduccionistas en el orbe. Para la visión egoísta, errónea y perversa de éstos, la eliminación masiva de pobres y miserables sería altamente beneficiosa, y una cantidad de habitantes en la Tierra muchísimo menor que la actual (2021) permitiría al nuevo orden mundial totalitario:

1.- Llevar a cabo una mejor administración economicista de todo tipo de recursos, entre ellos los alimentos, el agua dulce y los combustibles.

2.- Limitar de forma notable el desembolso de fondos estatales como ayuda a desempleados y para cancelar a empleados públicos activos y jubilados, eliminar subsidios y disminuir progresivamente la inversión social en educación, alimentación, servicios básicos, salud y recreación.

3.- Realizar un mejor control social, y así tener una mayor facilidad para intentar evitar las rebeliones o insurrecciones civiles locales y globales contra el Statu Quo.

4.- Hacer un aparente uso y aprovechamiento más racional de los elementos vegetales, animales, minerales, hídricos y energéticos de los diversos ecosistemas.

5.- Desarrollar otros planes y medidas de diferentes índoles tendientes a beneficiar a la minoría poderosa.