
«El Gobierno ha hecho hincapié en que su prioridad es la seguridad», declaró uno de los asistentes a la reunión. Para Tokio, aunque la situación es «muy grave», según admitió el primer ministro Naoto Kan, hasta ahora la radiactividad desprendida está bajo control. Kan aseguró que el terremoto y el tsunami del viernes sumergieron a Japón en su peor crisis desde el final de la II Guerra Mundial.
Por ahora, no hay ninguna grieta en los sarcófagos, ni siquiera en el del reactor número uno, pese a la explosión del sábado. La causa de ésta fue la acumulación hidrógeno en el techo del edificio que guarda el reactor encerrado en su sarcófago y el contacto del hidrógeno con el oxígeno. Esa acumulación procedía de que al inyectarse agua marina se genera vapor y es necesario abrir las válvulas de hidrógeno.
Hoy el reactor más complicado es el número dos, cuya temperatura es muy elevada y en su interior se está produciendo la fusión del núcleo. Los expertos están utilizando la misma técnica de enfriamiento por agua marina pero tratan de abrir una vía de escape mayor al vapor, para evitar otra explosión del edificio que lo contiene.