Nicolas Álvarez Guevara (*)
Las revelaciones del supuesto caso de corrupción que mantiene en impacto psicológico a la sociedad argentina pone a la luz el accionar de quienes no poseen escrúpulos a la hora de venderse al enemigo de los pueblos: el imperialismo y sus lacayos locales.
Sergio Shoklender autodeclamado revolucionario, termino siendo, como sucede en varios países de nuestra región, un empresario burgués, corrupto y traidor a los principios y valores que expuso mil y una veces frente a los trabajadores que construían viviendas en la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
El apoderado y mentor del proyecto “sueños compartidos” transmuto a «pesadilla sinfín» expuesta en primera página con letras catástrofe todos los días, siendo noticia principal de noticieros de TV, radio e internet. La picadora de carne accionada por el monopolio Clarín puso a prueba el principal valor defendido por el gobierno de Cristina Kirchner como vanguardia de sus políticas de Estado: los DD HH.
El acusado y libre condicionalmente junto a su hermano Pablo, por el asesinato de su madre y padre, acontecida en épocas de dictadura militar, los coloca en una situación de sospecha de doble agente, luego de aparecer precisamente en el canal TN dando la primer entrevista para defenderse mediáticamente de las acusaciones en su contra.
Shoklender, caracterizado como un cuadro revolucionario inteligente y trabajador, resulto un fiasco mitómano que sirvió a los intereses del enemigo opositor al gobierno, tal que se ha registrado una caída en la imagen gubernamental de casi 4 puntos tras el ataque mediático de grueso calibre al que está siendo sometida el ícono de la lucha y principal cuadro revolucionario, Hebe de Bonafini, aliada incondicional de Cristina Fernández.
El hijo adoptivo resulto un tremendo troyano plantado por la ultraderecha fascista comunicacional, empresarial y política de Argentina y Latinoamérica que, coordinadamente, operan en red los medios de comunicación en la actual guerra de cuarta generación.
(*) Comunicador Popular