Rudis Yilmar Flores Hernández
ALAI AMLATINA
El anuncio de la visita de Obama a distintos países como Brasil, Chile y El Salvador se dio a conocer en un evento de gran trascendencia política, en el informe anual del presidente Obama al congreso bicameral de los Estados Unidos.

Es promisorio que Obama y sus analistas diplomáticos hayan escogido estos tres países como emblemáticos y con algún tipo de representatividad en la región y no otros países que se convirtieron en aliados estratégicos como Colombia o países que conformaron nuevos tipos de gobiernos como Argentina.

Estos tres países tienen un pasado de dictaduras crueles y torturadoras que contaron con el patrocinio de gobiernos anteriores de Estados Unidos: Pinochet en Chile, la dictadura militar de Brasil y la larga dictadura de El Salvador por la que hubo guerra civil. Y los tres países han recorrido de manera diferente la construcción de nuevos modelos de sociedad que los llevaron en todo caso a enfrentar procesos democráticos arrastrando el lastre de su pasado.

Es de reconocer que los presidentes salvadoreños en su pasado histórico han tenido formas de congratularse con los representantes del imperio, Napoleón Duarte, besó la bandera de Estados Unidos mientras era presidente de El Salvador, el presidente Francisco Flores dijo que su mayor orgullo era que GW. Bush lo hubiese llamado amigo. (Como si en política hubiesen amigos), el actual presidente Funes dijo en su discurso inaugural que uno de sus referentes políticos era Obama. Sin duda el estilo más exitoso con relación a otros gobiernos de la región ha sido el del presidente Funes, pues Obama anunció con la visita a El Salvador y los demás países un punto de inflexión en la historia de las relaciones interamericanas.

Es importante reflexionar sobre los parámetros que fija Obama en su discurso: su gobierno quiere socios que asuman responsabilidades en materia de seguridad, y narcotráfico,  el presidente Funes ha resultado ser el aliado más fiel al imperio en la región centroamericana, al manejar su política exterior condicionada a Washington y a los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y al Fondo Monetario Internacional.

Desde la llegada de Funes al poder en el 2009, vanaglorió los “valores democráticos” del presidente Obama que continua arremetiendo con la guerra en Irak y Afganistán, ampliando su política guerrerista para América Latina, contra el pueblo de Venezuela, la implementación de bases militares en Colombia y Panamá, la ocupación militar en Haití, El desembarco de tropas en Costa Rica y el pasado golpe de estado de Honduras en junio del 2009.

Esta gira se convierte en la primera del presidente Obama por América Latina desde que asumió la Casa Blanca, se da coincidentemente cuando se cumplen 50 años del lanzamiento de “Alianza para el Progreso” por el gobierno de Kennedy después del gane de la revolución cubana, con la intención de contrarrestar el avance de los movimientos revolucionarios en la mayoría de los países latinoamericanos y difundir la ideología dominante del capitalismo, en El Salvador se instalaron televisores en las escuelas públicas donde se busca socializar los modelos económicos imperantes, se puso en marcha un programa de alimentación a los niños y se comienzan a desarrollar las famosas experiencias de planificación impulsadas por la CEPAL.

La visita de Obama a estos países ha generado reacciones que van desde crecientes expectativas, hasta la duda con respecto a sus verdaderas intenciones. En la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago en el 2009, expresó: “yo no vine a discutir sobre el pasado si no para pensar en el futuro, como vecinos tenemos la responsabilidad de confiar en nosotros “. Ante estas palabras es válido preguntarse ¿por qué los pueblos latinoamericanos y caribeños deben seguir confiando en su vecino después de dos siglos de políticas de expoliación y de agresiones?¿“Contemplarán cambios de fondo estas nuevas alianzas” o será solo una retórica cautivadora cargada de promesas?

Hasta el momento, el actual gobierno estadounidense mantiene los mismos intereses estratégicos de sus antecesores sobre América Latina y el Caribe, dirigidos a mantener el acceso y control sobre los recursos naturales, el acceso a las fuentes primarias de energía, el dominio de los mercados, la preservación del sistema de colonización ideológico cultural y la contención de los procesos revolucionarios que pretendan desafiar las bases fundamentales de su hegemonía. Mantiene intacto el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba; continúa la hostilidad contra la República Bolivariana de Venezuela; legitimó el golpe de Estado en Honduras e instalan siete bases militares en Colombia.

Lo relevante de la gira de Obama es su visita a Brasil, considerada como la octava economía del mundo y que desplazó a Estados Unidos en el liderazgo de Suramérica. Brasil, junto a otros países como la India, Rusia y China,  conformaron el BRIC, como las nuevas potencias emergentes que pujan por un papel más preponderante en el establecimiento de un mundo multipolar.

En el caso de El Salvador se trata de una visita de cortesía al presidente Funes, recordemos que los presidentes anteriores permitieron el establecimiento de una base de monitoreo en el Aeropuerto Internacional de Comalapa y enviaron contingentes de tropas a apoyar la intervención militar en Irak, entonces existe una manera de congraciarse con el actual gobierno que es el principal aliado en Centroamérica para la lucha contra el narcotráfico y el que promueve el reconocimiento ilegal de Porfirio Lobo y la reincorporación de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA), el consentimiento regional a la militarización de Costa Rica, donde tiene desplegado 46 buques de guerra y 11,000 marines, que en la lógica de los gringos son para reforzar la lucha contra el narcotráfico. Las alianzas entre Estados Unidos con los gobiernos de la derecha salvadoreña en el pasado reciente se cristalizaban en la lucha contra el comunismo y el terrorismo, mientras que ahora el gobierno del cambio quiere una “alianza contra el narcotráfico, para el desarrollo social y el crecimiento económico”, aun cuando esto implique someterse a la política exterior de Washington. La única manera creíble de comenzar a forjar nuevas alianzas es iniciar el desmontaje del sistema de dominación hemisférica, de lo contrario, retórica y promesas serán la base de la Alianza.

Obama visita El Salvador también por dos cosas en particular, primero asegurarse que con los cambios políticos no se pongan en riesgo la base militar en Comalapa, donde funciona el denominado “Centro de Monitoreo Antinarcóticos”, que es un puesto de observancia satelital conectado con las bases militares en Colombia,  y segundo el funcionamiento de la academia internacional de cumplimiento de la Ley conocida por sus siglas (ILEA), que es una base de entrenamiento policial, considerada como una versión maquillada de la Escuela de las Américas, que entrenó a los jefes militares más criminales que condujeron las dictaduras militares de los pueblos latinoamericanos.

Y como era de esperar al igual que en Brasil, Chile y en El Salvador,  Obama recibió manifestaciones de protesta contra su presencia, en el caso nuestro también los movimientos sociales tenían su agenda que tiene que ver con intereses nacionales.

Representantes del movimiento social salvadoreño entregaron a un diplomático de la embajada de EE.UU. una carta que contenía una serie de peticiones en la cual exponían que la crisis económica global, el cambio climático, el narcotráfico, la inseguridad y la crisis alimentaria tiene su origen en un modelo económico impuesto a nuestros pueblos por las grandes potencias mundiales, principalmente los Estado Unidos. Le exigen a Obama que asuma responsablemente lo que le corresponde ante las consecuencias que eso males provocan en nuestros pueblos.

Entre otras cosa le solicitan la legalización de compatriotas trabajadores y el pleno respeto a sus derechos humanos como migrantes. Cese las deportaciones ya que en el 2010 fueron deportados casi 20,000 salvadoreños de EE.UU., respeto a nuestra soberanía, rechazo a toda intromisión a nuestro proceso democratizador. Esperando que las ayudas del gobierno de Estados Unidos hacia nuestro país respondan a las necesidades y prioridades de las grandes mayorías de nuestro pueblo, que contribuyan a superar el actual modelo de consumismo y a construir nuestra capacidad productiva, sin que ello implique condicionamientos de ninguna especie ni sirvan a agendas políticas encubiertas, como lo experimentamos en el pasado, por ejemplo con la Alianza para el Progreso. En este contexto, es necesario también el respeto al derecho de nuestro pueblo a establecer relaciones políticas, económicas, diplomáticas y culturales con cualquier nación del mundo y de relacionarse con iniciativas tales como el ALBA, y que las relaciones entre Estados Unidos y El Salvador estén basadas en el respeto a la soberanía de nuestro pueblo y el respeto pleno a los derechos humanos. Y que no tengan como base solamente las leyes del mercado.

La visita de Obama coincide también con la celebración del 31 aniversario del martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien es y seguirá siendo pastor del pueblo pobre y el San Romero de América aun cuando el Vaticano se resiste a canonizarlo. Hay que entender que la tumba de Romero y su martirio tienen un valor simbólico, es decir, Mons. Romero representa a todas las víctimas inocentes del período de la guerra civil salvadoreña.

La visita de del presidente del imperio a la tumba de Monseñor no resultó ser más que un acto meramente político ya que no contempló pedir perdón por haber financiado una guerra con más de un millón de dólares diarios y que en sus bases militares tanto en el Comando Sur de Panamá, en la Escuela de las Américas se entrenaron militares y batallones que masacraron al pueblo salvadoreño y que también asesinaron al profeta.
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Rudis Yilmar Flores Hernández
Sociólogo, profesor de la Universidad de El Salvador, San Miguel, C.A
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