Lejos de las cámaras, mientras el presidente Juan Manuel Santos anunciaba que Colombia por fin tenía luz verde para el TLC con Estados Unidos, estaba la consejera para la Gestión Pública y Privada y Coordinadora del Tratado, Catalina Crane, al tanto de cada detalle.
Sin duda fue la mujer clave para encarrilar el trámite del TLC en el Congreso estadounidense, algo por lo que ya nadie daba cinco centavos, como lo reconoció el propio Santos. Lo que pocos saben es cómo fue el engranaje detrás de semejante noticia.
En septiembre pasado, cuando los presidentes Barack Obama y Santos se reunieron por primera vez en Nueva York, acordaron establecer grupos de trabajo de alto nivel para que la nueva agenda entre los dos países pudiera avanzar.
No obstante, en enero, la visita del vicepresidente Angelino Garzón a Washington significó un verdadero impulso para empezar a mover la entrada del TLC al Legislativo norteamericano. También tuvo que ver la nueva fuerza adquirida por los republicanos tras las elecciones de octubre. Bien es sabido su apoyo al acuerdo desde la era Uribe.
Efectivamente, la misión llegó a Colombia para entrevistarse con empresarios y sindicatos. Al empaparse de los detalles que consideraron pertinentes, hicieron un completo informe, al parecer bastante favorable para el Gobierno, y lo presentaron al presidente de Estados Unidos.
Fue el paso que necesitaba el gobierno Obama para llamar a Colombia a anunciar que realmente sí quería sentarse a hablar del asunto. “Su propuesta fue que pensáramos en una acción conjunta para poder firmar el TLC. Siempre se hablaba tentativamente, no había un compromiso, era explorar a ver cómo superar estos temas difíciles”, recuerda Crane.
La idea entonces fue partir de los resultados que la misión estadounidense había detectado en su visita a Colombia. Catalina Crane, el embajador Gabriel Silva y un grupo de asesores del Ministerio de la Protección Social viajó a Washington. Allí se sentaron con seis funcionarios delegados por Obama a revisar uno por uno los temas que más preocupaban a los congresistas de oposición. Tenían que concertar un paquete de actividades que pudieran hacer frente a los cuestionamientos.
La primera preocupación fue lo extensa que podía resultar la agenda a discutir. Pero para sorpresa de la delegación colombiana, la negociación se concentró en el estado de los derechos laborales. Es decir, el equipo de Obama enfatizó más en lo laboral que en Derechos Humanos, gracias a los avances en proyectos como la ley de víctimas y restitución de tierras.
“Había un marco de unidad muy positivo que era la política del gobierno del presidente Santos en materia de Derechos Humanos, restitución de tierras y reparación de víctimas. Creo que eso fue lo que hizo que no nos pusiéramos a discutir todos los temas de derechos. Finalmente, ya había un planteamiento que mostraba el talante de este Gobierno”, cuenta la funcionaria.
En el campo laboral, el equipo colombiano decidió mostrar que, desde la campaña presidencial, Santos estaba empeñado en un ministerio que atendiera exclusivamente el trabajo. Mejor visto quedó el hecho de que el Congreso colombiano había aprobado el proyecto de facultades extraordinarias que permitía a Santos materializar su promesa de campaña.
El compromiso del equipo de Santos fue mejorar la capacidad de protección de los asuntos laborales, aceptando de antemano que sí existía una debilidad institucional. Otro hecho que despertó gran confianza al equipo Obama fue el plan de fortalecimiento de la Fiscalía para enfrentar la impunidad de derechos laborales a raíz del nombramiento de Viviane Morales. Y también pesó el volver a tener un Ministerio de Justicia, otra cosa que se hará con las facultades extraordinarias.
“Tenían que ser medidas concretas para mostrar que el país está avanzando y darles tranquilidad a los antagonistas que podrían salir a decir que esto es un desastre. Por eso les entregaron una carta de presentación a los críticos para demostrar que no es sólo retórica”, cuenta Crane.
Durante las últimas tres semanas el trabajo se intensificó. Prácticamente Catalina Crane vivió entre Estados Unidos y Colombia, acompañada por el Ministerio de la Protección Social, los jurídicos de Presidencia y el vicefiscal Juan Carlos Forero, quien tuvo la misión de explicar los proyectos de su entidad. En Bogotá, el papel del embajador norteamericano Peter McKinley, fue también fundamental.
Con lo que ya se consideraba un paquete sólido de política para la protección de derechos laborales, se estableció un cronograma. El grupo de Obama le comunicó que el trabajo estaba listo. Al tiempo, los colombianos, pensando en la visita de Santos a Estados Unidos, intentaron que para la misma fecha se concretara el encuentro y darle paso al pronunciamiento político de los dos mandatarios sobre el acuerdo.
La confirmación de la reunión llegó directamente al secretario general de la Presidencia, Juan Carlos Pinzón. Desde el pasado domingo se empezó a filtrar la noticia. El lunes, notablemente entusiasmado y ya rumbo a Estados Unidos, en el avión presidencial, Santos se limitó a decir que si el viaje se ampliaba hasta el jueves era para ir a Washington por cuenta de “una muy buena noticia para el país”, pero no quería anticiparse para no dañar las cosas.
Y el martes, el jefe de Estado dejó entrever que el encuentro era un hecho, pero no se atrevía a hacer el anuncio con el fin de no opacar su intervención en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el cual hacía las veces de presidente.
Para el miércoles, cuando la Casa Blanca confirmó la noticia, Santos hizo su pronunciamiento horas después con la firme convicción de que saldría con una fecha debajo del brazo. Y así ocurrió. Sintiendo que era uno de los mayores logros, en su discurso felicitó al equipo de trabajo, especialmente al embajador Gabriel Silva y a la alta consejera, Catalina Crane.
No es para menos; Crane dejó sus actividades en Colombia, las reuniones para la competitividad y permanecía tres o cuatro días de la semana en la Casa Blanca en extensas reuniones. Si bien a su familia no le gustaba mucho la idea de que se desprendiera de ellos tan frecuentemente, cuenta que sus hijos y su esposo fueron muy solidarios porque sabían que era un esfuerzo muy importante para el país.
Desde que el hoy presidente Santos era ministro de Comercio Exterior, en el gobierno de César Gaviria, ha estado a su lado. Después estuvo en la fundación Buen Gobierno y volvió a acompañarlo como su viceministra de Hacienda, durante el mandato de Andrés Pastrana.
Además de haber trabajado cerca a Santos, Crane cuenta con toda la preparación académica para su gestión. Hizo un Máster en Administración Pública en Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard. Durante los últimos dos años se desempeñó como Presidente de Procafecol (Tiendas Juan Valdez), después de haber sido Gerente Financiera de la Federación Nacional de Cafeteros.
Por eso, no era raro que el primer mandatario depositara en ella toda su confianza y le encomendara una de las tareas más significativas de su gobierno: encarrilar el TLC.
La fórmula de la diplomacia
Los que saben de diplomacia aseguran que el verdadero éxito radica en actuar de forma juiciosa, prudente y lejos de los micrófonos. Esa fue la fórmula con la cual el embajador de Colombia en Estados Unidos, Gabriel Silva Luján, logró el encuentro de los mandatarios Juan Manuel Santos y Barack Obama, en el marco del cual se logró destrabar el Tratado de Libre Comercio.
Así lo reconoce Silva Luján, quien argumenta al respecto: “Lo más importante es mantener la discreción, porque los temas diplomáticos así lo requieren. Desde hace dos meses, al lado del secretario de la Presidencia, Juan Carlos Pinzón, y la alta consejera y coordinadora del TLC, Catalina Crane, estuvimos armando este exitoso encuentro. Ahora debemos trabajar en la filosofía del respeto y la defensa de los derechos laborales ”.