Luis Aponte

¿Rusia? ¿China? ¿Irán? ¿Quién? Nadie lo sabe, por ahora. Lo que sí es definitivo es que al imperialismo yanqui no le interesa para nada la multipolaridad internacional. El imperialismo yanqui ganó la llamada Guerra Fría y como tal hace las movidas de dominación hegemónica en el tablero de las relaciones internacionales. Apenas ha trascurrido algo más de dos décadas de la “implosión” soviética. Un brevísimo tiempo histórico.

Su objetivo estratégico: contener la expansión de China y anular a Rusia, dos potencias que a pesar de lo breve del lapso trascurrido desde el derrumbe soviético reaparecen en el escenario mundial bajo nuevas condiciones pero con renovadas fuerzas. La primera representa una cultura milenaria devenida en potencia económica mundial que en los términos del capitalismo le ha ladrado en la cueva al imperialismo yanqui. La segunda representa una potencia económica-militar-tecnológica, también capitalista, que se levanta sobre gran parte de las ruinas del espacio geopolítico de la antigua URSS. Otra vez Rusia, nunca tan fuerte como ella habla de sí misma, pero tampoco tan débil como piensan sus enemigos.

El derrota de la URSS en Afganistán precipitó su desintegración. Casi en paralelo, la agresividad imperial hace tambalear la ya en el poder revolución sandinista carente, salvo de la heroica Cuba, de decisivo apoyo internacional. Con sus invasiones e injerencias (Panamá, Grenada, Haití, El Salvador, Honduras, Guatemala), el Caribe reafirma la impronta de Mare Nostrum norteamericano.

Luego vino Yugoslavia y la re-balcanización de Los Balcanes, todavía en progreso con la separación de la región serbia de Kosovo. Divide y reinarás.

La primera guerra de agresión imperialista contra el Irak de Hussein y su partido Baaz, quienes cometieron dos errores fundamentales: primero, haberse prestado para conducir al pueblo iraquí como carne de cañón en una sangrienta guerra contra la revolución islámica iraní; y segundo, haber pretendido saldar por la fuerza, cayendo en la trampa imperial, una vieja ofensa colonialista británica representada en la segregación de la petrolera provincia iraquí de Kuwait. El imperialismo yanqui logra debilitar a ambas naciones (Irak e Irán) y se posiciona política y militarmente en forma ventajosa en la región, contando siempre con la complicidad de las feudales monarquías árabes y del pro-imperialista régimen egipcio. La sola presencia del enclave militar y neo-colonial israelí ya no era suficiente para sus propósitos.

No obstante el esfuerzo bélico realizado, Irán se levanta e inicia un proceso de desarrollo que la ubica, por sí sola y a pesar del intermitente bloqueo imperial, como otro polo mundial de poder económico, político y cultural. Recordemos que Irán, además de una cultura milenaria, es una potencia petrolera que surte la maquinaria productiva, entre otros países, de China y de la India.

Ante la desaparición de la URSS, era el momento del imperio para echar mano de las enormes riquezas petroleras y gasíferas existentes en la región del Medio Oriente y en las ex repúblicas soviéticas del Asia Central.

Con ese horizonte por delante siguió el destrozado Afganistán donde una fracción de la victoriosa resistencia anti-soviética –los talibanes- se hizo del poder intentando ejercerlo con soberanía. Tras el disfraz del anti-terrorismo y de su comodín Al-Qaeda, el imperialismo daba inicio en la región a una nueva ofensiva sumando al objetivo estratégico de arrodillar a Rusia y a China la imperiosa y vital necesidad de controlar los grandes yacimientos energéticos existente en la zona. Busca entonces ampliar el acceso imperial al Asia Central y consolidar el aislamiento y cerco contra Irán. Quedan en la mira del imperio las naciones que de alguna manera –y no obstante las concesiones realizadas bajo fuerte presión imperial- asumían el manejo soberano de sus recursos energéticos y demás políticas, entre ellas la misma Irak, Libia y Siria.

Dicha ofensiva no se circunscribe sólo al Medio Oriente y al Asia Central (además de la zona del Cáucaso ex soviético donde también intervienen exacerbando nacionalismos y fundamentalismos). La súper expoliada África, las regiones del sureste y del este asiáticos, el sub-continente indio-pakistaní, y, por supuesto, su pretendido patio trasero latinoamericano y caribeño, no escapan al diseño e implementación de “estrategias” de dominación imperial.

En Europa los países otrora aliados en el Pacto de Varsovia y otras ex repúblicas soviéticas son pasto de la injerencia imperial con el diligente apoyo de sus aliados sub-imperialistas europeos occidentales, siendo Ucrania el caso más emblemático con aquello de la “revolución naranja”.

A la invasión definitiva de Irak, se añade ahora la reciente agresión a Libia (con derrocamiento de su gobierno y magnicidio incluido) y el intervencionismo en curso contra Siria. Todos eventos que responden perfectamente a la estrategia imperial claramente diseñada.

Las noticias recientes sobre la ampliación del escudo anti-misil de la OTAN (con la anunciada incorporación de España); la ampliación de la base militar gringa al norte de Australia; las multimillonarias alianzas militares con Filipinas, Taiwán y Corea del Sur; la continuada presencia militar norteamericana en Japón; y las iniciativas de “acercamiento” gringo a países de la región limítrofes con China por el sur, fortalecen la idea de que se trata de toda una estrategia imperial para mantener la hegemonía unipolar sobre el planeta.

Para el imperio, es menester contener a China y anular a Rusia ejerciendo presión política y militar. En el caso Chino tratarán de manipular todas las contradicciones posibles, tales con el separatismo tibetano; las controversias limítrofes con Vietnam y Filipinas en el Mar del Sur de China; la cuestión coreana; el armamentismo taiwanés; el asunto de las reservas monetarias chinas; y las ya tradicionales injerencias en el tema de los derechos humanos dentro de la nación asiática. En el caso ruso, las ex repúblicas soviéticas del Asia Central y del Cáucaso, Ucrania, Bielorusia y Turquía, constituyen países donde las conspiraciones por restarle influencia rusa están a la orden del día. El mismo asunto checheno, donde el salafismo juega rol importante, no escapa a esta contradicción. A favor de Rusia juego su inmenso territorio lleno de recursos energéticos y de potencialidades económicas de todo tipo. Sin embargo habría que destacar la gran dependencia económica que de la venta al exterior de su petróleo y gas (sobre todo a Europa), viene adquiriendo Rusia, haciéndola susceptible por esa vía –igual que Venezuela, por ahora- de los vaivenes de la economía capitalista mundial. En contra de China juega su cada vez mayor dependencia de los recursos energéticos adquiridos en el exterior.

En África el imperialismo con el concurso de una servil ONU logra separar el sur del Sudán, rico en petróleo. Francia retoma la vía neocolonialista y cual sub-imperialismo adscrito al imperio yanqui, interviene, tumba y pone gobiernos en distintas naciones africanas. Asume un papel destacado en la agresión contra Libia y contra Siria.

El imperialismo recurre a la gatopardo “Primavera Árabe” para refrescar los agotados y anti-populares regímenes egipcios y tunecinos, gestando para ello una alianza estratégica con los derechistas movimientos salafistas. A éstos se les permite en Túnez y en Egipto ganar terreno “legal”; también sirven de infantería de la OTAN en contra la Yamahiriya Libia; y ahora –nuevamente armados, entrenados y dirigidos por el imperialismo- promueven la guerra civil en Siria, siempre en procura de la intervención directa de la panoplia militar de la OTAN. Detrás del salafismo se mueven las retrógradas y pro-imperialistas monarquías árabes como la saudita y la qatarí. Esta última jugó en Libia un públicamente reconocido servicio al imperialismo aportando mercenarios, armas, recursos mediáticos y de todo tipo.

Preocupa al imperialismo la aparición de iniciativas soberanas de integración regional en diversas partes del mundo. Como estrategia intentan subordinarlas inoculándole Caballos de Troya (como podría ser el papel de la burguesía santanderista colombiana dentro de la CELAC tal como lo hizo con el Congreso Anfictiónico de Panamá) para a la postre reventar dichas iniciativas; o las enfrentan con la amenaza militar, tal como en el caso sirio-iraní, o lo que significó el bárbaro y sangriento sabotaje al intento libio en pro de la unidad africana. Es obvia la manipulación anti-china que el imperialismo yanqui intenta hacer del bloque regional del sureste asiático que incluye a Vietnam, Malasia e Indonesia, entre otros.

Existen estrechos vasos comunicantes entre estas iniciativas regionales soberanas y la recuperación de China y Rusia como polos de poder mundial. La crisis económica que atraviesa el capitalismo norteamericano y europeo está estrechamente ligada con el fortalecimiento económico de China y Rusia en alianza en áreas estratégicas con otros bloques y sub-bloques de países encabezados, entre otros, por India, Brasil y Suráfrica, los llamados países BRICS. La iniciativa ALBA se inscribe con personalidad propia –identificados con la alternativa socialista- como subconjunto que se solapa fundamentalmente con Mercosur y la próxima CELAC.

La bancarrota del Estado de Bienestar capitalista europeo y norteamericano entre otras causas responde a la cada vez mayores limitaciones de sus respectivas transnacionales capitalistas para extraer de la llamada periferia el plusvalor necesario para incrementar su opulencia a la vez que mantienen a las clases trabajadoras europeas y norteamericanas en niveles de consumismo anulador de su potencial revolucionario. Se hace necesario para el imperialismo hacer efectivo su hegemonía global aplastando todo intento de soberanía para retrotraer a los pueblos del mundo a la condición de esclavos modernos del imperio.

Junto con la crisis económica y social del capitalismo occidental hace aguas también una cierta intelectualidad de “izquierda” asociada por diversas vías con el mencionado Estado de Bienestar. La misma “izquierda” que apoyó tácitamente a la OTAN en su agresión genocida contra Libia y que apoya la eventual agresión a Siria. La misma “izquierda” que se queda en su “crítica” en los aspectos puramente formales de la “vigencia universal” de la democracia burguesa al estilo occidental. La misma “izquierda” que pretende dictar cátedra a los gobiernos revolucionarios latinoamericanos y a la verdadera izquierda antiimperialista mundial sobre las supuestas visiones “monolíticas” de éstos últimos, mientras en la práctica esta “izquierda” toma “monolítico” partido a favor de lo más retrógrado del mundo árabe. Una “izquierda” que seguramente el imperialismo promoverá para que asuma la conducción del movimiento de los indignados con miras a desarmar ideológica y políticamente a dicho movimiento.

Estamos en un momento decisivo. Se trata de una lucha global contra el imperialismo en la cual en cada batalla se dirime el futuro de la humanidad toda. Ayer fue Libia, aislada, incomprendida, tergiversada, con sus errores fundamentales, pero que no obstante resistió y seguirá resistiendo a costa de la vida de sus hijos e hijas. Ahora vienen por Siria. Por última agredirán a Irán y doblegarán a China y a Rusia.

Todo ello si las fuerzas patrióticas y revolucionarias del mundo no salen a decirle NO al imperialismo. Todo ello si no se pasa a la ofensiva política en todos los frentes, empezando por hacer entender al movimiento de los indignados de los países capitalistas del centro imperial que la lucha contra el neo-liberalismo y la aristocracia de sus gobernantes es la misma lucha contra la agresión imperialista a los pueblos del mundo.

Para ello es menester desenmascarar a los intelectuales “de izquierda” que pregonan una anti-dialéctica visión eurocéntrica del problema basada en la caricaturización de los antiimperialistas liderazgos no europeos.

Para ello es menester la unidad de todas las fuerzas antiimperialistas del mundo. El mundo árabe y musulmán en general debe dejar atrás las disputas basadas en manipulaciones interesadas de aspectos relativos a la fe y marchar unidos en la diversidad contra el enemigo imperial que siempre ha estimulado y se ha aprovechado de estas disputas. Igual para los pueblos de todas las religiones, etnias, colectivos y nacionalidades. El gran satán no es otro que el imperialismo y sus lacayos conscientes.

Sólo así los pueblos del mundo detendremos la locura imperial y habrá paz para la humanidad.

INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA

Luis2000aponte@gmail.com