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«Desde muchísimos espacios la discusión en la sociedad viene avanzando en que cada vez más gente entiende al modelo del agronegocio como un sistema a superar, porque ni siquiera puede solucionar los problemas que el mismo sistema generó: desertificación, degradación de suelos, cambio climático, desmontes, concentración económica, fumigacoines con agrotóxicos que enferman y contaminan, migraciones, pérdida de la calidad de los alimentos, monocultivos, etc»
El 19 de mayo pasado el Ministro de Agricultura Carlos Casamiquela y el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández anunciaron un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) sobre el uso de las semillas [1].
Se han dicho muchas cosas en estos pocos días. Vamos a ver algunas y reflexionar sobre la situación, buscando los alcances y los peligros de estos anuncios.
Ir contra Monsanto haciendo prolijamente lo que Monsanto pidió:
La Nación tituló “Con un DNU, el Gobierno intenta frenar a Monsanto” [2]
En el mismo sentido Página 12 afirmó “El Estado busca impedir el cobro de regalías por fuera de la ley”, en el marco de la “guerra de las semillas”[3].
Dos medios tan dispares ya se habían puesto de acuerdo, también con Clarín, en interpretar los acuerdos entre el Gobierno Nacional y los actores nacionales del Agronegocio como avances de la democracia, antes y después del conflicto por la resolución 125. Y es más fácil, incluso, si hay un malo externo, en este caso la transnacional semillera / agrotóxica Monsanto.
El centro de la noticia es para ellos la discusión de parte de la renta de la soja, concretamente el pago o no a los semilleros de las “regalías extendidas” [4] por parte de los productores. La nota del diario La Voz del Interior apunta “Si bien la medida oficial abarcaría a un universo de productos y eventos, en este caso viene a interceder en el sistema implementado por Monsanto para el cobro del canon tecnológico por la soja Intacta que –junto con un contrato de partes con los usuarios– determinó que los acopios y exportadores deben retener el canon si este no hubiera sido abonado previamente con la semilla”[5].
Para nosotros el eje es el futuro del modelo: este decreto es un paso clave en la apropiación del sistema agroalimentario por parte de las empresas transnacionales, en uno de sus eslabones más sensibles: las semillas.
El mercado potencial de alimentos, recordémoslo, es más grande que el automotriz y el de petróleo sumados[6]. Una forma clave para el control por parte de las empresas es el control sobre las semillas y por medio de estas sobre qué se cultiva y que no.
La discusión por el uso propio: la locura de tener que pedir permiso para hacer algo tan natural como respirar:
En el parte de prensa del ministerio (el texto definitivo del dnu todavía no está disponible) habla de la creación de un “registro de uso propio“. Esto estaba ya en los textos de los proyectos de ley que circularon desde 2012 y fue uno de los centros de las críticas.
Esto implicaría que la familia campesina, legítima dueña de las semillas, le tendría que pedir permiso al Estado, a instancias de las transnacionales semilleras/ agrotóxicas, para hacer lo que hizo siempre, y que el conjunto de la sociedad necesita cada vez más. Una locura total.
La Federación Agraria Argentina salió a repudiar esta parte de la medida y dijo: “hay que defender el uso propio irrestricto”. La entidad no cuestiona el modelo de la Agricultura Industrial aunque es clara en su repudio a Monsanto en sus políticas de semillas.
Una de las mentiras del parte de prensa del Ministerio de Agricultura es que la voluntad del Gobierno está en combatir la “bolsa blanca”, o sea el comercio ilegal de las semillas. No hace falta un decreto para prohibir la bolsa blanca: ya es ilegal con la legislación actual [7].
Que nos dejen tranquilos y controlen a las corporaciones:
El Movimiento Nacional Campesino Indígena (organización argentina de la CLOC y la Vía Campesina) afirmó:
El uso propio es un derecho inalienable para los campesinos indígenas y agricultores familiares, y para ejercerlo no necesitamos estar en ningún tipo de registro, ni ser tratados como excepciones a ninguna normativa.
Cualquier tipo de regulación sobre las semillas, deberá ser dirigida exclusivamente hacia el espectro de la cadena de agronegocios, sin afectar los derechos de los campesinos indígenas y agricultores familiares. Porque claramente ésta es la trampa en la que pretenden meternos las corporaciones: imponer sus negocios ilegítimos para arrebatar los derechos de nuestro pueblo a producir sus propias semillas. Luego seremos todos los agricultores sospechados de delincuentes por no aparecer en un registro de las corporaciones.
“Que hagan una ley para la soja, no para todas las semillas” El ejemplo del trigo.
Walter Pengue [8] relata que el control de las semillas creció enormemente con la invención de las semillas híbridas: la tecnología de los cruzamientos, que implican que los “hijos de híbridos” son menos productivos que los híbridos originales, hizo avanzar enormemente el control sobre las semillas de maíz, girasol y sorgo.
Por medio de esa tecnología no pudieron controlar, además de la soja, otros cultivos claves en la mesa de los argentinos como por ejemplo el trigo. Ahora, con la excusa del conflicto coyuntural de la soja, quieren hacer una legislación para todas las semillas.
Algunos “avances” en la genética de trigo incluyen transgénicos de resistencia a la sequía y al frío. Las empresas no los lanzan al mercado hasta asegurarse la “protección a sus derechos” que este tipo de políticas garantizaría.
Con el maíz Bt la jugada de las empresas fue descarada: Las empresas generaron la tecnología, pero los productores no la compraban, porque los rendimientos eran más bajos que las semillas que estaban en el mercado. ¿Qué hicieron?: compraron los semilleros de los híbridos que rendían más, y sacaron esas semillas del mercado. ¿Qué pasó? Los productores “adoptaron” los híbridos Bt. Conclusión: si el mercado semillero manda, los productores obedecen. ¿Y los consumidores? Pueden opinar, pero cada vez con menos poder de decisión real.
El relato del maíz Bt nos hace pensar que en un par de jugadas (esta sería la primera) de repente TODO el pan que comemos podría venir de trigos transgénicos, simplemente con que las empresas tengan una tecnología que quieran vender, y controlen el mercado de las semillas. No queremos eso.
Volviendo a lo anterior: el gobierno da un paso para entregarle uno de los alimentos básicos de los argentinos a las corporaciones (pedido por las corporaciones desde hace décadas), y para algunos medios el gobierno está frenando a Monsanto.
Los alimentos, un tema de todos, que se debate a puertas cerradas:
El control corporativo de los alimentos y los bienes comunes, lo decimos con dolor, crece en la Argentina.
Los responsables de esta profundización, tanto desde el Estado como desde las empresas, no ganan ningún debate: avanzan a puertas cerradas.
En varias actividades el modelo extractivista controla cada vez más bienes comunes y porciones de mercado. Megaminería metalífera, fracking para yacimientos no convencionales, monocultivo forestal, pesca destructiva y soja son las caras visibles de un mismo modelo extractivista de despojo transnacional, que enriquece a unos pocos, y destruye la Naturaleza, poniendo en peligro la reproducción social, sobre todo de los que menos tienen.
El “capitalismo serio”, como modelo colonial, es parte de la Modernidad [9], y como tal se autoproclama portavoz de la ciencia y la razón.
Pero no puede ser científico sin ser público. Y sistemáticamente niegan el debate y las evidencias claras.
Casos recientes:
Con las aprobaciones de transgénicos [10] y agroquímicos [11], el Estado cerró acuerdos a puertas cerradas con las empresas.
Con el PEAA (Plan Estratégico Argentina Agroalimentaria) y La ley de Bosques, la ingeniería política desarrollada en las últimas décadas en otros países, fue puesta en acción absolutamente: foros de discusión, encuentros masivos, documentos intermedios, etc. y cuando las empresas apretaron, el Estado cerró acuerdos para el avance del Agronegocio.
Otro ejemplo: La agricultura agrotóxica y transgénica, principal contaminante de las aguas a nivel mundial [12], por mucho la actividad humana con mayor ocupación del espacio, no cuenta hoy en Argentina con Evaluaciones de Impacto Ambiental. Para aumentar la producción para alcanzar las metas del PEAA el Ministerio de Agricultura lanzó un peligrosísimo Plan Nacional de Riego que de aplicarse tal como se anunció, pondría en peligro a los principales acuíferos de la Argentina [13].
Hoy nos toca vivir la injustica brutal de que un debate, que creció en fuerza, masividad y claridad como el de las semillas, es violentado por el gobierno mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia para, según Aníbal Fernández, “poner un fin a tantos años de discusión».
Nuestra campaña. La voluntad de intensificar el debate.
La campaña “No a la ley Monsanto de Semillas” viene creciendo en articulaciones y debates.
Desde muchísimos espacios la discusión en la sociedad viene avanzando en que cada vez más gente entiende al modelo del agronegocio como un sistema a superar, porque ni siquiera puede solucionar los problemas que el mismo sistema generó: desertificación, degradación de suelos, cambio climático, desmontes, concentración económica, fumigacoines con agrotóxicos que enferman y contaminan, migraciones, pérdida de la calidad de los alimentos, monocultivos, etc
Cada vez más gente ve en el enfoque de la Agroecología una salida a los problemas que el sistema de la Agricultura Industrial generó. Con los bosques nativos, con nuestras propias semillas, sin patrones, con nuestras culturas, sin venenos y sin transgénicos, cualquier sociedad, incluida la nuestra, puede alimentarse sanamente y de a poco recomponer el desastre fenomenal que ha hecho la Agricultura Industrial en las últimas décadas en el planeta. Los saberes tradicionales de la agricultura campesina, lejos de ser anécdotas del pasado, están presentes hoy de forma oprimida por los gobiernos y el capital, pero son claves en el futuro, desde el enfoque de la Agroecología.
En el texto citado afirma Walter Pengue:
La semilla representa la fuente inicial y principal de la vida, el alimento, el abrigo, la energía, de miles de millones de humanos en este planeta y la discusión sobre su patentamiento y el pago del mismo, debe ser analizado en amplitud por todos los miembros de una sociedad y no por unos pocos, directamente representantes de un interés manifiesto.
La seguridad alimentaria mundial, o por lo menos de las regiones más pauperizadas del mundo, no puede dejarse al albedrío y juicio del interés privado o al interés, meramente coyuntural y pobremente analizada, del sector gubernamental.
La participación profunda, seria, dedicada, comprometida e informada de todos los actores, incluidos especialmente los pequeños, medianos, campesinos y los consumidores, en estas decisiones, es una condición imposible de soslayar en una verdadera democracia.
De lo anterior concluimos que:
– Los medios nos mienten para avalar políticas que claramente nos perjudicarán.
– Necesitamos una legislación que garantice que las empresas no puedan apropiarse de ninguna semilla criolla más.
– Las semillas son patrimonio de los pueblos y deben estar al servicio de la humanidad. Nunca aceptaremos la aplicación de derechos de propiedad intelectual ni su apropiación.
Notas:
[1] http://www.minagri.gob.ar/
[2] http://www.lanacion.com.ar/
[3] http://www.pagina12.com.ar/
[4]Se denomina “regalías extendidas” según ArPOV (http://www.arpov.org.ar/ ) a un sistema de “pago de una regalía como contraprestación por la tecnología aportada toda vez que el productor utilice semillas de su propia producción”.
[6]“Hoy en día, a pesar de la globalización, a pesar de esa agresión tan fuerte a los pueblos del campo, la producción de alimentos sigue estando mayoritariamente en manos de campesinos y pueblos indígenas. Y resulta que si nosotros comenzáramos a calcular el posible valor de mercado de todos los alimentos que consume la humanidad, ese mercado que se podría crear, es más grande que cualquiera que conozcamos en la actualidad, es muchísimo mayor que el petróleo, es mayor que la industria automotora, incluso si estos dos aspectos se juntaran. Ese mercado potencial no está en manos del capital y hoy el objetivo del capital es primero, forzarnos a comprar los alimentos y luego, por supuesto, controlar ese mercado de alimentos cuando todos estemos forzados a comprarlos” GRAIN. Leyes para acabar con la agricultura independiente. http://www.grain.org/.
[7] Ley 20247 Art. 27. — No lesiona el derecho de propiedad sobre un cultivar quien entrega a cualquier título semilla del mismo mediando autorización del propietario, o quien reserva y siembra semilla para su propio uso, o usa o vende como materia prima o alimento el producto obtenido del cultivo de tal creación fitogenética. Por lo tanto la venta sin autorización del propietario es ILEGAL y lesiona el derecho de propiedad
[8] http://www.biodiversidadla.org
[9] Enrique Dussel afirma que “Modernidad, capitalismo, colonialismo y sistema-mundo son aspectos de una misma realidad simultánea y mutuamente constituyente”
[10] Transgénicos: un botón de muestra, y no cualquier botón, es la aprobación de la soja RR a Monsanto: “En Argentina la soja transgénica RR (Resistente al herbicida Glifosato o Round UP, marca comercial de la empresa Monsanto) fue autorizada, como explica el periodista Horacio Verbitsky “en sólo 81 días del verano de 1996. De 136 folios del expediente, 108 son de Monsanto, en inglés y sin traducción”. Verano del ’96 http://www.pagina12.com.ar/. La CONABIA, comisión nacional asesora en Biotecnología Agrícola está conformada en su mayoría por representantes de las empresas y trabaja en secreto: http://www.agenciacta.org
[11] Agroquímicos: En el artículo “El increíble proceso de aprobación de agroquímicos” se relata que ante una solicitud, el funcionario a cargo, el ingeniero Lorenzo Basso, admitió que el SENASA no realiza ensayos de toxicidad de los pesticidas sino que evalúa los ya realizados por “laboratorios que cumplan con los requisitos administrativos y técnicos” inscriptos en la red de laboratorios del organismo. Entre ellos se encuentran: -Monsanto Argentina SAIC. -Nidera SA. -Atanor SA. -Dow Agrosciences Argentina SA.
[12] “La agricultura, en cuanto mayor usuario del agua dulce a escala mundial y principal factor de degradación de los recursos hídricos superficiales y subterráneos como consecuencia de la erosión y de la escorrentía química, justifica la preocupación existente por sus repercusiones mundiales en la calidad del agua a escala mundial” Lucha Contra la Contaminación Agrícola de los Recursos Hídricos. http://www.fao.org/