La nueva estructura de gobierno petrolero venezolano está amenazada. Sencillamente porque la superpotencia estadounidense ve como un peligro el nuevo modelo de expansión energética nacional, sustentado en la filosofía bolivariana, una de cuyas premisas principales consiste en el aprovisionamiento sustancial de innovación y mercados y en el manejo independiente de los hidrocarburos, pero sin la coerción ni la influencia de los intereses y manejos de los protobloques consumidores. Por esta razón, los Estados Unidos de Norteamérica ha entrado en crisis con respecto a Venezuela, observando que ya no es posible manipular como en décadas pasadas el precio del crudo, sobre todo después del derrumbe de la apertura petrolera (2-5-2007).

Esta problemática presenta una proyección en nuevos escenarios de seguridad y defensa, fomenta propuestas de integración y ayuda hacia países a partir de una cuota diaria de la cesta petrolera, prefijada en la conformación de alianzas trasparentes y orientadas claramente hacia una integración sudamericana y caribeña.

Pero las presentes y venideras hostilidades se dan en torno al control del aprovisionamiento seguro de petróleo y la mayor acumulación de reservas está precisamente en Venezuela y eso es el detonante.

En otros suelos extranjeros como ha ocurrido en Irak y Afganistán se ha implantado tremendamente el desarrollo de las artes de la guerra por energía. La causa de este desembarco ha traído con más constancia un mayor de marines a instalarse en los predios del Oriente Próximo, van junto al despliegue de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, dispuestos a actuar en los 22 países árabes y en las 54 naciones africanas. Esto ha acrecentado la presencia de fuerzas armadas en las zonas más importantes de las reservas petroleras probadas, lo cual representa un llamado de alerta.

Los conflictos petroleros audazmente originados por las superpotencias, crean malestar y amenazas sobre zonas limítrofes, ahora reclaman espacios fronterizos donde casualmente existen reservas petroleras, muchas compartidas o cercanas entre sus países, ya que la mayor concentración les corresponde a un limitado grupo de naciones y en esto se incluye Venezuela.

Nuestro caso conforma un escenario de activación de crisis política, toda orientada hacia la producción de trastornos que amenacen con interrumpir el flujo de crudo como fórmula que justifique la intervención de grupos foráneos, entrenados por la inteligencia de las regiones con mayor concentración de capital industrial, quienes son las más necesitadas de nuestro petróleo.

Este riesgo de la activación de los presentes escenarios conflictivos seguirá dándose por tres poderosas razones:

  • Primero: el entorno político y estratégico donde se tomen las decisiones con respecto a los recursos, y aquí el principal enemigo de las superpotencias es la OPEP, por su defensa en la necesidad de mantener estable el precio justo del barril.
  • El segundo escenario se proyecta con la demanda y la oferta: todo indica que la petición de hidrocarburos crece diariamente a nivel mundial, ya logrado entender quienes la generan y que la aceleración en la quema de recursos fósiles es exagerada por los modelos de consumo mantenidos por el uso irracional en aquellas materias primas que, al procesarse, alteran el medio ambiente. La demanda en la construcción y uso de vehículos, origina un gran poder per cápita a las ensambladoras (sólo en los Estados Unidos de Norteamérica hay unos 230 millones de vehículos a motor), las cuales están empeñadas en construirlos, a costa del sacrificio ambiental de utilizar cantidades elevadas de hidrocarburos.
  • Y como tercer escenario tenemos la geografía de la producción y la distribución del crudo. Los siete productores mundiales más importantes, dadas sus reservas y producción de hidrocarburos, son los países con los mayores conflictos: Arabia Saudita, Irak, Irán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos, Nigeria y Venezuela, países todos en el ojo del huracán de la política petrolera internacional.

Y como si fuera poco, Venezuela representa además la mayor estabilidad en lo que respecta a sus relaciones con los países de la región y los que se encuentran más alejados de su geografía, contando con una de las mejores ubicaciones geográficas y muy cercanos a los Estados Unidos de Norteamérica, relativamente con buenos accesos navegables hacia el resto de las naciones gran consumidoras a nivel mundial.

En venidero escenario no será fácil pues la guerra ha tomado los intereses del crudo. Venezuela doblará su producción en la próxima década llevándola a más de 6 millones de barriles al día, justo lo que la plataforma mundial de la extracción, consumo y guerra necesitan.