Eduardo Anguita

En coro, los comunicadores del viejo país agroexportador se indignan con la Unidad de Información Financiera (UIF). Dicen que su titular, José Sbatella, fue lento para llevar a los tribunales una denuncia sobre manejo irregular de fondos por parte de Sergio Schoklender. En coro, los comunicadores del viejo país agroexportador silencian que la Sala II de la Cámara de Casación Penal encontró una pirueta para que siga sin establecerse la identidad biológica de Felipe y Marcela Noble Herrera. Dos casos argentinos. El primero fue el ariete para montar una brutal campaña de desprestigio de las causas por derechos humanos. El segundo es un intento más por impedir que se sepa si alguna de esas dos personas –o las dos– son hijos de desaparecidos. En el primer caso, la UIF tenía una denuncia sobre la compra de una casa en José C. Paz por parte de Schoklender. Eso era todo lo que había y era de un año atrás. Y la operación de compra no se había consumado porque el ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo no pagó el total de los 95.000 dólares pactados (ver «Sergio Schoklender bajo la lupa»). Recién ahora, cuando a principios de mayo Schoklender renunció a la fundación, empezaron a tomar estado público una cantidad de irregularidades. En la misma semana en que se supo, la UIF puso todas las actuaciones en manos del fiscal antilavado Raúl Pleé quien, en 24 horas, radicó una denuncia penal. Se sorteó el expediente, fue a parar a manos de Norberto Oyarbide y el juez le dio vista al fiscal Jorge Di Lello, quien pidió una serie de medidas, entre ellas la prohibición a Schoklender de salir del país. Oyarbide lo dispuso de inmediato.
Como si se tratara de otro país, la causa por saber si la dueña de Clarín adoptó o no hijos de desaparecidos cumplió diez años y sigue con trabas. Marcela Noble Herrera viajó a Uruguay el mismo día en que los jueces Luis María García, Guillermo Yacobucci y Raúl Madueño avalaban que podía extraerse muestras genéticas a ella y a Felipe Noble Herrera. Nada le impide viajar y tanta impunidad sobre su historia hace que ella sea enviada por el directorio de Clarín a reuniones internacionales como representante del grupo empresarial. La maniobra judicial de los camaristas de Casación pretende avalar la muy cuestionada actuación de Ofelia Hejt, la jueza de San Isidro que le dio en adopción a Felipe y Marcela en 1976 (ver «Un fallo que favorece la impunidad»), ya que establece que las muestras genéticas de ambos –sean extraídas de modo voluntario o compulsivo– sólo puedan cotejarse con una veintena de casos, limitados en el tiempo en función de las fechas con que la jueza Hejt los inscribió. Esto, lógicamente, provocó la apelación de los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, que piden que se cumpla con la ley y se puedan cotejar con todas las que tiene el Banco de Datos Genéticos. También la apelación de los abogados de Felipe y Marcela que pretenden impunidad. Es decir, tras diez años, ahora esto terminará en la Corte Suprema de Justicia y es posible que todo pase para 2012. Una vergüenza, pero en línea con la trama de complicidades que llevaron a miles de desaparecidos y a la supresión de identidad de los nietos que buscan Abuelas.
En la misma semana, dos temas que para los comunicadores de la Patria chica, la de los intereses financieros y agroexportadoras, merecen un tratamiento completamente distinto. Una burda demonización sobre las Madres. Un alineamiento con la viuda de Noble para desconocer el reclamo de las Abuelas. Un periodismo a medida en una sociedad que parece haberse consustanciado con la necesidad de acompañar los cambios propuestos por Néstor Kirchner y que Cristina Fernández de Kirchner continúa. Un país que lleva ocho años protagonizando transformaciones y que se prepara para ratificar el rumbo cuatro años más.

La Ferrari, un sueño no compartido. Este artículo sería una canallada si no tomara dimensión de lo grave que resulta la historia que golpea a las Madres de Plaza de Mayo. En la edición del domingo pasado, Miradas al Sur dio cuenta de las firmes sospechas que pesan sobre Sergio Schoklender y sobre el silencio que había en la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Apenas, en la página web del organismo había un comunicado en el que decía que la renuncia de Sergio Schoklender había sido aceptada. Ese mismo domingo, otros medios que se consideran parte del proceso de cambio argentino eludían el tema. Se guardaban en la excusa de no permitir que se ataque a las Madres. El periodismo de interpretación, antes de opinar debe presentar los hechos y no evitarlos o silenciarlos. Ese mismo domingo, Clarín titulaba con Schoklender porque el ex apoderado de Madres había ido a ese medio para dar su versión. Como era de esperar, se presentó como un empleado, como un colaborador de las Madres. Schoklender luego se paseó por TN y por C5N. Es decir, buscó los medios que destratan o maltratan a Madres, especialmente a Hebe de Bonafini. Este semanario quiso dialogar esta semana con Hebe y la encargada de prensa dijo que, sobre el tema Schoklender, ya había dicho todo en el comunicado. A su vez, cuando invitó al ministro de Economía, Amado Boudou, a su programa y en la ronda del jueves último en Plaza de Mayo, tampoco quiso referirse al tema. Quizás, esta noche, cuando vaya al programa televisivo de Víctor Hugo Morales, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo diga algo más. El respeto que merece Hebe de Bonafini no se verá empañado por prestarse a lo que buena parte de la sociedad quiere saber sobre por qué Sergio Schoklender tuvo un papel tan importante en Madres. Más bien, todo lo contrario. Será una gran tranquilidad para muchos conocer su versión. El mismo Schoklender se ocupó de decir que tiene dinero como para tener una Ferrari y, pocos días después, se supo que no era una simple alegoría, porque una de las empresas de las que parece ser accionista mayoritario, tiene una Ferrari.
Schoklender, más allá del crimen de sus padres, siempre tuvo un trato distante o agresivo con trabajadores o militantes populares. No es novedad para muchos su vida de estándares burgueses mientras formaba parte de una de las organizaciones de derechos humanos con mayor trayectoria como es Madres. Eso no será parte del juicio que sustanciará Oyarbide. Eso no es un tema de la Justicia. Se trata de un tema que habla de los valores personales y morales de quienes asumen un lugar que, más allá de la gestión en la construcción de viviendas, tiene un valor simbólico decisivo. ¿De qué sirve proponer profundizar el cambio? Sencillamente de redistribuir las riquezas para dar oportunidades. Eso se hace contagiando ejemplos de vida. Hebe de Bonafini es un tremendo ejemplo de vida. Quienes conocieron a Schoklender no lo consideraban un ejemplo de vida. Esto no es hacer leña del árbol caído. Esto no es atacar a Hebe. Algunos tienen miedo de las reacciones que pueda provocar una crítica. Bienvenidas las reacciones porque hay muchas cosas que merecen debates.

 

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