Beatriz Juez

Público

 

Ecologistas e indígenas presentan una demanda contra la Administración Obama por aprobar las prospecciones petrolíferas de Shell en el Ártico

 

Es la lucha de una pequeña comunidad esquimal de Alaska y de un nutrido grupo de ecologistas contra el tándem formado por la petrolera Shell y la Administración Obama. La lucha por preservar el frágil ecosistema del Ártico contra la búsqueda de nuevas reservas de petróleo sin explotar para tratar de saciar la sed insaciable de combustible de Estados Unidos.

En Point Hope, una localidad esquimal de 750 habitantes situada en la punta más occidental al noroeste de Alaska, están marcando en el calendario los días que quedan para que comience el verano de 2012. No esperan la llegada del buen tiempo, sino que se preparan para un acontecimiento que, según los ecologistas, puede revolucionar la vida de los habitantes de esta recóndita localidad esquimal situada a 322 kilómetros al norte del Círculo Ártico y a 7.015 kilómetros de Washington: el próximo verano está previsto que Shell empiece a realizar perforaciones de pozos petrolíferos en el océano Glacial Ártico.

La zona podría tener el 13% de las reservas de petróleo aún no descubiertas

Según los expertos, el Ártico puede tener el 13% de las reservas mundiales de petróleo aún no descubiertas. Por eso, Estados Unidos, Canadá, Rusia, Dinamarca y Noruega países que rodean el océano Ártico compiten por el control de los recursos petroleros y de gas natural de la región. La petrolera noruega Statoil y la estadounidense ConocoPhillips se encuentran a la espera de ver cómo le va a Shell para iniciar sus propias exploraciones.

Asociaciones locales de esquimales y ecologistas se oponen a estas exploraciones. Su peor pesadilla: una marea negra en el Ártico. «No tienen plan en caso de vertido», denuncia Earthjustice. Este bufete de abogados sin ánimo de lucro ha presentando una denuncia ante un tribunal de apelaciones en nombre de 13 organizaciones esquimales y ecologistas con el objetivo de impedir que Shell haga perforaciones petroleras en las peligrosas aguas del Ártico, donde el deslizamiento de enormes bloques de hielo puede ser una amenaza para las labores de perforación.

Shell confía en que el tribunal de apelaciones acabará dándole la razón y aprobará su plan de perforaciones exploratorias en el mar de Beaufort, tal y como hizo otro tribunal en mayo. Curtis Smith, portavoz de Shell Alaska, está convencido de ello porque la petrolera ha presentado «el plan de exploración más técnicamente sólido y medioambientalmente delicado de la historia de Norteamérica».

«Shell no tiene plan en caso de vertido», dice un despacho de abogados

La petrolera sostiene que en el caso poco probable de que se produzca una marea negra, la compañía pondría en marcha el sistema de respuesta antivertido «más sólido» de los que dispone la industria petrolera y que cumple los requisitos de la Oficina Nacional de Administración, Regulación y Aplicación de la Energía Oceánica de Estados Unidos (BOEMRE, por sus siglas en inglés).

En aislamiento

Los ecologistas y los nativos consideran, en cambio, que el plan de Shell hace aguas por todas partes. Sostienen que, en caso de que se produzca un vertido de petróleo en el Ártico, será imposible para Shell limpiar la marea negra debido a las condiciones extremas y el aislamiento de esta región. «Los mismos factores que han limitado el desarrollo en la región, como el frío extremo, el abundante hielo, las tormentas intensas y la infraestructura industrial limitada, hacen que la perforación y extracción de hidrocarburos sea más peligrosa que en otras áreas a cierta distancia de la costa de Estados Unidos», advierte un informe publicado en septiembre del Grupo Medioambiental Pew.

Si se produce un derrame en otoño no se podrá hacer nada hasta junio

«Cuando hablamos del frágil Ártico, la ciencia, no la política, debería guiar la toma de decisiones», advierte Marilyn Heiman, directora de la oficina del Ártico del Grupo Medioambiental Pew. Heiman recomienda realizar más estudios científicos antes de llevar a cabo perforaciones petrolíferas con el fin de «evitar un daño irreparable en un ecosistema que no se puede encontrar en ninguna otra parte en aguas estadounidenses».

El Grupo Medioambiental Pew ha encontrado lagunas en el estudio del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) sobre las perforaciones petroleras en el Ártico. Y se pregunta si, en caso de marea negra, se dispone de información técnica y científica suficiente para responder de forma rápida y eficaz ante un desastre ecológico de grandes dimensiones.

Perforar en el Ártico sólo es posible de julio a octubre. Si se produce un vertido de petróleo a finales de otoño, no se podrá hacer nada para limpiarlo hasta el mes de junio cuando llegue el deshielo. Y entonces, advierten los ecologistas, será demasiado tarde.

Los ecologistas y los nativos de Alaska también temen que los témpanos de hielo queden contaminados por la marea negra y que sea imposible deshacerse del crudo. Recuerdan que esos témpanos de hielo son el hogar de morsas, focas y osos polares, ya amenazados por el deshielo. Muchos ecologistas consideran el Ártico la zona cero del cambio climático.

«Permitir a Shell perforar cuando no tiene un plan creíble de limpieza de un vertido de petróleo en las aguas congeladas del Ártico y, en vez de eso, simplemente asumir que puede limpiar el 95% del petróleo vertido no sólo es poco realista, sino que es insultante e irresponsable», señala en un comunicado Holly Harris, abogada de Earthjustice. «Dado el riesgo de un vertido de petróleo catastrófico, la Administración Obama no debería permitir a Shell jugar a la ruleta rusa con el futuro de los osos polares, las morsas del Pacífico y todo el ecosistema del Ártico», añade Rebecca Noblin, directora para Alaska del Centro para la Diversidad Biológica.

Noblin cree que si los osos polares, las morsas y otras especies en peligro de extinción van a sobrevivir en un Ártico que se derrite rápidamente, «necesitamos proteger su hábitat, no sacrificarlo a las compañías petrolíferas». Los ecologistas y los nativos también temen que «el ruido industrial» provocado por las labores de perforación, y el continuo ir y venir de barcos y helicópteros, puedan alterar o desorientar a las ballenas, los osos polares y otros animales.

«El ruido atronador de la perforación es tan alto y confuso que puede llevar a las osas polares a abandonar a sus cachorros», advierte Greenpeace a sus miembros en un correo electrónico enviado para recaudar fondos para salvar a los osos polares. «Imagine un cachorro de oso polar, solo y hambriento, abandonado por su madre por culpa del ruido de la perforación del Ártico. Si no actuamos pronto esta situación hipotética puede convertirse en real y mortal», añade Greenpeace.

Pero las perforaciones petroleras de Shell no sólo ponen en peligro la vida de los osos polares, las morsas y las ballenas, sino también la cultura y la forma de vida de las comunidades nativas de Alaska. «El océano es nuestro jardín. Dependemos de él para alimentos de subsistencia que nos han mantenido a nosotros y a nuestra cultura durante miles de años «, asegura Lily Tuzroyluke, directora ejecutiva de la Comunidad Nativa de Point Hope.

Shell está «orgullosa», según el portavoz de su filial en Alaska, de «la relación que ha forjado a lo largo de los últimos años con el condado de North Slope y muchas de sus localidades y residentes». Curtis asegura que han mantenido más de 450 reuniones con los vecinos de la zona para «escuchar las preocupaciones, responder a preguntas y hacer cambios en nuestro programa». A pesar de que mantienen diferencias sobre ciertos puntos, entre ellos mantienen «un diálogo productivo y respetuoso», según el portavoz.

Millones en impuestos

El problema, según los ecologistas, es que hay mucho dinero en juego y muchos en Alaska se frotan las manos; ven en la llegada de Shell una oportunidad de oro para hacer negocios. Se estima que los pozos de petróleo de Chukchi y Beaufort podrían tener un valor de 2.400 millones de dólares. También serviría para llenar las arcas municipales, estatales y federales con los impuestos del petróleo.

El gobernador de Alaska, el republicano Sean Parnell, apoya, al igual que los senadores de este Estado, el plan de Shell de perforar en el Ártico. Las autoridades locales confían en encontrar nuevas fuentes de petróleo para transportar el crudo a través del oleoducto Trans Alaska, que recorre 1.287 kilómetros desde la bahía de Prudhoe hasta el puerto de Valdez. Shell asegura que las reservas estimadas de petróleo y gas natural en los mares de Chukchi y Beaufort podrían crear «50.000 puestos de trabajo muy bien remunerados, provocar décadas de crecimiento económico y añadir años de vida al oleoducto Trans Alaska».

Este oleoducto ha visto reducido considerablemente en los últimos años su volumen de transporte, que ha pasado de un récord de dos millones de barriles de petróleo diarios en 1988 a los 570.000 barriles diarios este año. Por lo que las autoridades locales están deseando que el petróleo de Chukchi y Beaufort fluya por este oleoducto.

«En estos tiempos en que la nación lucha por la creación de empleo y busca nuevas fuentes nacionales de energía, Shell está preparada para explorar el Ártico y empezar a repartir estos beneficios a los estadounidenses», añade el portavoz de Shell Alaska.

Sin embargo, muchos en la comunidad esquimal de Point Hope desconfían de las promesas de Shell y los políticos locales. «Aprobar la perforación de Shell en el mar de Beaufort es irresponsable y podría provocar una catástrofe», explica Caroline Cannon, presidenta de la Comunidad Nativa de Point Hope. «Lucharemos en los tribunales, porque nuestra cultura nunca podrá ser comprada o compensada con dinero. No tiene precio», concluye Cannon.