Eldestapeweb-Roberto Navarro

Desde que llegó Macri al poder, la inflación fue del 146 por ciento; el salario medio subió un 103 por ciento y las jubilaciones, un 101 por ciento. Trabajadores y sector pasivo perdieron aproximadamente un tercio de su poder adquisitivo. El desempleo pasó del 6 al 9 por ciento y se estima que el año termine en el 12 por ciento. Según los amables datos de UCA, sumó dos millones de pobres y aumentó un 50 por ciento la cantidad de niños con hambre. Sería lógico inferir que es imposible que sea reelegido. Pero no es así: Macri tiene la misma intención de voto que en la primera vuelta de 2015 y pelea una segunda vuelta con cualquiera. ¡Y aún no comenzó la campaña!

En una reunión de Gabinete la primera semana de diciembre, Marcos Peña le aseguró al equipo de ministros que “están listos para ganar las elecciones en cualquier circunstancia”. Según el jefe de Gabinete, el Gobierno tiene atado un paquete de contratos con empresas internacionales de uso de Big Data en redes que los hace “infalibles”.

ESCÁNDALO TOTAL | Ex empleados de Cambridge Analytica revelaron que trabajaron para Macri en 2015.https://t.co/SWtKE4YszK — El Destape (@eldestapeweb) 31 de julio de 2018

Seis meses antes de la elección parecía imposible que Donald Trump llegara a la presidencia. Ni siquiera se sospechaba que pudiera ganar la interna. Tres meses antes del escrutinio en Brasil, Bolsonaro era un marginal de la política. Nadie esperaba que el Brexit triunfara en Inglaterra ni que fracasara el acuerdo de paz en Colombia. Pero algo cambió en los procesos electorales: hoy nada es imposible.

“La economía no importa, hagamos lo que hay que hacer: sinceremos las tarifas, bajemos el gasto y avancemos con la reforma laboral; lo importante es que los electores entiendan que la culpa no es nuestra. Ese es el objetivo y lo estamos logrando”, le ordenó Marcos Peña al gabinete hace tres semanas.

Cambiemos realizó una transferencia de recursos de enorme dimensión, favoreciendo a unos pocos y empobreciendo a millones. Incluso lo sigue haciendo, como demuestran los anuncios de nuevos tarifazos en servicios y transporte. Pero hay un sector de la sociedad que persiste en apoyarlo porque el gobierno logró convencerlo de que no es el culpable de sus padecimientos. Ahora, al verso de la pesada herencia le sumó el “riesgo Cristina”, que “frena las inversiones por el miedo a que vuelva la ex presidenta”. Así, no importa lo que haga, Macri no es el culpable: es Cristina.

En los últimos cuatro años en el mundo no se votó por el candidato que se ama, sino en contra del que se odia. Y el sistema de manipulación pública para generar odio llegó a un nivel de eficacia inédito. Así ganaron Trump, Bolsonaro y Macri. El aporte de Big Data al uso de redes sociales logra resultados inimaginables hace poco tiempo y pone en duda las bases del sistema democrático.

La mayoría de la gente cree que actúa libremente y que la manipulación es algo que le sucede a los otros, a personas menos inteligentes. No es así, todos somos manipulables, aunque no todos de la misma manera ni para las mismas cosas. En los años 60 se inventa el marketing, en base a estudios de psicología social, encuestas y análisis de grupos. Ahora los laboratorios pueden conocernos mucho mejor que la psicología social de los 60. El Big Data permite hacer psicometría en grado extremo.

El escritor Daniel Molina aportó esta semana en un hilo de twitter datos reveladores del proceso de desarrollo de Big Data y su uso en elecciones. Comenzó con una anécdota: “En la serie “Mad Men” se ve como incorporan a una agencia de publicidad a una especialista en psicología. Don Draper, el personaje principal, pintado como un genio, acaba de divorciarse y se lo cuenta a esa profesional, y ella le dice que va a volver a casarse en un año. Draper, enojado, le pregunta cómo puede estar tan segura. Ella le responde: A la gente le molesta saber que vive en una cuadrícula que podemos investigar, pero vive allí; y a vos te toca casarte en un año. Draper se casó en un año”.

Hay un capítulo de Mad Men en el que en la agencia de publicidad contrata a una psicóloga social que hace estudios de mercado en base a focus group y encuestas.

A comienzos de los 60. — daniel molina (@rayovirtual) 26 de diciembre de 2018

Molina apuntó varios datos sobre cómo fue el proceso de desarrollo del nuevo modelo de manipulación pública. Contó que ya en los 80 la psicometría evaluaba cinco rasgos de personalidad: la apertura mental, la conciencia, la extroversión, la conveniencia y la neurosis. Pero ahora, gracias a los estudios de Michal Kosinski, la psicometría dio un salto gigantesco.

Michal Kosinski hizo su doctorado en el Centro de Psicometría de la Universidad de Cambridge. Para su estudio creó una app llamada My Personality.

Allí los usuarios llenaban sus datos psicométricos. Luego, los usuarios accedían a su perfil de personalidad. Kosinski supuso que sólo unas pocas docenas de personas completarían el cuestionario, pero resultó que millones habían revelado sus convicciones más íntimas sin ningún problema.

Así fue como un becario de doctorado en Cambridge poseía la colección de datos más grande del mundo. Y eso le permitió combinar las puntuaciones psicométricas con los perfiles de Facebook. Unió los 5 rasgos psicométricos con los “me gusta” y lo que se comparte en Facebook y le agregó datos de género, edad y lugar de residencia.

Si bien esa información parece débil para producir una predicción confiable, apenas se combinan miles de puntos de datos individuales, las predicciones resultantes se vuelven muy precisas.

En 2012, Kosinski demostró que, basándose en un promedio de 68 “me gusta” de Facebook, era posible predecir el color de piel con un 95% de precisión, la orientación sexual, con 88% de precisión y si prefería al Partido Demócrata o al Republicano, con 85%. Con 70 “me gusta” se lograba saber más de alguien que lo que sabían sus amigos. Con 150 “me gusta” lo que sabían los padres de la persona estudiada. Y al llegar a 300 “me gusta” ya se sabía más que lo que conocía de uno la persona más cercana: la pareja, por ejemplo.

Y eso, con sólo los datos dejados en los “me gusta” de Facebook. Si se le suman otras aplicaciones, los viajes y todas las huellas dejadas en internet, el conocimiento que se puede tener de una persona supera incluso lo que ella misma sabe de sí.

Kosinski vendió su aplicación en 2014 y tiempo después comenzó a ver cosas raras: de golpe ganaba el Brexit en Inglaterra y Trump, sin ningún aparato, era el candidato republicano y ganaba las elecciones. Resulta que Cambridge Analytica, la empresa que le compró la investigación a Kosinski, comenzó a usar esa información para diseñar campañas dirigidas a los indecisos en varias elecciones.

Hoy el uso de Big Data para competir en elecciones está generalizado, pero no todos tienen la decisión y el dinero para utilizarlo eficazmente. En Argentina gobierna un equipo convencido de las virtudes del sistema y con dinero de sobra. Del otro lado, en el peronismo, hay aún políticos de primera línea que ignoran totalmente el tema y siguen apostando su dinero en los medios de comunicación tradicionales.

Cambiemos llegará a la elección con una situación económica desastrosa, es muy posible que la inflación del año próximo sea similar a la de 2018, sigan creciendo el desempleo y la pobreza. Hasta hace unos años era imposible reelegir en esas condiciones. Hoy, con sistemas de manipulación de masas de excelencia de un lado y una oposición que hasta ahora se ha demostrado casi analfabeta en esta área, todo es posible.