A propósito de la gran campaña mediática, a escala mundial, preparatoria de la «Cumbre de la Tierra» en París, a reunirse el próximo diciembre, vale hacer algunas reflexiones referidas a lo que se escribe y dice con relación al calentamiento global o cambio climático.

El hombre, desde la prehistoria, por el uso y por el abuso que hace de la naturaleza, causa daños que con el tiempo se revierten en tragedia, sea cual fuere el sitio donde habite. La actual civilización cada día se hunde más en los escombros que crea, por la destrucción de bosques y selvas, la desertificación de extensas áreas y el más terrible daño, la contaminación del agua potable en todas las formas naturales de suministro: río, glacial, reservorio de agua subterránea o superficial ¿Cuál de estas formas de suministro de agua potable en el planeta, no está contaminada? Hasta la lluvia se ha tornado ácida.

Muchedumbres sedientas deliran en regiones de la India, África o California por la desecación de los pozos subterráneos que los surtían. En las ciudades y poblaciones de todos los países son cada vez más restrictivos los horarios en el suministro de agua, no tanto por la demanda creciente, sino, por la escasez que causa la contaminación y destrucción de las fuentes. La gran contradicción radica entre la necesidad de agua potable para el consumo humano, agrícola, industrial, y la contaminación de esas aguas por la necesidad de arrojar excretas cloacales o residuos industriales en ríos y lagos.

En 1896 el químico sueco Svante Arrhenius, descubre la presencia de CO2 en la atmósfera global de la superficie terrestre y formula lo que denominó «efecto invernadero». Los 120 años transcurridos de ese anuncio, tan sólo han servido para escribir enjundiosos tratados que llenan los estantes de las bibliotecas. La acumulación de CO2 en la atmósfera junto con otros gases, como, el metano proveniente del «permafrost» por el calentamiento del polo Ártico, es creciente en el proceso de crear el «efecto invernadero».

Junto a la advertencia de deterioro ambiental por «efecto invernadero», está la tesis de Malthus (1766-1834), referida al crecimiento poblacional. Advertencia maltusiana complementada por el Informe del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y el Club de Roma, conocido como «Límites del Crecimiento». Entre una y otra advertencia transcurrieron doscientos años. De manera que la ceguera del hombre referida al deterioro ambiental no es reciente. Se puede estar o no de acuerdo con las interpretaciones que se le dan a la tesis de Malthus o del Club de Roma, pero, su objetividad es incuestionable.

En la discusión sobre el calentamiento global, cada quien arrima la brasa para su fogón. Veamos:

El capital. ¿Cuáles son los objetivos reales de los capitalistas en las cumbres de la Tierra? Uno, salvar el capitalismo acusado de ser el causante del calentamiento global. Otro, dominar en la ONU la capacidad de establecer el derecho internacional para acentuar la dominación sobre los recursos y los países. Establecer el gobierno mundial capitalista (1%) sobre el (99%). Por ejemplo, crear el «derecho a contaminar», según el cual se les distribuye a todos los países las cuotas respectivas para realizar su propio desarrollo (contaminación). Si el país no utiliza dicha cuota puede venderla a un país que la necesite. Con toda seguridad los 150 o más países pobres del planeta, ante la imposibilidad de realizar su desarrollo, terminan por venden la cuota al mejor postor ¿Y quién las compra? ¡Qué ingeniosidad! «Se peca por la paga y se paga por pecar».

Las religiones. El canadiense Maurice Strong y el Baca Ranch (complejo espiritual donde confluyen variedad de creencias)[1], en unión de todas las religiones, transformaron la campaña ecologista en religiosidad basada en el mito bíblico de El Diluvio. En consecuencia, el derretimiento de los glaciales y aumento del nivel del mar hay que aceptarlo como el nuevo diluvio universal ordenado por los dioses para castigar la maldad del hombre. La burguesía (1%) está ideando la construcción de la nueva Arca que navegará las aguas diluviales con destino a Marte y Plutón para la salvación de los animales. Es la forma como las profecías bíblicas siempre aciertan al utilizar la técnica de disparar la flecha y mover el blanco al sitio de impacto. De esa manera nunca se hierra el blanco ¿Será por eso que las profecías bíblicas, Notredamus o el Armagedón resultan siempre tan «acertadas»?

El gobierno estadounidense. El presidente Bill Clinton firmó el Protocolo de Kioto, pero, al tiempo que lo hacía, le ordenaba a los congresistas demócratas de su partido, no ratificarlo en el Congreso. Es la misma política de mentiras y apariencias que distingue las acciones y decisiones de la Casa Blanca, similar al pretexto de las «armas de destrucción masiva» para la invasión y destrucción de Irak y Afganistán y Libia y Siria y Colombia y Panamá y Granada y Vietnam y Yugoslavia, la lista es larga.

Socialismo por capitalismo. Propuesta de cambio de sistema económico, del capitalismo (1%) que destruye y contamina, al socialismo benefactor de las mayorías nacionales (99%). ¿Será acaso que el socialismo va a detener la pesca intensiva en los mares y océanos; la agricultura sustentada en tóxicos (pesticidas, fertilizantes); el desagüe de excretas en los ríos; la producción de basura; la extracción de carbón e hidrocarburos indispensables para la actividad productiva industrial y manufacturera; la demolición de las selvas; destrucción de la biodiversidad; y por medio de esas acciones contrarrestar los fenómenos naturales o al menos aplacar su ira furibunda (huracanes, tornados, sequías, inundaciones)? Al socialismo, por esa pretensión, puede ocurrirle lo que al campesino que se propuso enseñar su caballo a vivir sin comer.

Con gobierno mundial capitalista; con discursos papales; con míticas interpretaciones diluvianas; con doble moral clictoniana; con cambio de sistema económico del capitalismo que destruye, al socialismo igualitario ¿Se podrá revertir o menguar el calentamiento global, el derretimiento de los glaciales en los polos y las cordilleras, la demolición de las selvas y destrucción de la biodiversidad, para contrarrestar los fenómenos naturales o al menos aplacar su ira furibunda?

Así como el hombre por el constante mejoramiento de los instrumentos de producción construye la Edad de Piedra, la Edad del Bronce y otros estadios en el largo peregrinaje histórico del trabajo, hasta llegar a la Edad o Era del Petróleo, que resultará la más breve, por cuanto en cien años de explotación petrolera, ya alcanzó la cúspide del ascenso productivo, para comenzar a rodar la pendiente del declive inevitable.

Pregunta ¿Puede la Edad del Petróleo renunciar al plan mundial que le imponen los sistemas económicos predominantes? ¿Puede el desarrollo productivo mundial, por el inmenso dinamismo que le brinda el petróleo, sobrevivir a su agotamiento, sin arrastrar consigo esta civilización y sepultarla en las montañas de basura que genera el desarrollismo consumista? ¿Tiene sustituto el petróleo? ¿Los posibles sustitutos, además deprescindir del petróleo como combustible, pueden asumir sus 400 mil subproductos?

Pregunta clave ¿Es el hombre o la naturaleza misma, la causa del calentamiento global? En las «cumbres de la Tierra», de relativa periodicidad (Montreal, Nairobi, Kioto, Copenhague, Cochabamba, París) ¿Qué aporte positivo pueden hacer los representantes de los gobiernos, si los planes económicos de sus respectivos países son todo lo contrario del discurso que pronuncian en dichas cumbres? Si el petróleo es el principal agente contaminador de suelos, ríos, lagos, mares, océanos, la atmosfera, la capa de ozono ¿Qué tienen que decir los presidentes y representantes de países petroleros en dichas cumbres? ¿O presidentes de países con grandes bosques y diversidad de fauna y flora – pulmón del planeta – destruidos de manera constante, sin que hagan nada para detener el ecocidio? ¿Es posible cerrar la válvula de la producción petrolera, detener la destrucción de las grandes selvas, y frenar la contaminación del ambiente natural sin menguar el dinamismo del desarrollo productivo? De no realizar estas posibles acciones ¿Para qué tanto discurso y leguleyismos ambientalistas si todo va a seguir igual? En estas cumbres cada quien hala la brasa para su fogón.

Otra pregunta ¿Qué está ocurriendo en los meses anteriores a la esperada y añorada Cumbre de la Tierra a reunirse en Paris? En lugar de realizar acciones para disminuir la producción de gases de efecto invernadero, ocurre, por una parte, la más absurda competencia en la producción de hidrocarburos, entre Arabia Saudita y los Estados Unidos para aumentar la producción, que no obedece a razones económicas, sino, a intereses particulares de dominio de mercado. De otra parte, la mayoría de países realizan esfuerzos inusitados en la exploración de hidrocarburos, así haya que ir hasta el centro mismo del planeta para extraerlos. Angustiante esfuerzo que ocurre por igual en la Cuba socialista como en los Estados Unidos, capitalista (el fracking). Mejor motivación a la Cumbre de París ¡Imposible! ¿Será por ello que las cumbres ambientalistas culminan por ser la máxima expresión de hipocresía y cinismo en la disputa por imponer criterios económicos, teológicos, ambientalistas, conservacionistas, imperialistas?

El cambio ambiental por calentamiento global es un proceso natural que comenzó hace 12 mil años por el retiro de la última glaciación. Estamos al final de ese proceso por el deshielo de los polos y de los glaciales en las cordilleras (Himalaya, Los Andes, Alpes). Proceso natural indetenible que nada tiene que ver con diluvios bíblicos o Leyenda de Gilgamesh ni con cambio del capitalismo al socialismo ni con la caridad, compasión y misericordia de los discursos papales.

El concepto de evolución de la materia nos dice que todo está en perpetuo movimiento, desde la ínfima estructura del átomo, a los sistemas terrestres o infinitos sistemas estelares y galácticos. La Tierra tiene movimiento de rotación y de traslación dentro del sistema solar. Este, tiene movimiento de traslación dentro de la galaxia formada por millones de estrellas. Y la galaxia tiene movimiento de traslación dentro del sistema formado por millones de galaxias. Ese perpetuo movimiento de un sistema dentro de otro sistema, tiene que producir y transmitir cambios de la más variada índole, por ejemplo, cambios de temperatura: calentamiento o glaciación. Proceso normal de la evolución de todas las cosas, en lo cual, no priva la acción humana ni mucho menos la deux ex machina que ordena tragedias y calamidades para castigar la soberbia del hombre, tesis que «científicos» de formación teológica, pretenden presentar como explicación del cambio climático o calentamiento global. Según estas teorías de fundamentación teológica, para salvarse de los designios divinos, el hombre tiene que ofrendar de nuevo a los dioses, aves, carneros, doncellas, niños. Las mismas paparruchadas que inventó el hombre en el Neolítico. Surgen los falsos científicos con sus explicaciones teológicas, profetizadas en «libros sagrados» ¡Hasta cuando el hombre va a ser víctima de estas falsedades apocalípticas, del charlatán Notredamus o del trasnochado Armagedón ¡Necedades teológicas, astrológicas, sin fundamento científico!

La pregunta clave ¿Cuál es el porcentaje de participación del hombre en el proceso de calentamiento global? ¿La participación del hombre es mayor o menor que la participación propia de la naturaleza? Ante la imposibilidad de frenar dicho proceso y la angustia que suscita ¿Es posible detener la evolución de la materia y su movimiento en el espacio y en el tiempo, causa real de los fenómenos físicos, químicos, biológicos, geológicos y de todo tipo? Ante esta realidad científica inobjetable, se pretende, encontrar solución o explicación a los fenómenos naturales, con sofismas teológicos sustentados en «libros sagrados.»

¿De qué sirve el avance permanente de la Ciencia, por ejemplo, con el reciente descubrimiento que los científicos con gran sarcasmo denominaron partícula de dios, si el hombre continúa atado al mismo temor e ignorancia que lo aturdía en el Neolítico? En el siglo de la informática, de la nanotecnología, de los satélites y viajes interplanetarios resulta paradójico pretender encontrar en los dioses explicación de los fenómenos naturales. Los dioses nunca han dado explicación de nada y no pueden darla, por cuanto son invención del hombre angustiado, indefenso ante un mundo que le resultaba inmensamente hermoso, pero, abrumadoramente misterioso. Los dioses no son fruto de la sabiduría del hombre, sino, de su ignorancia y primitivismo. Lo peor que puede hacer el hombre para huir de su propia tragedia es recurrir a su invento mítico para buscar explicación. La Ley natural de relaciones recíprocas y efectos mutuos dice:

«Todo cambio introducido en un aspecto, se refleja en el conjunto; el daño que sufre un elemento afecta a todos los demás; la supresión de una parte paraliza el sistema entero. Todo influye en todo.»[2].

En materia de conservación de la naturaleza, lo que ha habido siempre es, «mucho ruido y pocas nueces». Mucha hipocresía y mucho cinismo. El aforismo científico dice: «de la Nada nada adviene».

 


 

[1] Tierry Meyssan, La Ecología de guerra (I), Red Voltaire 22.04.2010

[2] Conservación, Arturo Eichler. Tomo I y II. Talleres Gráficos Universitarios. Mérida.1965