Público.es

 

El domingo, quemada ya la primera semana en la Cumbre del Clima de la ONU en Durban (Suráfrica), la presidenta del cónclave, Maite Nkoana-Mashabane, acudió a rezar a una iglesia presbiteriana de Umlazi, uno de los barrios reservados para los negros hasta el final del apart-heid. Ante los feligreses congregados en el templo, la líder de las negociaciones manifestó: «Con vuestras oraciones, podemos conseguir un resultado creíble, justo y equilibrado».

Es sólo una anécdota, pero refleja a la perfección cómo están los ánimos en Durban, donde 15.000 delegados de 195 países hacen malabarismos diplomáticos desde el 28 de noviembre para intentar atajar el calentamiento global del planeta. En el lenguaje de Nkoana-Mashabane, hace falta un milagro. Y las fuerzas de Satanás en toda esta historia son los negociadores de EEUU, como denunciaron ayer las principales organizaciones ecologistas del planeta, con millones de socios a sus espaldas.

«EEUU es el único país que está bloqueando todos los frentes de la negociación: la financiación, la forma legal del acuerdo y la reducción de emisiones de CO2», explica la española Aída Vila, portavoz de Greenpeace en Durban. En 2009, en la cumbre de Copenhague, los países industrializados prometieron crear un fondo para los países en desarrollo que llegaría a los 100.000 millones de dólares al año en 2020. Todavía no se sabe de dónde va a salir el dinero. Y en la primera semana en Durban, los negociadores tuvieron que pasar de puntillas por el cheque climático a causa del bloqueo de EEUU.

Lo mismo ocurre con la reducción de emisiones. Con las promesas actuales de los principales emisores, la temperatura global del planeta aumentará entre 3 y 3,5 grados en 2100, muy lejos del umbral de dos grados considerado desastroso por la comunidad científica. EEUU propone bajar sus emisiones alrededor de un 4% en 2020 respecto a 1990. La UE ya acaricia un recorte del 20% respecto a la misma fecha. Pero EEUU no ofrece nada más. Y tampoco hay avances sobre la forma legal del acuerdo global que debe coger el testigo del Protocolo de Kioto, que no ratificaron EEUU y China, los dos países responsables de la mitad de las emisiones mundiales de CO2. EEUU no quiere ni hablar de un acuerdo vinculante hasta 2015 y sus negociadores venden que hasta 2020 es suficiente con los recortes voluntarios anunciados el año pasado en la cumbre de Cancún.

«No podemos esperar»

«EEUU está lanzando un discurso alarmante para fijar un tiempo de espera de diez años sin nuevos objetivos para reducir las emisiones hasta 2020. Estos peligrosos derroteros deben ser parados en seco», declaró ayer Celine Charveriat, directora de campañas de Oxfam International, en una rueda de prensa conjunta de las principales organizaciones ecologistas del planeta. «Simplemente, las personas más pobres del mundo, que ya están sufriendo los impactos del cambio climático, no pueden esperar otra década para que se reduzcan las emisiones en línea con lo que la ciencia exige claramente. Si EEUU insiste en empujar hacia estepeligroso camino, tendrán que echarse a un lado y permitir que otros países sigan adelante sin ellos», añadió. Charveriat resumió el clamor de las ONG en Durban: que la UE, China, India y Brasil suelten el lastre de EEUU y lleguen a un acuerdo por su cuenta.

La Administración de Barack Obama está maniatada por la opinión pública de su país, cada vez más escéptica respecto al cambio climático. Y los estadounidenses se desayunan todos los días una dosis de negacionismo. La última la ha puesto en bandeja el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, que hoy encabeza las encuestas para ser el candidato de los republicanos a las elecciones presidenciales de EEUU en 2012. Antes de intentar liderar el partido de George W. Bush, Gingrich pedía redoblar los esfuerzos para reducir las emisiones de CO2 e incluso llegó a protagonizar en 2008 un anuncio en televisión dentro de una campaña del exvicepresidente Al Gore para concienciar a la población sobre los riesgos del cambio climático. «Probablemente, [aparecer en el anuncio] es la cosa más tonta que he hecho en los últimos años», dice ahora.

EEUU se está quedando solo en Durban. Hasta la durísima negociadora europea, la danesa Connie Hedegaard, comisaria de Acción para el Clima, aplaudió ayer la actitud positiva de China. «Parecen estar listos para un acuerdo vinculante. Siempre han estado abiertos a un compromiso legal», aseguró antes de una reunión a puerta cerrada entre las dos partes. «La cuestión principal es si China está dispuesta a asumir sus obligaciones de la misma manera que los demás. Necesitamos más aclaraciones sobre este punto», matizó.

Protesta sindical

La mayor organización sindical del mundo, la Confederación Sindical Internacional, que representa a 175 millones de trabajadores, también se sumó ayer al clamor contra EEUU. «El riesgo económico y social del cambio climático, multiplicado por la inestabilidad de la globalización empresarial y la consiguiente crisis financiera global, es una bomba de tiempo para todos los trabajadores», advirtió Sharan Burrow, secretaria general de la confederación. «EEUU debe cesar el bloqueo. Si no forman parte de la comunidad global, que se echen a un lado», zanjó.

El director general de la ONG ecologista WWF, Jim Leape, también se sumó al linchamiento público de EEUU: «Lo que este proceso no está consiguiendo es ambición en la reducción de emisiones. Y esto no es culpa del proceso. Es culpa de gobiernos como el de EEUU».

El ministro polaco de Medio Ambiente, Marcin Korolec, cuyo país ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea, dejó ayer claro que los 27 siguen dispuestos a firmar un segundo periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto. Y esto «pese a que sólo nosotros y algunos otros países lo firmen», puntualizó Korolec. El actual protocolo expira en 2012 y Canadá, Rusia y Japón ya han manifestado que se quedarán fuera. Los principales emisores EEUU, China, Brasil e India nunca estuvieron dentro. Un nuevo periodo de cumplimiento más allá de 2012 sólo implicaría a la UE (que es responsable del 11% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero) y a un puñado de pequeños países industrializados, hasta cubrir el 16% de las emisiones. Pero la UE lo apoyará si EEUU y los países emergentes se comprometen en una hoja de ruta hacia un acuerdo global y vinculante que obligue a todos los países antes de 2015 y entre en vigor como tarde en 2020. Ese es el milagro por el que rezaba la presidenta de la cumbre de Durban, Maite Nkoana-Mashabane.

Una docena de jefes de Estado y 130 ministros tomarán el testigo de los técnicos, que participaron en las reuniones de trabajo mantenidas durante la semana pasada, y arrancarán hoy la fase decisiva de la Cumbre del Clima. La ministra española de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, no viajará a Durban. Sólo estará presente la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, como decidió en una reunión de traspaso de poderes el PP, ganador de las elecciones generales del pasado 20 de noviembre.