JULIETA CAMANDONE
Alrededor de 14 millones de toneladas de la oleaginosa se usaron en 2010 para el biocombustible que complementa al gasoil con un corte obligatorio de siete por ciento

La demanda interna y externa de biodiesel impulsó la producción argentina, que el año pasado destinó poco más de un cuarto de la cosecha nacional del poroto que fue récord a la producción de esta energía verde. De los 55 millones de toneladas de soja producidas en 2010, 14 millones se destinaron a la elaboración de ese combustible, según indicó un estudio de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA). la producción de 2,6 millones de toneladas de biodiesel, de las que 1,1 millón fueron para el mercado interno y 1,5 millones se destinaron a la exportación.
El año pasado se cosecharon en la Argentina 55 millones de toneladas, de las cuales 36,8 millones se destinaron a molienda, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Eso implica que el 36% de la soja molida en el país, es decir, que no se utilizó localmente ni se exportó como poroto, tuvo como destino final la producción de biodiesel, proceso posterior a la molienda. En paralelo, para este año se espera que el impacto sea aún mayor, estimó Matías Amorosi, técnico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de CREA.
El biodiesel produjo un verdadero cambio en el negocio de las industrias nacionales y las multinacionales. Es que, con un precio de exportación mucho más favorable que el del poroto y retenciones del 14% contra 35% del granos la industria nacional de biodiesel creció 2.250% desde 2006.
El sector creció a partir de la decisión del gobierno de implementar un corte obligatorio del 5% para todos los combustibles fósiles, que requería la distribución de un cupo de 860.000 toneladas de biodiesel. Posteriormente, esa proporción aumentó al 7 por ciento.
Los principales operadores son Unitec BIO, del Grupo Eurnekian; Viluco, del Grupo Lucci; Explora del grupo chileno Meck; Diaser; Renova, propiedad conjunta de Glencore y las locales Vicentín y Molinos Río de la Plata; Aripar Cereales; Oil Fox; Patagonia Bioenergía, de Grupo Cazenave & Asociados y Energía & Soluciones; Vicentín; Advanced Organic Materials y Ecofuel, propiedad de Aceitera General Deheza y Bunge.
Las plantas productoras de biodiesel están ubicadas en el polo industrial que rodea a la ciudad de Rosario, Santa Fe, aunque otras funcionan en San Luis, Entre Ríos, Chaco, Santiago del Estero y Neuquén.
Si bien la capacidad de pago de la industria, que adquiere su materia prima de productores y acopios, creció gracias a la incorporación del biodiesel, el informe destaca los avatares que sufre el sector, derivados de la política energética nacional errática.
Es que el congelamiento de los precios de los combustibles líquidos que esporádicamente anuncia el Gobierno pesa también sobre el biodiesel, que de esa forma no puede actualizarse pese a que la soja, su principal insumo, ha tendido a la suba en esos períodos.
La industria productora de biodiesel está conformada principalmente por las firmas aceiteras grandes, que tienen el 65% de la capacidad instalada; pero también entran en el negocio las empresas independientes grandes, a las que les corresponde el 19% de la capacidad instalada, e independientes chicas, con el 16 por ciento.
El año pasado se cosecharon en la Argentina 55 millones de toneladas, de las cuales 36,8 millones se destinaron a molienda, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. Eso implica que el 36% de la soja molida en el país, es decir, que no se utilizó localmente ni se exportó como poroto, tuvo como destino final la producción de biodiesel, proceso posterior a la molienda. En paralelo, para este año se espera que el impacto sea aún mayor, estimó Matías Amorosi, técnico de la Unidad de Investigación y Desarrollo de CREA.
El biodiesel produjo un verdadero cambio en el negocio de las industrias nacionales y las multinacionales. Es que, con un precio de exportación mucho más favorable que el del poroto y retenciones del 14% contra 35% del granos la industria nacional de biodiesel creció 2.250% desde 2006.
El sector creció a partir de la decisión del gobierno de implementar un corte obligatorio del 5% para todos los combustibles fósiles, que requería la distribución de un cupo de 860.000 toneladas de biodiesel. Posteriormente, esa proporción aumentó al 7 por ciento.
Los principales operadores son Unitec BIO, del Grupo Eurnekian; Viluco, del Grupo Lucci; Explora del grupo chileno Meck; Diaser; Renova, propiedad conjunta de Glencore y las locales Vicentín y Molinos Río de la Plata; Aripar Cereales; Oil Fox; Patagonia Bioenergía, de Grupo Cazenave & Asociados y Energía & Soluciones; Vicentín; Advanced Organic Materials y Ecofuel, propiedad de Aceitera General Deheza y Bunge.
Las plantas productoras de biodiesel están ubicadas en el polo industrial que rodea a la ciudad de Rosario, Santa Fe, aunque otras funcionan en San Luis, Entre Ríos, Chaco, Santiago del Estero y Neuquén.
Si bien la capacidad de pago de la industria, que adquiere su materia prima de productores y acopios, creció gracias a la incorporación del biodiesel, el informe destaca los avatares que sufre el sector, derivados de la política energética nacional errática.
Es que el congelamiento de los precios de los combustibles líquidos que esporádicamente anuncia el Gobierno pesa también sobre el biodiesel, que de esa forma no puede actualizarse pese a que la soja, su principal insumo, ha tendido a la suba en esos períodos.
La industria productora de biodiesel está conformada principalmente por las firmas aceiteras grandes, que tienen el 65% de la capacidad instalada; pero también entran en el negocio las empresas independientes grandes, a las que les corresponde el 19% de la capacidad instalada, e independientes chicas, con el 16 por ciento.
