Este 22 de junio, se conmemoran 189 años de la Instalación del Congreso Anfictiónico de Panamá, iniciativa planteada por Simón Bolívar, con la finalidad de generar un debate sobre las perspectivas geopolíticas derivadas de la conclusión de los procesos de ruptura colonial, iniciado a partir de 1810.

No puede pensarse esta conmemoración, sin verla en el contexto del análisis planteado por el propio Bolívar en su Bicentenaria Carta de Jamaica de 1815. En ella, Bolívar afirmó: «¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos¡ Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo». Esa perspectiva geoestratégica, avizoraba una necesidad y un peligro. La necesidad de avanzar en una unión de naciones y el peligro (de no producirse esa Unión) de caer en un atomismo que amenazaba ser tragado por las potencias históricas (España, Inglaterra, Francia) y las nuevas insurgentes (EEUU). El pensamiento prospectivo de Bolívar, se manifestó con total claridad, no sólo antes de la concreción del tan anhelado Congreso, sino antes que sus análisis se cumplieran en todo el siglo XIX, XX y lo que va del XXI.

Cuando, después de Ayacucho (1824), se halló prácticamente consolidado la ruptura colonial, Bolívar retomó lo que había escrito casi una década antes: la convocatoria del Congreso de Naciones. Para ello, había ya emitido una invitación de fecha 9 de enero de 1822 a las autoridades del Perú, Chile, Buenos Aires y México, para suscribir tratado de «unión, liga y confederación perpetúa» entre ellas, que buscaría hacer «temblar la tierra de una ojeada», haciendo incapaz de resistir a la América que surgirá de esa confraternidad. De esa manera, manifestaba Bolívar un espíritu integracionista geopolítico, que hoy mantiene vigencia. Esa comunicación de 1822, es precedida de unas instrucciones impartidas a Joaquín Mosquera y Miguel Santamaría, como delegados ante los gobiernos de Perú, Chile, Buenos Aires y México, dada en Cúcuta el 10 y 11 de octubre de 1821, donde les indicaba que estaban autorizados para «ajustar, arreglar y concluir con aquellos gobiernos un tratado de liga o confederación, o convención confederativa, por el cual se convengan mutuamente, con sus fuerzas marítimas y terrestres, a cooperar enérgicamente al sostenimiento de nuestra independencia de España».

Sin duda, Bolívar estableció escenarios a futuro, que si bien ya dibujó en su Carta de 1815, tenía absolutamente más claros entre 1821-22, y que planteaban diversos elementos. Uno, la diversidad socio-política y las tensiones existentes entre las muchas elites políticas que se comprometieron en cada región o territorio en la lucha de ruptura del vínculo colonial. Dos, la imposibilidad que eso representaba para el establecimiento de una Unidad Confederada de naciones, que sería el instrumento que, en sus análisis, sería el más indicado para afrontar con éxito el futuro político inmediato y tres, los peligros que estos territorios experimentarían ante las naciones dominantes y hegemónicas del momento, así como las que estaban surgiendo (EEUU).

Las gestiones de Bolívar, tendrían éxito y se concretarían en la firma de los respectivos Tratados con Perú en junio de 1822, con Chile en octubre de 1823, con México en diciembre de 1823 y en 1825, con Centroamérica. Como continuidad estratégica de esos pactos de asistencia recíproca, en términos de defensa y apoyo, Bolívar hace en diciembre de 1824, la convocatoria a los Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata, Chile y Guatemala, a formar el Congreso de Panamá, para que nos «sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias». Esa iniciativa se encuentra hoy concretada en dos organismos, que coexisten: CELAC y UNASUR, lo que ratifica la genialidad geopolítica, anticipada casi 2 siglos a las actuales coyunturas del sistema-mundo.

Sin embargo, la iniciativa de Bolívar, se vería torpedeada desde la propia Colombia, en la figura de Francisco de Paula Santander, quién invita a Brasil y EEUU a participar en 1825, países que serán claves en la no concreción de la acción de unidad geopolítica. Con todo y las dificultades, el Congreso se instala el 22 de junio y sesiona hasta el 15 de julio de 1826, debatiendo temas que resultan muy controversiales.

Las principales polémicas giran en torno a la firma de la paz con España, la liberación de las islas de Cuba y Puerto Rico, la búsqueda de un acuerdo de límites, la Convención de Contingentes, destinada a conformar un ejército confederado, el establecimiento de una preferencia comercial Hispanoamericana, la creación de un mecanismo de arbitraje para solucionar las diferencias internas y externas. No obstante, serviría como un antecedente significativo en la constitución de un pensamiento político integracionista y unionista que sirvió de base para la acción política, desde ese momento hasta el actual siglo XXI. La cercanía del Bicentenario (dentro de 11 años), es una invitación a reabrir el análisis de las numerosas fuentes documentales y verlas hoy, a la luz de las nuevas circunstancias geopolíticas de Nuestra América.

Dr.

Historiador/politólogo

Juane1208@gmail.com