Andrés Avellaneda
Aporrea
Para todos es sabido, que cuando el hombre europeo llegó al Abya-Yala, consideró a los aborígenes, seres sin alma, pasando a ser especie de animales, pueblos primitivos, que vivían en comuna, semidesnudos, que alababan a los astros y con lugares sagrados en las montañas, lagos, ríos; con relaciones de convivencia y espirituales con animales, plantas, en comunidad cósmica. Se alimentaban de frutos tomados directos de la selva, la pesca, la caza, de “cultivos desordenados” llamados conucos; de donde cosechaban vida a través del maíz, yuca, ocumo, ñame, auyamas, ajíes, frijoles, piña, aguacate, guanábana; que por desalmados e impíos, debían ser aniquilados, sometidos, catequizados y despojados de sus posesiones. No fueron considerados seres pertenecientes a su “Humanidad” y era un descaro llamarlos monos. Los denominaron “naturales” a mi modo de ver, quizás el único acierto de aquella conquista, pues eso son, naturaleza, cosmos. Y ¿de qué se alimentaban aquellos naturales? De maíz y yuca, entre otros; entonces el europeo decidió alimentar sus animales domesticados, caballos, vacas, “cerdos”, gallinas, etc., con estos alimentos sagrados.
Ese patrón fue impuesto a nivel mundial, usando el maíz como cereal ideal y más generalizado para alimentar animales, aún cuando no contiene gluten, tan perjudicial a los niños que consumen trigo. Triste es que lo mismo fue instaurado en las tierras del Abya-Yala, por la tecnocracia malinche. En África, el Reino Unido siembra y compra yuca, como fuente energética para sus animales; y con el sorgo africano, cometen otro insulto a las culturas originarias. De modo que muchos de los alimentos culturales de los cuales se alimentan los pueblos subyugados, son convertidos en materias primas que surten las industrias, (tanto en el capitalismo como en el socialismo) atropellando toda la carga cultural que llevan consigo. Han sido desculturizados, cosificados, convertidos en cosas, con lo que se justifica cometer con ellos cualquier atrocidad, como los transgénicos, sin importar poner en riesgo la permanencia en el planeta de estos frutos y por tanto sus culturas. Los alimentos logrados por los naturales para propagar y compartir vida, ahora son causantes de sometimiento, hambrunas y muertes por la modernidad eurocéntrica. Siendo aún los mismos alimentos, la diferencia es la cultura que los concibe. Para las culturas originarias los alimentos son sagrados, compartidos, son secuencia de vida, medio de intercambio de espíritu y nutrientes entre todos y para todos, mientras para la cultura eurocéntrica son mercancía o materia prima, sin importar la doctrina con los cuales se genere. Imaginemos entonces, que llegue a desaparecer el maíz o la yuca o sean controlados por corporaciones extranjeras, como el caso de las semillas transgénicas, cuya tecnología requiere de insumos foráneos. Hagamos un ejercicio mental los venezolanos de hoy, imaginando la pérdida del casabe, naiboa, arepas, bollitos, jojotos, cachapas, tortillas, mazamorra, pan de horno, fororo, majarete, etc.
Para los eurocéntricos el trigo es el cereal cultural por excelencia, de él elaboran su pan y hasta es considerado el cereal de los dioses, de hecho en la religión católica, el cuerpo de Cristo, es trigo.
Ahora bien, ¿Qué pasaría si los aborígenes del Abya-Yala, hubiesen tomado el cereal de los dioses para usarlo primordialmente para alimentar animales?; o ¿echarle veneno a la planta, los granos y luego hacer hostias?; o ¿usar el cereal de los dioses para producir combustible, subproductos químicos o cerveza? o ¿para manipularlo genéticamente, introducirles secuencias genéticas de otras especies, poniendo en riesgo la permanencia del cereal de los dioses?. ¿Qué sentiría la cultura eurocéntrica? ¿Qué haría ante este riesgo y atrocidad cultural?.
Para superar el hambre de nuestros pueblos, las grandes multinacionales e investigadores nacionales, han vociferado las infinitas bondades de sus tres ofertas tecnológicas, 1) las variedades mejoradas de maíz, 2) las semillas híbridas y ahora 3) los transgénicos. Ante este panorama, surgió la interrogante ¿harán transgénicos con el trigo? si los transgénicos son tan seguros y beneficiosos, ¿habrá mucho trigo transgénico en el mundo? presumí, deben tener un adelanto formidable y desde hace mucho tiempo. Indagando en internet, se consiguen grupos aislados en Australia, China, Argentina, México, Chile trabajando con trigo transgénico pero, ¡SORPRESA!…La Monsanto, el monstruo global en transgénicos, retiró en 2004, la solicitud de comercializar en Canadá, el primer trigo transgénico cultivado en el mundo. Es decir que hace sólo nueve años ¿iban a lanzar el primero trigo transgénico? llama la atención que la transgénesis en el trigo está en pininos con respecto al maíz, algodón, soya, etc, liberados entre las décadas de los 80 y 90. Los defensores tecnócratas sabrán justificar “…es que la tecnología en el trigo es más complicada…” pero las supuestas bondades acaso, ¿no ameritan poner más investigadores e inyectar más recursos para lograr su cereal transgénico? Y si ya lo lograron ¿por qué no lo lanzan en otras colonias científico técnicas como han hecho con el maíz Bt, que hasta en Cuba lo metieron?
De modo que contradictoriamente no hay el mismo empuje, difusión e interés en desarrollarlo ¿será que con la manipulación genética transgénica se puede perder el trigo en el futuro?. Esto sería catastrófico para la cultura eurocéntrica, pues se perdería el cereal con el cual comulgan y hacen su pan. Entonces, experimentan con los cultivos de otras culturas, que si se pierden, no importa, se exterminan culturas inferiores.
Esta diferenciación entre la cultura dominante y las culturas inferiores se aprecia, hasta en los sectores internacionales aliados en la lucha contra los transgénicos. La información anterior es aportada por ecologistas internacionales (http://www.
“…Para Ecologistas en Acción, la introducción de este trigo transgénico en los mercados mundiales era muy preocupante, por tratarse de un cultivo básico en la alimentación de la Humanidad…en este caso eran más inquietantes que en el caso de otros cultivos…”
“…El trigo de Monsanto hubiera sido el primer cereal destinado a la alimentación humana…” “…Hasta ahora casi todos los cultivos transgénicos comercializados estaban destinados a la producción de piensos compuestos…” es decir alimentos balanceados para animales (ABA).
Como se aprecia, se arrastra la guerra cultural de la conquista. Se asume la Humanidad como la alimentada con trigo, por eso es más inquietante que el caso de otros cultivos, de donde se alimentan otras culturas, como si no fueran de humanos las culturas que se alimentan de maíz; en su defecto, con esos maíces transgénicos se alimentan animales.
Ante la amenaza al cereal dominante, se debe haber estremecido la cultura eurocéntrica, sus científicos, sus gobiernos, sociedades, el vaticano, pues se puede perder el cuerpo de Cristo, habrían reclamado. Llama la atención que ante el caso del trigo, la Monsanto si retrocede, pero continúa la guerra cultural experimentando con transgénicos en cultivos de las culturas primitivas, de los sin almas, de los naturales