Lizzie Díaz integra la Secretaría Internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM, por sus siglas en inglés), con sede en Montevideo.
En febrero pasado estuvo en Honduras apoyando la realización del video/documental “Bajo Aguán: Grito Por la Tierra”, producido por ALBA SUD y la Rel-UITA, con la colaboración de WRM y FIAN Internacional. Con ella hablamos acerca de esta realización y de la necesidad de generar conciencia sobre los impactos negativos de los monocultivos a gran escala en el mundo.
Ver el video: Bajo Aguán: Grito por la Tierra Subir video a tu página web: http://blip.tv/play/AYOF5XAA.
-¿Qué es para ti lo más importante de esta producción audiovisual?
-Es un trabajo que ha costado mucho tiempo y esfuerzos y que refleja muy bien la grave situación social y ambiental que se vive en el Bajo Aguán. Una situación que es el resultado de un modelo explotador, que concentra la propiedad de la tierra y expande el monocultivo a gran escala, en este caso de palma africana.
El video va a ser una herramienta fundamental para dar a conocer los impactos de este modelo, no sólo en Honduras sino también en el resto de América, África y Asia, donde estos monocultivos avanzan a costa del desplazamiento de comunidades, el cambio de uso del suelo y de las producciones agrícolas tradicionales.
-También se generan crisis severas de derechos humanos.
-La concentración y extranjerización de la tierra conlleva represión y muerte. En el video se mira muy claramente a través del testimonio de la gente. La criminalización de la lucha campesina está avanzando en todos los países que aplican este modelo, con la complicidad de los gobiernos y la falta total de institucionalidad.
-Todavía hay poca conciencia que todo esto es el resultado de la aplicación de un modelo excluyente de producción…
-Es un modelo que no siempre se visualiza como tal y que viene avanzando disimuladamente, convenciendo poco a poco a la gente que es la mejor opción y que no hay alternativa, que de esa manera los países van a tener desarrollo y bienestar. De esa manera, las empresas y los grupos económicos nacionales y transnacionales adquieren cada vez más poder sobre las comunidades locales.
-Hasta están presentando el monocultivo de palma africana como una de las soluciones para enfrentar al cambio climático.
-Es una de las tantas falsas soluciones que están siendo impulsadas tanto por Naciones Unidas como por los gobiernos y, por supuesto, por las empresas, que van a ser las principales beneficiadas de este negocio.
Además, se está tratando de convencer a la gente de que si generamos agrocombustibles vamos a prevenir los efectos del cambio climático, y es todo lo contrario. Lo que en realidad se está haciendo es seguir con la industrialización a los niveles a los que estamos acostumbrados, y hasta incrementándolos.
Mientras tanto, estamos usando superficies agrícolas para producir combustibles. De hecho estamos alimentando el gran parque automotriz.
-¿Qué hacer entonces?
-Necesitamos tomar conciencia de cómo estamos produciendo y consumiendo, y de lo que estamos provocando. Necesitamos de un gran cambio de mentalidad y de concepción del modelo de producción y consumo.
Debemos mirar a lo que tradicionalmente hacía la población, con períodos cortos y rotación de cultivos, integración de producciones distintas, el mantenimiento de zonas boscosas. Todo lo que permita una vida realmente sustentable para las comunidades.
-¿Cómo piensan usar el video?
-Ya lo difundimos a nivel internacional a través de nuestra página web y de nuestro Boletín mensual. Además, junto con la Rel-UITA y el Comité Uruguayo de Solidaridad con el Pueblo de Honduras, lo vamos a presentar en Montevideo.
En la medida en que se vayan produciendo copias subtituladas en varios idiomas, vamos a tener la posibilidad de llegar a un importante abanico de países, para generar debate, intercambiar experiencias, afianzar campañas locales, así como para crear enlaces entre comunidades y fortalecer la lucha.