Felipe Gómez
Cuando escuché el anuncio del guerrerista piel de cordero Santos: no podía creerlo. Lobo se iba a reunir con el comandante Chávez. A esa altura de la tarde bebí mi primer trago de ron con hielo.
Ahí fue que empece a escuchar: «Hemos hablado los temas del (depuesto) presidente (Manuel) Zelaya fundamentalmente. Sobre todo Honduras les ha informado sobre los avances que hay en este campo y el deseo y el anhelo de «todos» de que la relación se fortalezca cada vez más», añadió Lobo, quien calificó la jornada como «un día extraordinario».

La reunión con Lobo fue anunciada a último minuto, por el presidente Santos -ex ministro de guerra de Älvaro Uribe Vélez-, quien expresó su deseo de que su gestión de buenos oficios sirva para «dar un paso adicional al arreglo definitivo del problema de Honduras y que la OEA vuelva a aceptarlo como un miembro pleno de la organización». Y me bebí mi segundo vaso de ron, esta vez sin hielo.

Entre vaos etílicos recordé que Chávez ha sido uno de los principales apoyos de Zelaya tras el golpe que lo desalojó del poder y lo obligó a salir del país el 28 de junio de 2009, aunque parece haber un cambio en su política de alianzas tras reunirse con Santos y Lobo al mismo tiempo.

Me vino a la memoria que luego del golpe, Honduras quedó suspendida de la OEA estando Zelaya exiliado en República Dominicana.

Si mal no recuerdo, Lobo fue electo presidente en noviembre de 2009, en unos comicios organizados por el gobierno de facto de Roberto Micheletti, cuyos resultados se negaron a reconocer Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

La reunión de Santos y Chávez estaba pautada para el pasado 1 de abril, pero debió suspenderse por un «problema» en el avión del presidente venezolano que le habría impedido trasladarse a Cartagena, balneario colombiano sobre el mar Caribe.

La resistencia hondureña esta procesando este «trago amargo» propinado por el comandante Chávez, quien deberá explicar con sólidos argumentos el porque de tamaña maniobra política que deja un flanco débil en la revolución bolivariana.
Mientras tanto yo fui a buscarme otra botella a la licorería antes que, por si acaso, apareciera Obama en la tertulia.