Las relaciones de Rusia con los países del ALBA vendrán marcadas por el pragmático económico y los acuerdos bilaterales para la venta de productos militares y el traspaso de tecnología a los países sudamericanos, de lo que sería paradigma la creación de un centro de tecnología nuclear en Bolivia.
Además, Rusia estaría negociando instalar sus bases militares con Cuba, Venezuela, Nicaragua, Seychelles y Singapur con el objetivo inequívoco de ampliar el radio militar ruso, pues según el analista Lajos Szaszdi «la apertura de la bases en el exterior es necesaria para la disuasión estratégica de Rusia, la inteligencia, así como para verificar los acuerdos del desarme y también determinar qué planes hay de parte del Pentágono en caso de operaciones o intervenciones en el extranjero».
¿Nueva Crisis de los Misiles en Cuba?
Moscú es actualmente el noveno socio comercial de La Habana y como prólogo a la visita de Putin a la Isla, la Duma rusa habría ratificado la condonación de la deuda de Cuba con la URSS estimada en 35.200 millones de dólares y el resto (3.520 millones de dólares será abonado por Cuba en diez años y reinvertido por Rusia en la economía cubana. Putin se reunió con Raúl y Fidel Castro para abordar temas concernientes a la cooperación técnico-militar entre Moscú y La Habana y tratar asimismo temas como la cooperación energética, transporte, aviación, espacio y salud además de firmar varios acuerdos.
Respecto al acercamiento de EEUU a Cuba, Donald Trump habría adoptado como ‘leitmotiv’ de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano. Así, tras el intento de finiquitar el Obamacare, el anuncio de revisión del Tratado NAFTA y la retirada de EEUU del Acuerdo de París contra el Cambio Climático,(medidas cosméticas fruto de la paranoia personal de Trump que no verán su plasmación en la legislación estadounidense por la rotunda oposición de amplios sectores de la sociedad civil y de la división de la clase política republicana), el siguiente paso será intentar deshacer los avances diplomáticos y comerciales alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama.
Los cambios propuestos por la Administración Trump tienen como intención aumentar las regulaciones y la supervisión para dificultar a las empresas estadounidenses rubricar acuerdos con Cuba así como para que los estadounidenses continúen viajando al país y serían fruto de la extenuante presión de los destacados representantes cubanoamericanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart, ambos republicanos. Según un estudio realizado por Engage Cuba, la nueva política «le costaría 6.600 millones de dólares a la economía estadounidense y afectaría a 12.295 empleos durante el primer mandato de Trump». Finalmente, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla podría suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 70.000 millones de dólares por lo que la miopía geopolítica de la Administración Trump podría provocar la firma de un nuevo tratado de colaboración militar de Cuba con Rusia (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov) que incluiría la instalación de una base de radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington amén de misiles Iskander, pudiendo reeditarse la Crisis de los Misiles (octubre 1962).
¿Podrá evitar Nicaragua la asfixia económica?
La nueva estrategia de EEUU sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético, empezando por el presidente dominicano Danilo Medina. Por su parte, China habría asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido de facto en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas e inauguró en el 2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán al tiempo que diversifica sus compras, por lo que EEUU procederá a desestabilizar el Gobierno de Daniel Ortega dentro de su estrategia geopolítica global de secar las fuentes energéticas chinas.
Finalmente, la instalación el pasado abril de una estación satelital rusa en Managua (laguna de Nejapa) para «controlar el narcotráfico y estudiar los fenómenos naturales» habría provocado el nerviosismo del Pentágono que acusa a Rusia de «estar usando Nicaragua para crear una esfera de espionaje militar» mediante el Sistema Global de Navegación por Satélites (Glonass), el equivalente al GPS de EEUU. En consecuencia, la Administración Trump recurrirá a la doctrina kentiana, expuesta por Sherman Kent en su libro ‘Inteligencia estratégica para la política mundial norteamericana’ (1949). Los fines de estos tipos de guerra fueron descritos por este autor de la siguiente manera: «en estas guerras no convencionales se trata de hacer dos cosas: debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer» y más adelante añade que los instrumentos de la guerra económica «consisten en la zanahoria y el garrote»: «el bloqueo, la congelación de fondos, el ‘boicot’, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro». Así, hemos asistido a la aprobación por el Congreso y el Senado de EEUU del proyecto de ley conocido como Nica Act (Nicaraguan Investment Conditionality Act of 2017), que siguiendo la estrategia kentiana busca congelar los préstamos internacionales de instituciones satélites de EEUU (Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) a Nicaragua con el objetivo confeso de provocar su inanición financiera, quedando Putin y China como únicos garantes de evitar su asfixia económica.Venezuela en la encrucijada
Rusia y Venezuela esperan potenciar el comercio bilateral y constituir un nuevo esquema de unión dentro de la alianza estratégica, utilizando monedas nacionales en las transacciones comerciales entre ambos países para luego utilizarlas como fuente de acumulación de reservas y así adquirir preeminencia frente al dólar en las operaciones financieras internacionales, dentro de la ofensiva de Putin para acabar con el papel del dólar como patrón monetario mundial tras la imposición por parte de EEUU de nuevas sanciones contra Rusia. Venezuela habría realizado en los últimos años compras de material militar ruso por un montante de 11.000 millones de dólares que incluirían 24 cazas de combate Su-30, helicópteros y sistemas de defensa antiaérea y habría recibido préstamos por valor de 5.000 millones de dólares de la compañía rusa Rosneft a cambio de envíos de crudo y combustible, siendo en la actualidad deudor de unos 1.000 millones de dólares que serán condonados por Putin, no siendo descartable la instalación de una megabase naval y logística en Venezuela.
Por su parte, el ‘holding’ ruso Gazprom junto con la compañía estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y la francesa Total E&P habrían firmado un acuerdo para el proyecto de exploración de gas en el bloque Azero en el suroriente boliviano que significará una inversión de 4.500 millones de dólares. Sin embargo, el acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petroquímica estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), serían un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU (cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China), por lo que no sería descartable un intento de golpe de mano de la CIA contra Maduro si los cancilleres de EEUU y Rusia, Tillerson y Lavrov alcanzan un acuerdo global que incluiría a Ucrania, Siria y Venezuela y que dibujaría las zonas de influencia geopolítica mundial, quedando Venezuela como víctima colateral de la Guerra Fría 2.0.