Marcos Luna

Revolución no es sustituir la realidad por lo que deseamos que sea, hay que cambiar. Chávez decía a cada rato citando a Cristo, «el que tenga ojos que vea», cuando había una verdad que creía incontrovertible. La realidad golpea mucho y a muchos que necesitan esperanza. Pero si hay una verdad irrefutable es la decadencia de la revolución bolivariana después de la muerte de Chávez. Pareciera que la presidencia de Maduro ha tenido un efecto placebo sobre los dolores que ocasiona el desengaño, en muchos que se ciegan delante una triste y dolorosa verdad.

Haciendo un paréntesis de los males materiales, del sueldo 0, del hambre, de la impotencia para resolver nuestros problemas médicos, enterrar a nuestros muertos, estudiar o trabajar, la intermitencia de los servicios públicos… El peor de los males es saber que vivimos peor que en tiempos de Caldera y el resto de la cuarta, el dolor más grande ha sido la muerte de Chávez y la pérdida o abandono de todos los avances logrados cuando el país estuvo orientado hacia el socialismo, conducido por el liderazgo de Chávez. Hoy la orientación es otra.

Acusado de ejercer un «superliderazgo», acusado de caudillo, de hacer de «redentor», el mundo político se colocó en contra de Chávez, conspiraron escondidos en el mismo palacio de gobierno, y desde afuera. Se puso de moda hablar de «chavismo sin Chávez»… hasta que lo asesinaron. En ese entonces era obvio y obligado investigar su asesinato, pero no se hizo.

El tema del liderazgo de Chávez lo trataremos en otro momento, pero tomado como excusa, hablando de súper liderazgo para condenar sus políticas, sus decisiones, nos hace pensar que detrás están los traidores de la revolución, y quizás sus asesinos; si no los materiales, los espirituales, o ambos.

El «súper liderazgo» de Chávez aparece como un reclamo político, justo antes de que brotara su cáncer, de que enfermara y muriera. Para nosotros no hay casualidades, más bien causalidades. Nuestra mente no nos permite aceptar las casualidades como formas válidas para explicar la decadencia de la revolución de Chávez, la caída de la revolución socialista bolivariana al día siguiente de su muerte.

En su asesinato y en la falsificación del Plan de la Patria están las claves para entender este cambio de rumbo tan radical, no en las conspiraciones posteriores del imperio, sino en las anteriores, en aquellas que derivaron en estos dos hechos. Es sospechoso como fue tratado el caso, que a pesar de la creencia, la confesión de casi todos los líderes cercanos al comandante de que fue asesinado, que su muerte no fue natural, y sin embargo no se llevó a cabo una investigación ni hubo una reacción política, ni siquiera una declaración oficial.

Los médicos cubanos no pudieron explicar el rápido desarrollo y la agresividad del cáncer, su violencia, sólo comparable al cáncer que matara a Arafat, provocado con polonio, un agente radioactivo indetectable. Sin embargo nunca se hizo la investigación, el análisis técnico científico y el análisis político, a pesar de las demandas de algunos o algunas, como María León, diputada, la cual fue la líder de una de esas campañas. Pero, hasta ahora no se sabe qué pasó con eso.

El otro hecho del cual ya hemos hablado bastante fue la adulteración del Plan de la Patria, hecho curioso por la rapidez con la cual fue realizado que nos hace pensar en la planificación, que fue calculado con tiempo.

No obstante, la muerte de Chávez es la clave para terminar de convencer a los obnubilados con las mentiras de Maduro. El misterio del desastre político del gobierno de Maduro se develará sólo cuando la muerte del comandante sea estudiada, investigada policialmente y sea analizada políticamente. Resulta muy sencillo explicarlo todo a través de sanciones y bloqueos, a través de la maldad de un imperio que ya todos conocemos desde siempre. Sabíamos a qué atenernos con el imperio, no es hora de llorar y buscar excusas.

Dicho de otra manera, los atentados a la vida de Chávez no se comparan con los de Maduro en certeza, como reales, como verdad: Chávez fue asesinado, pero Maduro, después de infinitas denuncias de atentados, todavía está vivo y coleando. Yo dudo que Maduro haya sido más previsible que Chávez en estos asuntos, quizás fue más confiado de lo debido, pero fue, pero era, mucho más militar y previsible que ese Maduro, el cual dejó secuestrar en una pequeña escaramuza a varios oficiales y soldados en la frontera, por un grupo de la Farc, un caso militar y políticamente tan extraño como significativo.

Pero el PSUV no está para analizar o cuestionar esos episodios. El PSUV no cuenta con políticos capaces de estudiar o analizar esos hechos: la muerte de Chávez, la falsificación del Plan de la Patria y el fracaso militar en la frontera. El PSUV es «un instrumento ciego de nuestra esclavitud»… ¿Dónde están los revolucionarios, dónde están los críticos de la revolución?

No son capaces de ver el problema en su conjunto, o no les interesa ver la dimensión del problema, porque están encapsulados en sus propios intereses, mezquinos, egoístas.

Porque resulta que el «liderazgo» de Chávez los aterró. No tuvieron las bolas para ponerse a su altura moral, el Che a la par de Fidel, Trotsky a la par de Lenin, Sucre al lado de Bolívar, un reto demasiado grande. Sin bolas, sin cojones a la vista, Chávez asumió la tarea de la revolución, así fuera en solitario, esa es la verdad. Esta es mi historia. Una historia de voluntad, la de un hombre valiente, inteligente y cargado de convicciones y sueños, traicionado por una pandilla de tontos, cómplices, jóvenes osados jugando al poder, arreando a una masa que no quiere ver, sentir, ni pensar.

¡CHÁVEZ: POR UNA VENEZUELA POTENCIA MORAL!

origen: https://www.aporrea.org/ideologia/a306596.html