* El ‘Plan Colombia’ no ha podido destruir o desmantelar a las poderosas FARC-EP y sólo ha incrementado la producción de drogas y el bandolerismo. Ese es el saldo del segundo gobierno de Uribe, a lo que hay que agregar la entrega de la soberanía al gobierno estadounidense.
Colombia, la querida Colombia, la que usufructuó el nombre que El Libertador Simón Bolívar le puso a la Gran Colombia, la grande, la que conformaban Venezuela, Nueva Granada, Panamá incluida, Ecuador, Bolivia y Perú, está herida de muerte, tiene clavado en su inmenso corazón siete puñales envueltos en billetes verdes y con un fuerte olor a entreguismo, a traición, a Patria vendida.
LA OLIGARQUÍA SANTANDERIANA VENDIÓ A COLOMBIA POR 33 MONEDAS
La oligarquía santanderiana colombiana, la más reaccionaria, retardataria, conservadora y fascista de América Latina; la misma que asesinó a Bolívar en Santa Marta y apuñaleó e hirió de muerte a la Gran Colombia, con el entreguismo de Santander al naciente imperialismo yanqui, está dando su más audaz y temerario salto al vacío, entregarle al pérfido y criminal imperio norteamericano a la heroica nación, cediéndole una indeterminada cantidad de bases militares –siete hasta ahora–, desde donde piensan terminar destruir a la insurgencia guerrillera revolucionaria –a la que ser propuso destruir Uribe desde el inicio de su gobierno y no lo ha logrado– y extender su amenaza militar, en primer término, contra Venezuela, Ecuador y Bolivia, tratando de detenerr la insurgencia bolivariana de nuestros tres pueblos y acallar la voz esclarecedora de los conductores Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales.
Ya los hechos demostraron que el llamado ‘Plan Colombia’ nunca se propuso acabar en serio contra el narcotráfico en ese país, al contrario, el balance mismo de las instituciones imparciales y de las fuerzas progresistas en el sentido que bajo el “manto” del ‘Plan Colombia’ el cultivo, procesamiento y distribución de cocaína se incrementó. De hecho varios han sido los descubrimientos de transporte de drogas en aviones militares norteamericanos hacia los Estados Unidos y de soldados acantonados, consumidores.
EL ‘PLAN COLOMBIA’ NO DESTRUYÓ A LAS FARC-EP NI AL ELN
Es claro que los dispositivos militares yanquis en Colombia tenían, en primera instancia, la destrucción y el desmantelamiento de la insurgencia guerrillera bolivariana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular y del Ejército de Liberación Nacional. Tecnología sofisticada, cuerpos de inteligencia, penetraciones, asesinatos, intrigas y todos los elementos que pueden emplear para destruir al movimiento guerrillero, debilitarlo, fraccionarlo, quitarle su capacidad operativa, reducirlo a la condición de guerrilla primaria y no cuerpos de ejército como actualmente tiene. Por lo visto no lo lograron, al menos no en el tiempo que el imperio y su aliado de la oligarquía colombiana, de la cúpula militar, se habían propuesto. La desmesura de la instalación de 7 bases indica que hasta ahora las FARC-EP siguen incólumes, debilitadas en algunos aspectos tal vez, pero siguen conservando al parecer su poder, su control territorial y su influencia política.
Dentro de ese plan papel importante juegan los grupos criminales de paramilitares, creados en Medellín, entre otros por el propio Uribe cuando fue gobernador del Departamento. El engendro –como igual lo fue la creación de carteles del narcotráfico– del paramilitarismo contó con el apoyo y financiamiento de la oligarquía, de los sectores latifundistas, el apoyo secreto de sectores de los altos mandos del Ejército. Estas fuerzas paramilitares jugaron –y siguen jugando– un papel sumamente importante en la estrategia de la oligarquía y del imperialismo. Fuerza de choque de vanguardia, el paramilitarismo fue en buena medida desgastado en el brutal enfrentamiento con las guerrillas revolucionarias, que no pocas veces diezmaron sus filas. Hoy, el papel asignado a los reagrupados destacamentos, es la penetración silenciosa en países como Venezuela y Ecuador para tratar de subvertir el orden, crear caos, incrementar los delitos y elevar exponencialmente la criminalidad y sentar las bases de una agresión militar de mayor envergadura, contando con el apoyo logístico, de planta física, etc. de los gobernadores del Táchira, el fascista Pérez Vivas, del gobernador Pérez, testaferro de Rosales en el Zulia, de Capriles Radonski, Ocariz y el vámpiro Ledezma en Miranda y parte de Caracas y de no pocos empresarios del campo.
Pero la trama de dolor y horror vivida por los colombianos bajo el siniestro gobierno de Uribe. La dictadura brutal, el terror y el terrorismo de Estado, los asesinatos, los falsos positivos, vividos por ese sufrido, pero nunca resignado pueblo, con el paso dado por la oligarquía de los Santos, por el desgobierno de Uribe de entregarle la soberanía de Colombia al imperio yanqui en bandeja de plata para que comience a vietnamizarla cuando en equis cantidad de bases militares se comience a desatar la guerra, todo lo vivido será cosa de muchachos.
EL OBJETIVO DEL ESTADO GRINGO: DESTRUIR LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
Lo que piensa desarrollar la vendida y entreguista oligarquía a partir de la instalación formal de las bases militares gringas contra el pueblo colombiano –si no manifiesta, enfrenta e insurge contra tamaña monstruosidad– es una masiva agresión, en primer término, contra Venezuela; de hecho nuestro país es el objetivo principal, sólo falta una agresión militar directa, encubierta o abierta, depende de la táctica a emplear, buscando un pretexto –¿el diferendo, el separatismo del Zulia o del Táchira de Venezuela?– para el choque o la agresión militar del Ejército colombiano, apoyado, naturalmente por los yanquis.
En la primera reunión de Jefes de Estado del grupo UNASUR sonó la primera alarma. Reunión a la que por cierto el cobarde de Uribe no asistió y mandó a una vieja urraca a hacer el triste papel de vende patria colombiana ante los atónitos presidentes, que escuchaban a la asustada e indigna mujer que pretendía justificar lo injustificable, que había que calarse al Ejército yanqui mudado a Colombia prácticamente en pleno, con todo tipo de pertrechos y tecnología y grupos mercenarios y de asesinos, para recuperar las plazas coloniales perdidas y con éstas sus riquezas: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Paraguay.
Pues bien, los presidentes reunidos en UNASUR expresaron entonces su rechazo –cada uno con su lenguaje– a la demencial y peligrosa política del gobierno uribista de entregarle la soberanía colombiana a los yanquis, amenazarlos militarmente y pese al rechazo expresado por los presidentes, Uribe –léase el gobierno de Obama– hizo oídos sordos a aquel unánime cuestionamiento y, para burla de los pueblos y gobiernos del continente y del propio pueblo colombiano que rechaza la instalación de las bases militares, aceleró el proceso de negociaciones y en entreguista y vende patria conducta, con el apoyo del Alto Mando Militar, se cerró la entrega de la soberanía colombiana al imperio autorizando el presidente que la bota infamante del yanqui invasor huelle la sagrada tierra de Nariño y de Ricaurte.
¿Qué precio fue el tuvo que pagar el gobierno norteamericano al colombiano, qué concesión tuvo que darle al grupo oligárquico que representa Uribe y los Santos, mejor dicho, por cuánto o por qué se vendió Uribe al imperio? ¿La presidencia? ¿Vale la soberanía y la dignidad de un país como Colombia la presidencia de la república para pagarle a un hombre obcecado, lleno de odio y bajas pasiones? ¿Nada importa a la oligarquía la hermandad de naciones con una épica gloriosa y una historia común en la lucha por la libertad de un imperio para, 200 años después entregarse a otro imperio?
EL ERROR MÁS GRAVE Y FATAL DE LA OLIGARQUÍA COLOMBIANA
No hay dudas de que Uribe y la oligarquía colombiana cometieron el error más graves e imperdonable de sus miserables vidas, por ello el primero en cobrarles tamaña afrenta será el propio pueblo colombiano. Ahora es que van a conocer a ese pueblo al que tienen 60 años masacrando, humillando y reduciendo a la condición de parias. Ahora es que vendrá insurgencia y lucha por la dignidad y la soberanía mancilladas. Ahora es que van a ver el fortalecimiento de la insurgencia y Colombia convertida en un Vietnam. A la israelización de Colombia los pueblos latinoamericanos opondrán la espada de Bolívar y la unidad continental. Muy pronto Uribe va a comenzar a entender que él y su clase dominante cometieron un grave error, cuando eso ocurra ya será tarde para ellos y sus aliados.
Si quiere una demostración palpable de ese error pulsemos lo que acaba de ocurrir en la reunión de UNASUR en la ciudad de Bariloche. Ya el solo hecho de que todos los gobiernos suramericanos se hayan reunido para discutir el grave punto de las bases yanquis en Colombia indica el grave y peligroso aislamiento en el que se encuentra el gobierno neogranadino. Ciertamente, por la presión yanqui el entreguista gobierno de Uribe, amparado en una muy particular y falaz interpretación del concepto de soberanía, trató de justificar el exabrupto que significa, precisamente, la entrega de la soberanía colombiana a una potencia extranjera para que le resuelva el problema de la insurgencia guerrillera –no le basta a Colombia tener 400 mil hombre en su ejército para combatir a las guerrillas que necesita un “refuerzo” extranjero– y se lance en pos de países como Venezuela –¿el anexionismo de la oligarquía Colombia en puertas? –, Ecuador, Bolivia, pretendiendo destruir sus procesos libertarios y de libre auto determinación?
Ciertamente que una de las fases tácticas del presidente Chávez al deslindar con el gobierno de Colombia y denunciar su pretensión de entregar la soberanía colombiana a una potencia extranjera, fue ampliamente lograda no sólo en lo mediático sino en lo político, al reunirse los presidente de UNASUR en dos oportunidades para tratar el tema y expresar abiertamente sus puntos de vista y tomar algunas tibias decisiones, pero ya las cartas están echadas y una nueva etapa en el enfrentamiento contra el imperio, comienza; con todo el imperialismo ya no tiene las manos enteramente libres para actuar como quiera.
Otro elemento a considerar fue la movilización popular en Bariloche contra las bases gringas en Colombia. Allí hay un elemento a profundizar en los próximos meses, las grandes movilizaciones populares serán un arma para enfrentar al imperialismo.
Otro elemento a considerar es el impacto que todo este debate y movilizaciones políticas han tenido en el seno del pueblo colombiano. El narcogobierno terrorista de Uribe no va a poder contener la rebeldía de aguerrido pueblo, pronto veremos las respuestas de un pueblo que no va a admitir perder su soberanía.
(humbertocaracola@gmail.com)
Revista Caracola / Caracola Press Service CPS