Pedro Echeverría V.

1. Debe aplaudirse la salida de Vázquez Mota de la SEP, así como repudiarse que Reyes Tamez haya permanecido seis años en el cargo. Los dos personajes fueron un “cero a la izquierda”; agudizaron la caída de la educación durante el tiempo que permanecieron como secretarios del ramo. A Tamez se le vio siempre cargándole la bolsa del mandado de Martha Sahagún de Fox y a la pobre Josefina cargándole el portafolio al presidente ilegítimo Calderón. Tamez en seis años no pudo hilar discurso alguno y la Vázquez Mota se dedicó siempre a ensalzar a Calderón por su designación. De educación no tuvieron ni la menor idea, pero ¿cómo se multiplicó la educación privada y a los panistas colocados en cargos a pesar de su enorme ignorancia?

2. Se ha pensado siempre que en la Secretaría de Educación Pública se deben nombrar funcionarios de la más alta calidad cultural y moral. Quizá desde Vasconcelos y Torres Bodet se pensó que la SEP debería ser ocupada por escritores, poetas, filósofos cuyo pensamiento e ideales contribuyan a sensibilizar las ideas y la actuación de la sociedad mexicana para humanizarla. Nada de eso; la SEP sólo fue una dependencia gubernamental con una terrible burocracia política que consume, mal distribuye y tiene postrada la educación nacional. Medio centenar de secretarios de Educación, en vez de crear proyectos que permitan sacar a la educación de su vergonzoso desplome, tomaron esta secretaría como muestrario o como escalón político.

3. Aunque en cada país, también en el mundo, la ideología dominante es la ideología de la clase dominante y la educación escolarizada y los maestros conforman la correa de transmisión de esa ideología, siempre hay una minoría rebelde que se escapa del pensamiento generalizado y logra construir una manera diferente de ver y pensar las cosas. Aunque el pensamiento y la organización jerárquica de la familia, de la escuela, la iglesia y de las instituciones impiden que las cosas cambien, tenemos la obligación de entender la composición de las estructuras que nos oprimen con el fin e quebrarlas o destruirlas. Con ese objetivo pensamos, analizamos, denunciamos y proponemos lo que puede hacerse. La renuncia de Josefina Vázquez Mota a la SEP da motivo a esas reflexiones.

4. José Vasconcelos, el creador de la Secretaria de Educación en 1921 y centralizador de la educación, fue escritor de narrativas sobre la revolución mexicana, el rector de la Universidad de México, etcétera, sí fue un gran educador. Jaime Torres Bodet, el creador del Plan de Once años (1959/70), el que sustituyó la llamada educación socialista con la llamada educación democrática (1943), el poeta que impulsó la edición de los libros de texto gratuitos, si fue un gran educador. Si fueron de derecha, centro o izquierda, por ahora no está a discusión porque lo único que planteo es que de los 48 secretarios de educación de 1895 hasta hoy podría decirse que todos los demás sólo cumplieron como instrumento directo del presidente de la República que los nombró. Vasconcelos y Torres Bodet superaron a quienes los nombraron.

5. De 1946, año que entró a la Presidencia Alemán Valdez, hasta 1976 cuando la dejó Echeverría Álvarez, hubo aparentemente mucha estabilidad en la SEP porque durante cinco sexenios sucesivos un secretario de Educación cubrió, uno a uno, los seis años; sin embargo, con excepción de Torres Bodet, los otros secretarios pasaron sin dejar huella. En los demás sexenios y cuatrienios dos, tres, incluso cuatro políticos, fueron nombrados para encabezar la SEP. Los mandaban a esa secretaría como pago de favores, como los adecuados para negociar con el sindicato o como parte de alguna negociación; éstos dejaron la SEP cuando se declaraban incapaces y los pasaban a ocupar otros cargos. Basta con revisar la obra desempeñada por cada uno de ellos.

6. México lleva décadas ocupando los últimos lugares del mundo en aprovechamiento educativo. Pero no solo estamos muy mal frente a otros países en lectura, matemáticas, historia, etcétera, sino también, y es quizá lo más importante, estamos en los últimos lugares en porcentaje de presupuesto educativo, en matrícula escolar, en porcentaje de jóvenes en las escuelas, en cultura magisterial y cursos de actualización del magisterio. Potencialmente México podría superar sus problemas pero los gobiernos en lugar de ayudar a mover los obstáculos parecen más dedicados a destruir la educación pública. Por lo menos desde 1982 se ha estado dejando morir a la escuela pública que bajó su matrícula y calidad de 90 a 60 por ciento para apoyar la educación privada.

7. El sector educativo que debería estar a la vanguardia de la lucha por una educación de calidad al servicio del pueblo, es el magisterio nacional; sin embargo desde que el maestro es maestro, es decir, desde que egresa de la escuela normal, ya trae una formación normalista impuesta desde la SEP que consiste en una ideología de sumisión hacia la jerarquía educativa y hacia los programas que debe imponer a sus alumnos. Fuera de dos o tres rebeldes (generalmente de los normales rurales), la inmensa mayoría de los jóvenes egresados se da primero a la tarea de obtener su plaza y luego de conservarla mediante la adaptación al sistema. El magisterio es una pieza clave por estar en contacto directo con la población, por eso la burguesía ha sabido controlarlo ideológica y políticamente.

8. Aunque treinta años de lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han logrado rebelar sindical y políticamente al 25 por ciento del magisterio, éste 25 por ciento no alcanza liberarse ideológicamente de los contenidos educativos y de los métodos autoritarios de enseñanza. Un sistema bien planeado de construcción de planes de clase, de elaboración de material didáctico, de imposición de evaluaciones y de rendimiento de informes suele tener ocupados y atrapados a los profesores en una poderosa burocracia que lo oprime. ¿Cómo enseñar a ser libre y rebelde si se sigue atado a las disposiciones superiores en vez de tirarla por la borda mediante el trabajo y la reflexión colectiva? Si no se cambia radicalmente ideología y contenidos el “mejoramiento” de las escuelas y profesores beneficia al poder.

9. La batalla por la educación, “la madre de todas las batallas” por la transformación radical de la enseñanza debe darse, además del campo sindical y político, en difícil campo de lo ideológico. Podremos expulsar del sindicato a la Gordillo y sus secuaces, podemos evitar que los secretarios de educación sean ignorantes y sólo servidores del presidente en turno, pero si no logramos que la gran masa del millón de profesores cambien sus concepciones ideológicas y los métodos autoritarios que traen desde la escuela normal, por no decir desde antes, nada cambiará en serio y todo quedará en sacrificios y demagogia. Puede incluso que los dirigentes sean democráticos pero a mediano plazo, si las cosas no cambian, se convertirán en más de lo mismo. Y claro, nadie honesto debe luchar por eso.

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