El cambio climático, provocado por la actividad de la especie humana es al menos diez veces más rápido que los producidos en los siglos anteriores, alertan científicos. Y la presencia de partículas finas procedentes de la actividad industrial y del transporte provoca más de 2,1 millones de muertes al año, siendo el cáncer y otras enfermedades respiratorias las causas más frecuentes. Luego, tenemos como agregado en esta era apocalíptica que el principal responsable es el modelo capitalista depredador y criminal.

Hay 2.000 millones de personas que sufren de una o más deficiencias de micronutrientes, mientras que 1.400 millones tienen sobrepeso, de los cuales 500 millones son obesos. Un 26% de todos los niños menores de cinco años sufren retraso del crecimiento y el 31% sufre de deficiencia de vitamina A. El coste de la desnutrición para la economía mundial en pérdida de productividad y gastos de atención sanitaria es «inaceptablemente alto». 870 millones de personas pasan hambre en el mundo. Esto es tan solo una parte de los miles de millones de personas cuya salud, bienestar y vida se ven malogradas por la malnutrición.

En términos sociales, la desnutrición infantil y materna sigue reduciendo la calidad de vida y la esperanza de vida de millones de personas, mientras que los problemas de salud asociados a la obesidad, –como las enfermedades cardíacas y diabetes–, afectan a otros millones también.

El cambio climático resultante pone en peligro la seguridad alimentaria y los ecosistemas. De aquí al año 2050, la población mundial crecerá un tercio. La mayoría de estos dos mil millones de nuevos habitantes vivirá en países en desarrollo. Al mismo tiempo, la mayor parte lo hará en ciudades. La FAO estima que, si persisten las tendencias actuales de crecimiento de ingresos y consumo, la producción agrícola tendrá que aumentar un 60% para 2050 con el fin de satisfacer la demanda esperada de alimentos. Otros datos en el siguiente enlace de Aporrea http://t.co/JYzXmQU4GN

Por tanto, la agricultura debe transformarse para alimentar a la creciente población mundial y sentar las bases para el crecimiento económico político y social lo que incluye la reducción de la pobreza. El cambio climático hará más difícil esta tarea en un escenario sin cambios, debido a los impactos adversos sobre la agricultura, que requerirán esfuerzos de adaptación vertiginosos y costes asociados cada vez mayores. El cambio climático ya está influyendo en la agricultura y la seguridad alimentaria por la mayor frecuencia de fenómenos extremos y por la impredecibilidad de los patrones meteorológicos.

Mejorar la seguridad alimentaria a la vez que se contribuye a mitigar el cambio climático y a preservar la base de recursos naturales, los servicios vitales y los ecosistema requiere la transición a sistemas de producción agrícolas que sean más productivos, que usen los insumos de forma más eficiente, cuyos rendimientos tengan menos variabilidad y más estabilidad, y con una mayor resiliencia a los riesgos, las crisis y la variabilidad climática.

Una agricultura productiva precisa un cambio fundamental en la forma de gestión de la tierra, al igual que del agua, los nutrientes del suelo y los recursos genéticos, para asegurar que éstos sean empleados más eficientemente. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por unidad de tierra y/o producto agrícola e incrementar los sumideros de carbono, contribuirán significativamente a la mitigación del cambio climático, advierten especialistas.

Pero, al mismo tiempo en esos críticos escenarios, la economía de mercado está en bancarrota, literalmente. A mitad de año, como viene sucediendo desde el estallido financiero, organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y centros de estudios económicos han rebajado los vaticinios económicos: el relativo optimismo de principios de año no resiste el embate de la realidad. En otras palabras: la economía mundial no termina de salir de la crisis económica y financiera que inicio en 2008. En América Latina la CEPAL ha reducido las expectativas económicas para este año.

Por tanto, los pueblos rebeldes y rebelados, los herejes, los obreros, campesinos, pescadores, trabajadores todos y todas, porque son los portadores de la cultura del trabajo, debemos articular una cosmovisión integral que contribuya al respeto en la integración hombre-mujer-naturaleza. Las operaciones de rescate del sistema o modelo capitalista no parecen capaces de atacar las raíces de la crisis, es decir, las contradicciones antagónicas del capitalismo. La senilidad del capitalismo no ofrece salida. La salvación de la humanidad lo encarna de una u otra forma el ideal Socialista. «Revolución socialista o caricatura de la revolución», dijo el Che. Debemos ahuyentar lo que ya tenemos tras nosotros: la barbarie. Aquí no hay subjetividades ni adjetivaciones. Esta es la realidad.

¡¡¡Viviremos y venceremos!!!