Sin sonrojarse, le pidió a Occidente que invada a Cuba, en nombre de la “libertad” y la defensa de los civiles inocentes (¡!).
Este pequeño genocida, que acompañó a George W. Bush en sus campañas de guerra, torturas, secuestros y vuelos secretos, ganó el merecido sobrenombre de führercito, dijo semejantes barbaridades en un acto en Torrejón de Ardoz (Madrid), en el que coincidió con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.
Aznar explicó su teoría de por qué la Isla se merece una correspondiente cuota de bombas: necesita libertad, que ”no es un privilegio de unos pocos” sino que es “un derecho que tiene todo el mundo”.
Aunque no mencionó a Iraq, país todavía ocupado por EEUU gracias a sus esfuerzos, ha indicado que cuando se tiene que tomar la “difícil” decisión de intervenir en un país, tiene que hacerse “para que puedan evitarse males mayores”.
Eso sí, subrayó que también hay que decir “cuáles son las consecuencias de no actuar con toda la decisión y determinación” porque cuando se habla de proteger vidas civiles, dijo, lo que no se puede hacer es una política que permita seguir en el poder a aquellos que “amenazan la libertad de esos civiles”.
Finalmente, y en referencia a la intervención de la coalición internacional en Libia, aseguró que en este momento hay “muchas cosas que dependen del acierto de mucha gente”. “Yo deseo que se produzca ese acierto”, declaró.
Aznar olvidó recordar, por cierto, que él fue quien le abrió las puertas de Europa a Gadafi, quien hasta las revueltas en el Medio Oriente era su amigo. El führercito visitó Trípolí en septiembre de 2003, encantado con Muamar el Gadafi, quien le regaló un caballo de raza árabe al que le dieron el nombre de “El rayo del líder”. Además de fascista, el español es un hipócrita traidorzuelo.