No importa cómo se desee interpretar la actual situación que vive la humanidad, el planeta Tierra o el Capitalismo salvaje, son variadas las versiones académicas o periodísticas para definir a un mundo que se está agotando. Vivimos un capitalismo poco sensible hacia la condición humana que sobrevive por las armas, la guerra, la mentira y la muerte. Ese es el mundo que están viendo nuestros hijos.

La ambición humana, desde la aparición de un excedente económico que generó como saldo la era del intercambio de mercancías y la era de la civilización y del dominio de los más fuertes sobre los más débiles. Ese impacto generó una nueva cultura, una cultura occidental hacia los países colonizados que fue difundida en ideas de convivencia, en lo político, en formas de producción.

El mundo, en la historia de la humanidad se ha desplazado en un afán de decretar el disfrute de un planeta que nos ha dado todo lo que ha estado al alcance del hombre, ora para vivir en placer, ora para dominar, ora para establecer su reinado de opulencia.

Es mucha casualidad lo que hoy me ha sucedido mientras leía el formidable libro de Susan George: “Informe Lugano” de la editorial Icaria, dos días después de haber terminado de leer y analizar los famosos “Documentos de Santa Fe”, sobre este Documento pude darme cuenta de algunas pistas políticas, económicas e ideológica de los grupos que hoy en día quieren secularizar el actual sistema de dominio, idea que nace a partir de 1980, durante el gobierno de Reagan para reacomodar el campo opresor del imperio guerrerista.

Esa casualidad a la que me refiero, estuvo centrada en una película con el título de “2012” dirigida por Roland Emmerich, director de cine alemán que ha trabajado sobre todo en cine de sonido, imagen y de acción, donde su trama expresa la gran calamidad planetaria que sufriría la humanidad por el desgaste de la tierra, cuya versión es una interpretación calculada sobre las consecuencias catastrofistas que habrían de suceder en el año 2012, por el fin del Calendario Maya y los desastres naturales que son terremotos, erupciones volcánicas y maremotos.

En su séptima profecía los mayas decían que, a partir de sábado 22 de diciembre del año 2012  todas las relaciones estarán basadas en la tolerancia y la flexibilidad, pues el hombre sentirá a otros como otra parte de sí mismo. Es decir, luego de un reacomodo de la humanidad, producto de la gran catástrofe de nuestro planeta, el hombre y la humanidad entera, comprenderán su verdadera existencia y habrá mayor conexión con el planeta.

Mientras leía con mucha vehemencia, me detuve a ver la película en mención y a pesar de la enorme carga de exageración por la ficción que lo caracterizaba, el sonido y los efectos visuales, no dejó de ponerme en dudas de las cosas que hoy en día suceden con el planeta, la desconexión del hombre con el hombre y la tierra y como depredador de la naturaleza, no estamos muy lejos de que nuestro planeta Tierra tienda a su desaparición producto de la ignorancia humana y quien dice por allí, “producto del sistema al cual estamos sometido”.

A pesar de su exagerada trama dicha película me despertó aún más los duendes de mi imaginación. Logre interpretar en su trama, que una vez destruido el planeta, científicos, políticos de influencia, presidentes, ministros y empresarios millonarios, personas cuya genética podrían construir un “mundo de perfectos”, gente con “capacidad física e intelectual”, es decir, los “más aptos”, tuvieron la posibilidad de comprar un puesto supermillonario en la nave o arca, mientras que los demás: negros, indios, pobres de cualquier raza o religión, quedaban añadidos a su suerte.

Culminada la película, continúe con mi lectura lo cual, me sorprende cuando en el capítulo 6 que habla de los pilares que explican los pasos para la preservación del capitalismo globalizado, muy bien explicado por la autora y muy bien sometido a lo que el capitalismo neoliberal pretende el mundo que ellos quieren, “un mundo para los más aptos”. Entre estos pilares, el ideológico-ético, el económico, el político y el psicológico, no tuve opción en preferir uno de estos para interpretar la perspectiva de la humanidad que se pretende. En estos pilares se pretende interpretar el designio de reducir la población extinguiendo a los “menos aptos”. Esta es una tendencia actual de cómo opera el capitalismo en esta fase letal.

La sociedad de los más capaces son los seleccionados de la tierra, los portadores de los genes perfectos los que tienen el derecho natural de sobrevivir en la tierra. El denominado orden natural, al estilo de Spencer, es decir, aquél que es apto para garantizar el control de la humanidad y con acceso a la armonía en la sociedad y el menos apto, privado y restringido por su condición limitada, el pobre, el indio, el negro, etc., no está en condiciones de ejercer el control en una sociedad que está diseñada por su misma ley natural. La sociedad camina según la ley natural y el mercado, por supuesto, actúa por sí solo, sin intervención de ningún ente político.

Para los neoclásicos del liberalismo y los economistas, como Adam Smith, los hombres tienden a obrar de acuerdo con su fuerza natural, que es el egoísmo, su ambición, es decir, el mundo camina por sí mismo, es una condición natural, “cualquier intento de intervenir para transformar las leyes del orden natural, será inútil y perjudicial para el progreso económico y social…”. Corroboro con esta frase para justificar lo anteriormente dicho.

Pues bien, volviendo al tema inicial que es la relación entre la película y el Informe, ¿Que se pretende hoy en día con el planeta, con un sistema dominante e insensible?, ¿que el capitalismo sobreviva así sea sobre los escombros de la humanidad? En esta época de violencia imperial, de terrorismo islámico, como respuesta a la destrucción imperial, la ambición, los daños ocasionados al ecosistema, la destrucción de la familia y las culturas, la crisis ideológica, entre ellas, la religión y los valores universales del hombre y la sociedad, ha llegado a su zenit.

En esta era de guerras, amenazas, destrucción del patrimonio cultural, de la naturaleza, de violación de los derechos a la vida y al bienestar, son los barrotes de la verdadera destrucción de la humanidad. El capitalismo considera que aquellas personas “no aptas”, analfabetas y sin posibilidad de construir un espacio digno de vida, sin empleo, superfluo y degenerado sigan expandiéndose a placer, mantengan esa condición hasta morir, pues ese es un orden natural, según la propia ley de la naturaleza.

Lo inicial es que el mundo reconozca, según el Informe, que para la preservación de una economía vigorosa, competitiva y globalizada, debe existir una sociedad de desiguales, ricos y pobres, ganadores y perdedores, “esta es la dinámica del sistema, su naturaleza, que no se puede alterar”. Es la forma de que exista una sociedad para el libre mercado y para que el capitalismo mantenga su existencia hay que tratar de aumentar al máximo el número de ganadores (los más aptos) y de reducir al mínimo el de perdedores (los no-aptos).

Aquellos programas de ajustes estructurales, impuesto por el Fondo Monetario Internacional, debe ejercer un efecto directo o de otra forma indirecta sobre la población, lo que aplica para este organismo imperial al servicio de la sociedad de opulencia es garantizar su sobrevivencia reduciendo el consumo de alimentos en las poblaciones colonizadas, propagar las enfermedades a aquellas poblaciones débiles para diezmarlas, generar el desempleo, la prostitución, las drogas para que cada quien, en su condición paupérrima, se destruya a sí mismo. Esa es su filosofía.

Conquistar aquellos espacios y aquellas estrategias que generen caos y conflictos para acabar con la nueva conciencia colectiva. Ese es el tsunami, el terremoto que realmente hoy, los que habitamos este planeta, estamos presenciando. Lo que importa es el mercado y no la sobrevivencia del planeta, un mercado sin planeta, “no importa lo demás, porque el capitalismo es un fenómeno que se recupera por sí solo”.