Frente a la quiebra bancaria de 2008, el Congreso estadounidense aprobó la Ley de Estabilización Económica de Urgencia por la cual se autorizó el llamado Programa de Alivio de Activos Turbulentos (TARP).
Este salvataje financiero solventado con recursos fiscales, provenientes de los impuestos que pagan los ciudadanos, claramente “alivió” a los activos respaldados por hipotecas incobrables como así también a la infrenable desvalorización de las acciones de las financieras y bancos afectados por la explosión de la burbuja inmobiliaria de los años previos. Pero la crisis no se alivió. No sólo adquirió dimensión mundial, sino que se transformó en su contraparte.
De crisis bancaria a crisis social, del alivio de activos “tóxicos” al agobio del presupuesto fiscal y familiar.
EL RESCATISTA AHOGADO. Según ProPublica, reconocida agencia de investigación periodística, el rescate estatal de los EE UU asciende a U$S 546 mil millones, de los cuales fue recuperado sólo el 52%, o sea, U$S 285 mil millones. Del monto total reingresado a las arcas públicas, U$S 50 mil millones corresponden a ganancias sobre lo invertido como ser pago de dividendos o intereses, mientras que el grueso es recompra de activos o devolución de préstamos.
Es decir que los ingresos generados por la inversión estatal realizada son de aproximadamente el 9% en dos años, teniendo en cuenta que la mayor parte del desembolso fue realizado en 2008.
Se trata de una rentabilidad baja, si por ejemplo se toma como referencia un bono corporativo de calificación media (Moody´s Baa) que pagaba el 9,5% anual en octubre de 2008 y actualmente más del 6% anual según datos de la Fed. Claramente se trata de un “salvataje”.
Sin considerar las ganancias del rescate, la deuda de capital adelantado alcanza entonces los U$S 311 mil millones. En definitiva, el financiamiento de la quiebra se realiza vía el desfinanciamiento fiscal. Como dato relevante, los U$S 546 mil millones representan el 36,5% del déficit público, el 4% del PBI, el 15% de la recaudación nacional estadounidense, y el 11% de su gasto público (datos 2009 Bureau of Economic Analysis).
El rescate se realizó a través de diferentes programas. El más importante, con el 44,9% del total desembolsado, fue el programa de compra de capital (CPP) destinado a la adquisición de acciones preferenciales de bancos e instituciones financieras, esencialmente del Citigroup y del Bank of America. Si bien el programa era voluntario, varios ejecutivos de entidades chicas o medianas denunciaron haber sido presionados para su incorporación al programa.
De esta forma se especula con que el “salvataje” sólo salva a las grandes entidades, mientras que encubre un proceso de centralización de la propiedad bancaria, que si bien en principio aparece bajo la forma de una nacionalización, más adelante estos activos pueden ser revendidos como paquete al mejor postor.
El otro programa destinó el 14,6% a las automotrices. A diferencia del rescate a las financieras, estos fondos se facilitaban luego de que las compañías hubieran declarado la bancarrota, reducido costos laborales y reestructurado su deuda y administración.
El financiamiento de la reorganización de General Motors y Chrysler por U$S 80 mil millones, significó en concreto el cierre de plantas y una oleada de despidos masivos en el sector automotriz.
Un 8,7% consistió en inversión en la quebrada aseguradora AIG, mientras que mediante la Ley de Vivienda y Recuperación Económica de 2008 se destinó el 27,6% a las corporaciones de préstamos hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac. Nuevamente, este rescate que implicó el desembolso fiscal de U$S 151 mil millones, no implicó una mejora en el acceso a la vivienda.
Según datos de la propia Fannie Mae, la tasa de propiedad de la vivienda de los EEUU pasó de más del 68% en 2008 a menos del 67% en 2010, y contradictoriamente acompañado de una caída hacia 2009 del índice de alquileres vacantes.
La caída de este índice normalmente se asocia al aumento en el monto de alquiler y mayor cantidad de habitantes por unidad de vivienda. La crisis habitacional aparece como un factor clave en la actual crisis mundial.
El alivio del salvataje concluyó en una tasa de desocupación estadounidense de más del 9% y consecuentemente el estrangulamiento del consumo familiar. Según datos del US Census Bureau, la distribución del ingreso, medida por el coeficiente de Gini, empeoró considerablemente, y especialmente entre la población negra, latina y asiática. Los raptos de xenofobia del Tea Party no son más que la rabiosa enunciación de un fenómeno real que existe en la cotidianeidad de estos sectores.
En dos años, y con una guerra a cuestas, el déficit fiscal se sextuplicó. Los estados de EE UU, por su parte, no pueden hacer frente a muchos de sus gastos corrientes, como ser el propio seguro de desempleo. Para ello 26 municipios se vieron obligados ya sea a pedir prestado al gobierno federal, aumentar impuestos o recortar beneficios. En esta línea, según prevén los analistas, próximamente entrarían en default varios de estos bonos municipales emitidos.
UN PLAN PARA EUROPA. La Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF) fue creada por los estados miembros de la Unión Europea en mayo de 2010, luego de que el pico de la crisis griega demandara un rescate de 110 mil millones de euros por parte de la UE y el FMI. A través de esta entidad se dispuso un fondo adicional de 440 mil millones de euros, que sumado a los 60 mil millones garantizados directamente por la Comisión Europea y a los 250 mil millones aportados por el FMI, conforman un paquete de rescate de 750 mil millones de euros.
Este fondo, a diferencia del de los EE UU, es provisto esencialmente desde Estados con déficits públicos menores –Alemania con un déficit fiscal del 5% del PBI superaba incluso las pautas de Maastricht– a aquellos países europeos con déficit públicos insostenibles y deuda pública al borde del default como Irlanda. En estos países, las burbujas especulativas que se desarrollaron a partir del nuevo milenio se chocaron con la propia crisis mundial. Pero no deja de ser un salvataje al sistema bancario europeo, siendo los bancos alemanes, franceses y españoles grandes tenedores de los bonos públicos “tóxicos” (ver recuadro).
Como contrapartida al rescate de la banca europea, los estados acuden a planes de ajuste en torno a las jubilaciones, la educación, los salarios públicos y los beneficios sociales. El desempleo en Europa se incrementa de forma progresiva y no aparecen en la zona del euro mejores perspectivas que en los EE UU.
SALVATAJE PARA QUIÉN. En definitiva, la crisis bancaria mundial se transfiguró en crisis fiscales que a su vez profundizan la quiebra bancaria y las guerras monetarias.
En los Estados Unidos luego del salvataje al sector financiero, el crédito no se compuso sino que, por el contrario, cayó en 2009 y continuó en descenso en 2010.
La utilización de la capacidad productiva se encuentra diez puntos por debajo de la de mediados de los ’90, según datos de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
De esta forma los rescates reproducen nuevas limitaciones, y se traducen en conflictos políticos no sólo entre los estados sino en las movilizaciones sociales que apuntan a que la quiebra no sea sostenida por la población más golpeada