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El 27 de noviembre de 1961, el Comandante Ernesto Che Guevara rindió homenaje a losocho estudiantes de medicina que fueron injustamente fusilados en Cuba por las autoridades coloniales españolas en fecha similar en el año 1871.


El Che comenzó su discurso señalando: “Nos reunimos hoy en esta escalinata, que es como un símbolo de la Universidad en esta escalinata de lucha y de recuerdo, con el nuevo espíritu de las juventudes cubanas y con el viejo espíritu de decisión de este pueblo, para tener un minuto de recuerdo a los mártires inmolados hace noventa años en La Habana.”

Calificó a esos jóvenes como aquellos casi niños mártires y enfatizó que su fusilamiento había quedado cómo el símbolo de la bestialidad y que resultaba bueno recordarlo para que el pueblo tuviera presente siempre lo que le esperaría si por algún motivo de vacilación, “por alguna catástrofe inimaginable volviera el poder colonial o el poder imperial a gobernar a Cuba.”

El Che expresó que cuando se produjo el fusilamiento de los estudiantes de medicina ya hacía tres años que en Cuba se combatía por alcanzar la independencia y que el pueblo conocía los nombres “mil veces gloriosos de Antonio Maceo, o de Máximo Gómez” y que ya en aquellos tiempos “José Martí había precedido a los jóvenes estudiantes en el camino de la cárcel” y que por todos lados “la insurrección avanzaba y el pueblo de Cuba luchaba con ardor por su libertad.”

Precisó cómo transcurrieron los hechos que fueron utilizados como pretexto por las autoridades españolas en Cuba para iniciar un proceso judicial que conllevó a la arbitraria condena a muerte de los estudiantes de medicina.

Planteó que en el juicio lo que se pedía en realidad era que hubiera sangre de cubanos, y añadió: “…y esa es la significación que tenían estos ocho compañeros estudiantes, ser sangre de cubanos inmolada para demostrar el poderío español, el poderío de la metrópoli española, el poderío de la colonia, el poderío de la raza superior sobre las razas aborígenes o menos puras por la mezcla o por el clima quizás.”

Y al referirse a la inocencia de los estudiantes juzgados y condenados, el Che aseguró que no eran culpables de nada.

Igualmente recordó que en la Universidad, con independencia que la casi totalidad de los que cursaban estudios en el centro procedían de familias acomodadas, se empezaba a apuntar el germen de la rebeldía y que era cierto que Martí había sido apresado por mantener ya las ideas que luego lo llevarían a conducir a Cuba a su lucha final contra los  enemigos, pero que no había una resistencia organizada en La Habana, como ocurría en otras zonas del territorio cubano donde los campesinos y las fuerzas rebeldes estaban en las montañas y en los llanos dando batallas a las fuerzas españolas.

Preguntó el Che en el discurso pronunciado en La Habana el 27 de noviembre de 1961 al hacer referencia al crimen cometido 90 años atrás en la capital cubana por los representantes de la metrópoli española: “ ¿Tenían razón o no desde su punto de vista para hacerlo?”

Y respondió a la interrogante de la siguiente manera: “Yo creo que sí, que desde su manera de pensar, desde su raciocinio de bestias acostumbrados a despreciar la vida humana, tenían razón; había que matar en germen a aquellos que estaban naciendo. Apuntaron mal, pero si hubieran muerto a Martí, por ejemplo, ¡que enorme daño se hubiera hecho a la Revolución en años posteriores y nadie lo hubiera sabido.”

El Che instó a quienes lo escuchaban a tener siempre presente la historia como algo esencial puesto que la calificó como una gran maestra y enfatizó: “Es bueno que analicemos cada vez que se pueda qué significó el pasado para el pueblo, y es bueno que cada vez que estemos delante de cualquier tipo de dificultad transitoria echemos una mirada al pasado y comparemos no ya el pasado remoto, de la época del fusilamiento salvaje de los ocho estudiantes, el pasado de ahora, el que todos ustedes, jóvenes y aún niños, conocen, el pasado que acabo el 31 de diciembre de 1958 –y que lo comparemos con el presente de hoy, con este que vivimos cada día, con este futuro que estamos construyendo con nuestro trabajo y al cual ustedes se preparan a darle el empujón final cuando hayan finalizado sus carreras y hayan ingresado como técnicos de cualquier tipo a cualquier rama de la producción o de la cultura.”

Destacó la importancia que tenía que el pueblo tuviera una firme actitud ante los problemas y las dificultades y añadió: “Y es bueno que siempre pensamos que cada dificultad que nosotros no sepamos vencer, que cada pequeña dificultad frente a la cual lanzamos nuestro gesto de disgusto, es una pequeñísima brecha que se abre en nuestro compacto frente, es bueno que pensamos que aún cuando esa brecha insignificante no ofrece el más mínimo peligro, si todos se juntan la brecha se agranda y por allí penetre el enemigo.”

Resaltó, además, el valor de la unidad del pueblo, al detallar: “Y es bueno que recordemos que para construir nuestro futuro debemos estar siempre todos juntos, que para golpear al enemigo hay que golpearlo todos juntos, con la fuerza entera de nuestro pueblo, y así derrotarlo cuantas veces levante la cabeza.”

El Che significó que esa era la manera más adecuada de honrar a los héroes, a los mártires.

Recordó las palabras de Martí cuando hizo referencia a los ocho estudiantes de medicina fusilados en La Habana el 27 de noviembre de 1871: “Nosotros no deseamos paz a sus restos, porque ellos viven en las agitaciones excelsas de la gloria.”

Y en la parte final de su discurso el Che manifestó: “Y eso podemos hoy, que no deseamos paz a sus restos, que deseamos también que puedan vivir a nuestro lado el presente y que puedan fundirse con esta nueva Cuba, que avanza hacia el porvenir sin miedo a nadie ni a nada, dispuesta a trabajar cada día con más ahínco, dispuesta a ser cada día más merecedora de eso que hoy somos para toda América: ¡su faro más alto, su esperanza más grande, su ejemplo más perfecto!”