A pesar de que la marcha había sido finalmente permitida, aunque alejada del centro de la ciudad, en las afueras de Estrasburgo, en una zona repleta de fábricas abandonadas, canales y campo, la protesta ha sido, desde sus inicios, totalmente acordonada por la policía francesa y duramente reprimida con una extrema violencia policial: gases lacrimógenos, pelotas de goma, furgonetas tanque, ráfagas de agua…
Los manifestantes, bien entrada la mañana, intentamos acceder al punto de cita, una amplia explanada en las afueras de la ciudad, para empezar la manifestación convocada a las 13h. Pero desde las 9h de la mañana todos los accesos al punto de encuentro estaban fuertemente bloqueados por la policía francesa con varios dispositivos de furgonas y antidisturbios.
La policía francesa permitía el acceso a las inmediaciones del punto de encuentro pero una vez se intentaba cruzar alguno de los puentes o de las entradas a la explanada, un enorme despliegue policial nos bloqueaba el paso, encerrando de este modo a los manifestantes, lanzando grandes cantidades de gases lacrimógenos a todo aquel que intentaba aproximarse al cerco policial. La tensión aumentaba por momentos.
Finalmente, sobre las 12.30h, la policía desbloqueaba los puentes que permitían el acceso al punto de encuentro y los manifestantes podíamos avanzar, con paso firme, fuertemente agrupados, rodeados por policía y en un ambiente cargado por el lanzamiento de gas. Los activistas procedentes del otro lado de la frontera, de Alemania, no corrían la misma suerte y su paso estaba fuertemente controlado por la policía quien les impedía avanzar.
Los manifestantes anti-OTAN empezamos a llegar por centenares a la explanada de la convocatoria, a pesar de las dificultades para acceder a la misma. Un gran escenario presidía la explanada y los activistas nos ibamos agrupando por organizaciones, el cortejo del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) francés era visiblemente el más numeroso y con gran cantidad de jóvenes, a pesar de que varios de los autocares del NPA que venían de otros puntos del país tuvieron dificultades para acceder al punto de encuentro y llegaron con varias horas de retraso. Música y consignas combativas lanzadas desde el escenario por distintos activistas procedentes de toda Europa animaban la concentración. Una de las intervenciones más aplaudidas fue la del compañero del NPA Olivier Besancenot gritando “No a la guerra, no a la militarización”.
Mientras en los alrededores de la explanada donde iba a empezar la marcha, la tensión iba en aumento: distintos helicópteros sobrevolaban la zona a baja altura y la confrontación entre el bloque negro y la policía iba creciendo por momentos y varias columnas de humano indicaban el recorrido de la confrontación alrededor del punto de encuentro. Finalmente, la policía francesa gaseaba la explanada donde estábamos concentrados miles de activistas y la manifestación tenían que empezar forzosamente la marcha acorralada y perseguida por las fuerzas policiales.
Los manifestantes avanzábamos con dificultades únicamente por aquellas pocas vías que no tenían su entrada bloqueada por furgonetas tanque y policiales armados, mientras eramos fuertemente gaseados a lo largo de todo el recorrido y duramente reprimidos con el lanzamiento de pelotas de goma y con agua cuando intentábamos avanzar por aquellas vías que se encontraban cerradas.
La policía dividía a los activistas y finalmente la mayor parte de la manifestación quedó acorralada, incluido el cortejo del NPA y de las organizaciones internacionalistas que lo acompañábamos así como una parte importante del bloque negro y varios grupos de organizaciones pacifistas, en una vía rodeada de antiguas fábricas abandonadas. En un extremo de los concentrados un fuerte dispositivo policial lanzaba gas, agua y pelotas de goma a los que allá nos encontrábamos sitiados. Cuando la manifestación intentaba avanzar en dirección contraria se repetía el mismo escenario. No había salida y los manifestantes nos veíamos obligados a agruparnos mientras que la policía avanzaba en un extremo y en otro gaseando y lanzando pelotas de goma, presionando a ambos extremos del cerco, hasta tenernos totalmente acorralados.
Tras más de una hora de encierro policial, completamente gaseados, bombardeados por ráfagas de pelotas de goma y con personas heridas, y después de 7 horas de que empezáramos a intentar a acceder al punto de la concentración inicial y que nos reprimieran contundentemente con los mismos métodos represivos, la policía levantó parte del cerco en un extremo de los concentrados a través del cual pudimos salir bajo una lluvia de gas, manos al aire y completamente rodeados por tanquetas y policías fuertemente armados. Aun tuvimos que pasar otros cercos policiales, siguiendo la misma dinámica, más identificaciones y registros hasta poder salir de la zona cercada a varios kilómetros del centro de Estrasburgo.
Los hechos de este sábado, 4, ponen encima de la mesa como en un contexto de crisis aguda económica, social y ecológica, en definitiva de una crisis sistémica del capitalismo, el Estado opta, no solo por profundizar aquellas políticas neoliberales que nos han conducido a esta situación de crisis, sino que aumenta la represión política y policial ante cualquier tipo de disidencia. Los hechos de esta semana en Londres, la represión al movimiento estudiantil de hace unas semanas en Barcelona y en muchos otros puntos de Europa, se enmarcan en una estrategia de auge de la persecución y la criminalización de todos aquellos y aquellas que optamos por otro modelo y por poner fin al sistema capitalista. Podrán gasearnos, podrán perseguirnos, podrán reprimirnos, pero no conseguirán hacernos callar.
Esther Vivas es militante de Izquierda Anticapitalista y de Revolta Global-Esquerra Anticapitalista. Desde Estrasburgo.
esther.vivas@pangea.org