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La situación de las fumigaciones en todo tipo de producción agraria es sumamente peligrosa y va empeorando. Luego de múltiples estudios e investigaciones científicas y periodísticas, nos detendremos en las fumigaciones aéreas sobre cultivos transgénicos.
Apuntamos a este tipo de fumigación porque, desde la implementación en la producción agrícola de los Organismos Genéticamente Modificados –como la soja transgénica-, la utilización de plaguicidas ha crecido exponencialmente.
Analicemos algunos números. En 1990 se utilizaron 35 millones de litros/kilos de plaguicidas en la campaña agropecuaria; con el ingreso de la biotecnología transgénica en el año 1996 se aceleró su uso consumiéndose 98 millones de litros de plaguicidas. En el año 2000 fueron 145 millones de litros. El año pasado fueron 292 millones de litros y este año estaremos rociando los campos con más de 300 millones de litros de herbicidas, insecticidas, acaricidas, fungicidas y demás venenos.
En otras palabras, se está tirando anualmente sobre las tierras, y por consiguiente sobre las personas, alrededor de 120 piletas olímpicas de natación de veneno. Dicha cantidad, equivale -para que todxs puedan dimensionar realmente la magnitud del problema- a unas sesenta mil pelopinchos. Esto afecta directamente a un territorio donde viven al menos 20 millones de personas.
Aún más alarmante es el hecho de que cada vez se necesitan más y más litros de plaguicidas para sostener la producción de transgénicos. El dato lo obtenemos si realizamos la siguiente comparación: en 15 años se expandió el área cultivada en un 50%, pero la cantidad de plaguicidas utilizados se incrementó en más de un 1000%.
Haciendo historia
Podemos mencionar que el método de fumigación aérea se consolidó como método de aplicación de pesticidas, durantela Segunda GuerraMundial. Cabe aclarar que, en aquel entonces, no se utilizaba con fines estrictamente agrícolas, sino como arma química. Los objetivos a los que apuntaban estas aeroaplicaciones a veces eran humanos y otras vegetales. El resultado fue la utilización actual de la fumigación aérea aplicada a la agricultura y, por consiguiente, contra la población mundial.
Con la efectividad que habitualmente tienen las armas utilizadas en las guerras, las fumigaciones aéreas causaron la muerte inmediata de todo tipo de especies vivas, vegetales, animales y humanas en batalla y posteriormente, en la producción agropecuaria (sin mencionar las muertes por enfermedades derivadas de la exposición prolongada a plaguicidas).
Basta sondear un poco, para encontrar casos de comunidades y poblaciones diezmadas por fumigaciones en Paraguay, Argentina, Colombia y la lista sigue.
Casos de muertes de animales podemos mencionar los ocurridos en Isla Verde provincia de Córdoba Argentina o los ocurridos en la localidad de Guichón en Uruguay en el año 2009, etc. A pesar de que los grandes medios de información habitualmente no cubren este tipo de hechos, están saliendo cada vez más a la luz.
Una inmensa cantidad de organizaciones, científicxs y profesionales en diversas áreas han remarcado la peligrosidad de las fumigaciones en sus diferentes métodos, pero destacan que el más peligroso es el aéreo.
Esto ocurre por la deriva (dispersión del producto venenoso fuera del campo aplicado) que en este tipo de fumigación es considerablemente mayor que en la aplicación por método terrestre. Además, los agrotóxicos son arrojados con mayor concentración debido a que los aviones poseen tanques un cuarto más pequeños que las máquinas terrestres.
Como mencionábamos anteriormente, la deriva es mayor debido a que en la fumigación aérea las microgotas de aplicación de los venenos son más pequeñas y concentradas que en las terrestres. Sumado a esto, al arrojarse de mayor altura, a mucha mayor velocidad y expuesta a los vientos, se evaporan más rápido, volatilizan y llegan a distancias más lejos por acción del viento.
¿Qué tan considerable es la deriva del veneno?
La deriva depende de cada producto, hay algunos muy volátiles y otros un poco menos pero todos los agroquímicos, por ser compuestos de la química orgánica tienen alta volatilidad. Para ejemplificar, podemos mencionar que estudios realizados en 2009 en Europa demostraron que plaguicidas aplicados en Francia se detectaban en el aire de Islandia a las 48 hs de su aplicación en el país galo, en otras palabras los plaguicidas recorrían más de 2400 kilómetros en menos de 48 horas. Estos estudios fueron fundamentales en la promulgación de la Directiva 128/09 del Parlamento Europeo que establece en su Art. 9 que los Estados miembros garantizarán la prohibición de las pulverizaciones aéreas con plaguicidas con fecha límite para adaptarse a la normativa año 2011. Cabe destacar que países como Alemania ya se adaptaron a la misma prohibiendo las fumigaciones aéreas. Otros estudios demuestran la presencia de diferentes pesticidas agropecuarios en zonas sin actividad agropecuaria como la Antártida y Alaska. (Recordemos que un estudio del Conicet del año pasado demostró que el ENDOSULFAN está en la Antartida…)
Es conveniente que las personas que lean esta nota se pregunten ¿Se estará fumigando con aviones a menos de 2400 kilómetros de mi casa, mi escuela, mi hospital, mi trabajo, etc.? La respuesta es simple, usted está siendo directa o indirectamente fumigada/o.
La impunidad viene sobre alas
El método de fumigación aérea está siendo cada vez más utilizado en Argentina y el mundo, sobre todo, en regiones cercanas a poblaciones y asentamientos humanos. Utilizar aviones les garantiza a los “productores” y a quienes realizan las aplicaciones mayor impunidad a la hora de envenenar a personas y ecosistemas.
Cada vez que se asienta una denuncia contra una fumigación cercana a una comunidad es poco probable que la misma progrese. Menos probable es que vengan autoridades a constatar el hecho y es casi seguro que si la fumigación fue mediante avión, para cuando alguna autoridad llegue a realizar una investigación, claro está, del avión no quedan ni huellas.
Además, para cerrar el blindaje de impunidad, la fumigación aérea normalmente es ejecutada por Sociedades Anónimas y Pool’s de Siembra, donde demostrar quienes son los responsables ya es complicado de por sí. Así mismo, a la hora de realizar la denuncia al testigo se le solicita una serie de datos como la chapa del avión, dato que no posee ningún organismo controlador de dicha actividad. Estas son técnicas que los envenenadores fueron desarrollando junto a las complicidades de los 3 poderes del Estado, para intentar resultar impunes de los aniquilamientos a los que someten a las personas.
Fumigación Aérea para Todos
La re estatizada Fábrica Argentina de Aviones (ex Fábrica Militar de Aviones) de Córdoba anunció con bombos y platillos la triste noticia de la fabricación de aviones fumigadores para uso agropecuario. En su lugar, podrían aspirar a fabricar aviones sanitarios, de rescate, etc. pero no, el dinero está en los transgénicos agrícolas así que, hacia allá van volando.
En palabras de la empresa, en 2012 fabricarán 20 aviones para ir aumentando la producción hasta llegar a 1200 aviones que llevarán a aumentar la cantidad de plaguicidas arrojados a nuestro suelo y a nuestra gente de 300 a 500 millones de litros anuales.
Para las lxs Médicos de los Pueblos Fumigados de Argentina, dicha medida tan aplaudida por el gobierno, es una medida nefasta que costará las vidas de muchísimas personas.
Un dato
Cuando se fumiga con avión, se calcula que la mayoría de las microgotas sean de 50 micrómetros de diámetro, pero muchas pueden ser de medidas muy diferentes. Por ejemplo, una microgota de 5 micrómetros de diámetro tardaría una hora en tocar la tierra si es arrojado a3 metrosde altura. En ese tiempo, puede ser arrastrada más de4800 metroscon un viento de 5km/hr (el mínimo que se sugiere para fumigar). Esto sin tener en cuenta que se evaporaría casi instantáneamente, si la humedad ambiente fuese menor al 80%.
Podemos deducir entonces que siempre existe un margen de error incalculable e impredecible, que lleva a que la fumigación aérea sea peligrosa tanto para el medio ambiente como para el ser humano