Libia condenada por el libre mercado: la Libia tribal y ancestral amenazada en su existencia por “Libyan Oil Company”, de factura británica, francesa y estadounidense.
Todo el poder militar y económico para aplanar, azotar y someter o apaciguar.
Guerra abyecta, del deshonor sin tregua: Libia, Palestina, Afganistan, Kosovo, Irak…
Guerra de una democracia impúdica, de sistemática violencia. Violencia desmedida y desbocada.
De Libia parece apoderarse la paz de los sepulcros. Mientras, los ataques de la OTAN y una cruenta guerra civil no dan tregua.
Los muertos, los heridos y los desaparecidos, solo son visibles en las fotografías de sus deudos y dolientes que buscan angustiosamente saber “dónde están los míos.” Centenares de heridos diarios y el dolor en el alma por la vida malograda, arrasada.
Todos sabemos de hogares demolidos, hospitales destruidos, y de miles y miles de emigrados. Los daños colaterales de la OTAN, Zarkosy y Ban Kin Moon.
Para los “humanitarios”, de derecha e izquierda, solamente cuenta que Gadafi ya no tiene capacidad de repuesta.
Para la derecha que vivió los minutos más excitantes de su vida, cuando presenciaron cómodamente y a resguardo absoluto, el asesinato de Osama Bin Laden, la cuenta es el “día que matemos a Gadafi”.
Libia es víctima, cada día, de asesinatos selectivos y ejecuciones extrajudiciales.
Libia lacerada por la ignominia de una elite imperial que parece no tener límites.
Mientras se confiscan, se roban y reparten los activos financieros del pueblo libio.
Libia, balcanizada y sin reservas internacionales, parece esfumarse.
Libia sin derecho internacional y víctima del derecho internacional del Consejo de Seguridad de la ONU y la elite imperial… todo con la venia de su guerrerista secretario general.
Libia expoliada por el capitalismo del desastre, la guerra pura, la doctrina del shock y la ultrapolítica.
Libia hostigada, perseguida, por los eufemismos de estos tiempos del rearme masivo, de la elite imperial. Galimatías de por medio: ya no se trata de torturas, sino de “interrogatorios realzados”.
Libia puede desaparecer en medio de la duda razonable.
A esa guerra “sicaria”, subsidiaria de la “vendetta” contra los pueblos del Sur, hay que derrotarla. Se trata de la política contra el guerrerismo de los señores matanzas y las empresas privadas de los soldados de alquiler.
¿Que toca a la izquierda anticapitalista, al pensamiento crítico, a la gente de paz, a los combatientes por las causas justas, a los libertarios y subversivos de siempre?
La izquierda anticapitalista, los movimientos populares, los movimientos pacifistas, desde Viet-Nam, sabemos que nos toca y cómo hacerlo:
Demostrar que la solidaridad no es una flor de arena en el desierto que se la lleva el viento.
Aislar la guerra contra el pueblo libio.
Rendir el guerrerismo con propuestas de paz y de negociación.
A este asunto no hay que darle más vueltas. Basta de la duda razonable que la gente de izquierda comparte totalmente.
fclugo50@gmail.com