Valentín Katasonov
Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
Strategic Culture Foundation
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La crisis financiera del 2007-2009 canceló efectivamente el proceso de globalización. Durante el año 2015 el comercio mundial cayó repentinamente en más de 10 por ciento por primera vez desde el año 2009. Nada como esto se había visto desde la Gran Depresión de los años 30. Pero algunos políticos, figuras públicas, analistas y periodistas siguen discutiendo acerca de la globalización como un proceso «objetivo y progresistas» a pesar que esta ya finalizó.
El mundo se ha embarcado en una nueva era. Un sello distintivo importante en esta era es el fortalecimiento del proteccionismo en el comercio internacional y en las inversiones, la división y la desintegración del mercado global en zonas económicas y comerciales e incluso el avance hacia la regulación del comercio sobre bases bilaterales.
Según la Organización Mundial de Comercio (WTO sigla en inglés) justamente durante el período entre octubre del 2015 y mayo del 2016 los países del G20 adoptaron 134 leyes que apuntan hacia el fortalecimiento de las barreras comerciales y más de 1500 de tales leyes han sido adoptadas desde el año 2008. En total, de acuerdo con cálculos del renombrado economista británico, Simon Evenett, existen alrededor de cuatro mil leyes proteccionistas y reglamentos en los libros por todo el mundo y los países del G20 –que es donde se origina el 90 por ciento del comercio mundial—son responsables del 80 por ciento de aquellas barreras.
Donald Trump se subió ágilmente al carro con sus consignas de campaña prometiendo revitalizar la debilitada posición de Estados Unidos en el comercio internacional recurriendo a medidas proteccionistas.
Primero, detener las negociaciones para la redacción del Acuerdo para la Asociación Trans-Atlántica entre Estados Unidos y la Unión Europea y negarse a ratificar el ya firmado Acuerdo para la Asociación Trans-Pacífico (TPP sigla en inglés).
Segundo, encontrará la manera de salirse del acuerdo NAFTA (sigla en inglés) o revisar completamente las condiciones de ese tratado con las otras partes, Canadá y específicamente México.
Tercero, empleará acuerdos bilaterales para enmarcar el comercio y las relaciones económicas de Estados Unidos con el resto del mundo, al tiempo que simultáneamente se aleja de la política de regulación multilateral e incluso global del comercio mundial (al punto que Estados Unidos está al borde de negarse a participar en las labores de la Organización Mundial de Comercio).
Cuarto, revisará completamente las condiciones en que Estados Unidos comercia y se relaciona económicamente con China: incrementando el nivel típico de las tasas aduanales sobre productos chinos en un promedio de 45 por ciento y adoptará medidas proteccionistas en relación con lo que se conoce como la guerra de las divisas de Beiyín (el yuan artificialmente débil en relación con el dólar).
Obviamente que la agresiva y frontal prosecución de tal programa proteccionista podría no solo tensar las relaciones con muchos de los socios comerciales de Washington, pudiendo incluso desatar una guerra comercial. En el mes de junio del año pasado, el actual presidente se refirió a las relaciones económicas chino-norteamericanas «nosotros ya estamos en guerra comercial y la estamos perdiendo malamente». Durante la primavera del 2017 es posible que oigamos acerca de las primeras medidas prácticas para restructurar o «ajustar» la política del comercio internacional de Washington.
La prédica proteccionista de Trump ya está teniendo eco alrededor del mundo. Los socios comerciales de Estados Unidos ya están considerando medidas de represalia. Se trata principalmente de países con los que Estados Unidos tiene el más grande desequilibrio comercial. En el año 2015 Estados Unidos tenía el déficit más grande con los siguientes socios comerciales: (en miles de millones de dólares) China, 365,7; Alemania, 72,2; Japón, 68,6; México, 58,4; y Vietnam, 30,9. La actualmente astronómica suma de reservas internacionales de China es la cara oculta del activo superávit con Estados Unidos que China ha estado construyendo año tras año.
Durante los quince años en su condición de miembro de la Organización Mundial de Comercio, China ha acumulado un balance favorable de 3,5 millones de millones de dólares a partir de su comercio con Estados Unidos.
Las llamas de una conflagración comercial global podrían estallar incluso antes que Donald Trump llegue a la Casa Blanca. Fecha importante que está a la vuelta de la esquina es el 11 de diciembre del 2016 que es memorable porque fue cuando China se convirtió en miembro pleno de la WTO el 11 de diciembre de 2001. Pero muchos esperan el 11 de diciembre del 2016 con tensión y temor. ¿Por qué será?
Porque de acuerdo con los términos de ese acuerdo, que ya tiene quince años a China se le otorgaría la condición de «economía de mercado» a no más tardar del 11 de diciembre del 2016. Esta condición aún no se ha materializado. De acuerdo con la reglamentación de la WTO los estados miembros de esta organización pueden tomar medidas con el propósito de proteger sus mercados de productos exportados desde países que no son «economías de mercado». La idea es que países a los cuales no se les ha otorgado la denominación «economía de mercado» están estimulando sus exportaciones de una manera u otra. Esto incluye diferentes tipos de subsidios estadales, incluyendo una variedad subrepticia como ser rebajas impositivas. La WTO considera a las empresas de propiedad pública con mucha suspicacia. Y eso se aplicaría a una enorme variedad de exportadores chinos. Con el propósito de protegerse de tales países los miembros «civilizados» de la WTO tienen el derecho de imponer tasas anti-dumping que algunas veces son más altas que las tarifas regulares. La WTO no toma la decisión de reconocer la condición de «mercado» de una economía de manera centralizada –esta es tomada por los países miembros de manera separada o grupos de países. No obstante, Beiyín cree que bajo las condiciones del acuerdo para ingresar China como miembro el 11 de diciembre del 2016 todos los miembros de la WTO deben ajustar sus relaciones con China tomando en cuenta el hecho que ahora se trata de una «economía de mercado». En otras palabras, existe el mecanismo para que de manera automática ponga en vigencia esta condición.
A comienzos de esta década, la Unión Europea dejó en claro a Beiyín que China todavía estaba muy lejos de ser una «economía de mercado» y durante el curso de esos años la Unión Europea, aparte de todos los socios comerciales de China, mantuvo el nivel más alto de imposición de tasas anti-dumping contra productos provenientes de China, especialmente contra productos de la industria del acero de China. El año pasado, Bruselas repetidas veces ha declarado que la economía china todavía está lejos de ser una «economía basada en el mercado» y que por lo tanto no puede haber ningún cuestionamiento de que China no reciba automáticamente su anhelado status. Actualmente, la Unión Europea tiene en vigencia 68 disposiciones anti-dumping, 51 de las cuales se aplican contra productos chinos. Estos impuestos pueden sobrepasar el 65 por ciento y son aplicados a una amplia gama de productos, desde productos de acero hasta paneles solares.
De tal modo que las tensiones están aumentando no solamente en las relaciones entre Beiyín y Washington, sino también con Bruselas. El verano pasado la Asociación Europea de Productores de Acero, EUROFER publicó una declaración muy emotiva en la cual una vez más exigió que los países europeos bajo ninguna circunstancia reconocieran a China como una economía de mercado. Esta asociación sostiene que desde el año 2008 la industria europea del acero ha perdido alrededor de 85 mil puestos de trabajo lo cual es alrededor del 20 por ciento de esa fuerza de trabajo. Según EUROFER durante los últimos 18 meses China ha duplicado sus exportaciones de acero laminado hacia la Unión Europea. El informe de EUROFER incluye una evaluación no solamente de la industria del acero, sino también de toda la economía de la Unión Europea: debido a la creciente importación de bienes chinos, la Unión Europea podría perder hasta tres millones y medio de puestos de trabajo en 25 industrias a partir del mes de diciembre del 2016.
Pero dentro de la misma Unión Europea no existe un consenso acerca de cómo proceder en la relación con China. En particular, países como España e Italia se oponen categóricamente a otorgar a China la condición de «economía de mercado». Alemania está a favor pero con algunas reservas. Gran Bretaña está también a favor pero sin reservas, aunque ahora nadie en la Unión Europea está interesado en su opinión. Algunos burócratas de la Unión Europea están dispuestos a aceptar la transición automática de China a esta nueva categoría después del 11 de diciembre pero reservándose el derecho de recurrir a tasas anti-dumping contra productos chinos en «casos excepcionales». Representantes de la industria ferro-metálica de la Unión Europea aceptarían otorgar a China su nuevo status solo si esta última acepta el requisito de eliminar su «capacidad excesiva» para producir metales ferrosos. La Comisión Europea (EC sigla en inglés) estaba dispuesta a permitir que China recibiera automáticamente su nuevo status el 11 de diciembre, pero el Parlamento Europeo de manera inesperada se alzó en oposición en el mes de mayo pasado cuando propuso una dura resolución contra China en relación al carácter de la economía china.
Beiyín a su vez, está tratando de animar a la Unión Europea para que tome decisiones que sean favorables para China. A veces emplea la zanahoria y el palo (por ejemplo, reduciendo la «capacidad excesiva» en la industria del acero) y otras veces el palo (Europa debería pensarlo dos veces antes de tomar una decisión final respecto de la economía de mercado china como lo advirtió la agencia estatal de noticias Xinhua a raíz de la resolución del Parlamento Europeo.
Washington también está tomándole el pulso a este argumento. Actualmente China y Estados Unidos son socios comerciales más o menos de la misma envergadura para la Unión Europea. De manera que si la Unión Europea de hecho reconoce el status de economía de mercado de China, eso quitaría el último obstáculo para la expansión china sobre Europa. Y la posición comercial de Estados Unidos en el mercado europeo consecuentemente girará hacia lo peor.
Actualmente, en esta parte del año, existe un tiempo relativamente tranquilo para la política en Washington. Europa ha quedado sola para enfrentar a China y tendrá que tomar sus propias decisiones en torno al status de la economía china. Sin embargo, aunque Bruselas emita su veredicto con apoyo político del presidente norteamericano (ya sea Obama o Trump) aun así tendrá que enfrentar una opción entre mala y otra muy mala.
Cualquiera de las dos desatará una gigantesca guerra comercial. Tomando en cuenta la mentalidad de los burócratas de la Unión Europea. Sospecho que demorarán para tomar esta crucial decisión durante un lapso indefinido. Por lo tanto, la Unión Europea es muy posible que oficialmente reconozca el status de economía de mercado de la economía de China pero, con la cláusula de que «en casos excepcionales» continuará recurriendo a las tasas anti-dumping contra los productos chinos.
Creo que en el próximo verano, cuando Trump haya empezado a ejecutar acciones prácticas en múltiples frentes, incluyendo la labor fundamental de restructurar las normas que regulan el comercio global, este confuso receso en la relación chino-europea habrá llegado a su fin. Es posible que sea seguido por un fuerte estallido en el comercio y la relación económica entre la Unión Europea y China la cual se intensificará y devendrá en una total guerra comercial global.
Puntos candentes aislados de guerra comercial que están comenzando a arder en diferentes partes del mundo, podrían rápidamente converger en una sola conflagración bélica comercial global.
P.S. El Congreso norteamericano creó la Comisión Revisora Chino-Estadounidense para la Economía y la Seguridad con el objeto de aprovisionarse de asesoría e investigación. El pasado 16 de noviembre esa comisión publicó su informe anual de 550 páginas.
Para brevemente resumir el contenido del informe, su conclusión queda clara: China aún no califica para el status de «economía de mercado».
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