En un primer momento el diario español se dedicó a editar los documentos que cuestionaban al gobierno de Venezuela, pero poco a poco, a medida que la atención pública no está tan centrada en esos informes, han surgido otros que comienzan a mostrar una realidad diferente.
El diario madrileño ha utilizado los documentos para ilustrar una política internacional a conveniencia de sus intereses. Dos periodistas norteamericanos demostraron que el New York Times tergiversó cables referentes a la posición de los países árabes sobre Irán. Por lo que es necesario tratar de llegar directamente a la fuente.
Así, el problema no es debatir sobre las intenciones o propósitos de la filtración sino recordar que esos documentos ya vienen con dos filtros. En primer lugar, algunos documentos sólo contienen comentarios que reflejan la opinión de quienes los escriben o de quienes le han transmitido la información, siempre subjetiva, y en segundo lugar, el filtro del interés político o la ideología de quien seleccionó la información para publicar.
Por otra parte, desde antes de la publicación de los documentos filtrados, la administración norteamericana, sus aliados, y medios de comunicación o formadores de opinión que le sirven a su política, presionan para imponer la censura o la autocensura a los medios de prensa. Reclaman “responsabilidad” en la publicación de noticias de fuerte impacto.
Esa presión ha surtido efecto, en la difusión de los documentos sobre América Latina.
En cuentagotas ha ido publicado algunos cables, que el diario El País ha censurado, según admite, para proteger “fuentes” no propias, sino las fuentes de las embajadas norteamericanas, y ha realizado interpretaciones de sus contenidos, dándole un marco de situación desde el punto de vista de los intereses que defiende.
Muchos de los documentos filtrados hasta ahora son comentarios, chismes, opiniones y poca información. Es natural que cualquier embajada recoja información de diversas fuentes, hasta comentarios y opiniones, que después traslada a su cancillería, donde se supone que analistas revisan la información, la ubican en un contexto y confeccionan un informe sobre tendencias políticas, evaluaciones de situación, etc. Es por ello que el personal de las embajadas, de casi todos los países que tienen una política exterior activa, se entrevista con dirigentes políticos, funcionarios, etc.
Muchos de los comentarios y chismes de los embajadores demuestran una profunda ignorancia sobre la realidad latinoamericana y repiten versiones viejas sobre los dirigentes locales que nunca fueron confirmadas. Incluso sin citar, mencionan datos divulgados en los 80 y que nunca fueron confirmados como nueva información, por ejemplo, la supuesta presencia de Pablo Escobar en Nicaragua durante el anterior gobierno sandinista.
Así, muchos de los comentarios transmitidos por los embajadores norteamericanos al Departamento de Estados no son más que opiniones y chismes. Sin embargo, al conocer las fuentes, o los autores de los comentarios, cuando no son los propios del embajador, nos han permitido ver el afán de muchos funcionarios y políticos, en proporcionar a Estados Unidos la mayor información posible de sus países. En muchos casos se podría hablar de traición lisa y llanamente.
En otros comentarios de funcionarios, los papeles han dejado ver el profundo desprecio con que muchos dirigente extranjeros, miran los acontecimientos en América Latina y el escaso respeto que le tienen a la democracia y a la voluntad soberana de los pueblos de elegir a sus dirigentes. En especial es patente, por lo poco que se ha publicado, el sentimiento colonial y paternalista de los líderes políticos españoles sobre América Latina, y el poco aprecio que le tienen a las decisiones de sus pueblos.
En otros cables se evidencia la sumisión hacia Estados Unidos de muchos dirigentes locales y en algunos casos una peligrosa tendencia a solicitar ayuda para reprimir a su propio pueblo o para agredir al país vecino.
Los documentos revelan además que los dirigentes locales y el gobierno de Estados Unidos no han sido coherentes con muchas de sus prédicas, especialmente en el caso de Colombia donde acusan a las organizaciones guerrilleras de izquierda de “terroristas” y vinculadas al narcotráfico, y en secreto buscan contactos y negociación con las mismas.
Colombia, las FARC y Venezuela
En los pocos documentos filtrados sobre Colombia se revela que tanto el presidente Alvaro Uribe, como la embajada norteamericana, buscaron contactos con las FARC para negociar, y que el propio presidente y jefes militares, solicitaron colaboración norteamericana para cercar y agredir a Venezuela.
La semana pasada se conoció un cable del 5 de enero del presente año, que sostiene que Frank Pearl, comisionado para la Paz del gobierno de Uribe, le confía al embajador William Brownfield que ha desarrollado “canales de comunicación” con las FARC para “generar un clima de confianza y preparar unas hojas de ruta” que conduzcan al final de la violencia.
Los documentos dan indicios de que cada iniciativa del gobierno de Uribe era consultada con la embajada norteamericana, como si pidieran permiso. Así, el 4 de febrero, Pearl comunicaba a la Embajada que unos intermediarios “están organizando un encuentro en Suecia entre representantes del gobierno y de las FARC”.
Otro cable del 9 de febrero del pasado, relata una entrevista entre el presidente Alvaro Uribe y James Steinberg, vicesecretario de Estado norteamericano y primer alto funcionario de la Administración Obama que visitaba Bogotá. En la reunión, el presidente colombiano pide al funcionario norteamericano que comparta inteligencia sobre “los grupos terroristas colombianos que se esconden en Venezuela”, dando por sentado que esa actividad ya se llevaba a cabo.
Como en los demás documentos revelados, no se conoce la respuesta o reacción de Washington a los comentarios y pedidos de sus aliados. Pero a juzgar por las fotografías satelitales presentadas por Uribe cuando acusó al presidente Hugo Chávez de dar refugio a las FARC, a mediados de este año, Estados Unidos proporcionó colaboración en la elaboración del dossier. Pero mientras Uribe presionaba en la Unión Europea para que se continuara incluyendo a las FARC en la lista de grupos terroristas, y reclamaba en Dinamarca el procesamiento de un grupo de ayuda humanitaria que habría recabado dinero para las FARC, un funcionario de la Embajada norteamericana se reunía en Bogotá con un enviado del grupo guerrillero.
Según el documento filtrado, el 26 de mayo de 2009, Pablo Catatumbo, miembro del Secretariado y jefe del Bloque Occidental de las FARC, se reunió con el consejero político de la embajada norteamericana en la sede de la Conferencia Episcopal, en Bogotá, y con el conocimiento del gobierno colombiano.
Más o menos por la misma época, el general Freddy Padilla, cuando era comandante de las Fuerzas Armadas, le solicitó al embajador norteamericano, William Brownfield, asesoría de inteligencia para espiar a los ejércitos de Venezuela y Ecuador. Según la versión que el embajador transmitió a sus superiores en Washington, Padilla “solicitó un continuo intercambio de inteligencia sobre Venezuela y también información adicional que Estados Unidos pueda proveer sobre Ecuador”. No hay constancia de la respuesta, aunque el diario El País, que posee los archivos completos, agregó sin pruebas, que el embajador norteamericano no accedió al pedido.
Otros documentos filtrados recientemente muestran la doble moral del presidente Alvaro Uribe en sus relaciones con sus vecinos. Cuando el bombardeo del ejército colombiano al campamento del líder de las FARC, Raúl Reyes en territorio ecuatoriano, el primero de marzo de 2008, Uribe llamó al presidente ecuatoriano Rafael Correa para explicarle que había habido combates en la frontera y que alguna tropa podría haber pasado el límite entre ambos países en la persecución en caliente. En realidad había sido un bombardeo planificado, utilizando los datos de la mediación suiza para la liberación de Ingrid Bentancour, y con la colaboración de la base militar norteamericana en Manta, Ecuador. Ahora un nuevo documento revela que el presidente Uribe estuvo tentado a hacer lo mismo en Venezuela.
Según un cable fechado el 18 de enero, dos meses y medio antes del bombardeo a Ecuador, la embajada norteamericana informa a Washington de una reunión entre el presidente Uribe, el embajador Brownfield, y el jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Michael Mullen. En esa reunión, Uribe aseguró que estaba “preparado para autorizar a tropas colombianas a cruzar hacia Venezuela, arrestar a líderes de las FARC y traerlos ante la justicia colombiana”.
Por otro lado, el cable asegura que, “en opinión de Uribe”, el “mejor modo de contrarrestar” al presidente venezolano, Hugo Chávez, “sigue siendo la acción, incluida la militar”. Además, según el informe del embajador norteamericano, Uribe reclamó a Washington llevar a cabo “una campaña pública contra Venezuela”.
Al mismo tiempo se añadía que los presidentes de México, Panamá y Costa Rica, eran considerados “líderes naturales para contrarrestar a Chávez”. Un año antes, Uribe, en una reunión con senadores norteamericanos en la embajada de ese país en Bogotá, sostuvo que la influencia de Chávez en América Latina es “una amenaza comparable a la de Hitler en Europa”, y que había que detenerla.
Casi de ciencia ficción: Chávez invade Cuba
El diario El País efectuó otra de sus operaciones anticubanas y anti chavistas. En la presentación de nuevos cables de la embajada norteamericana en Caracas, que el diario no publica ni menciona fecha, un diplomático norteamericano deja volar su imaginación.
Citando un discurso del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de abril de 2006 donde manifiesta que estaba dispuesto a derramar su sangre para defender la revolución cubana, e incluso aclarando que “estaba hablando de una invasión de EE.UU” a la isla, el diplomático añade de su cosecha que es posible que el presidente venezolano considere intervenir militarmente en Cuba.
“En el caso de que hubiera un conflicto civil en Cuba, creemos que es posible que Chávez considerara intervenir militarmente al lado de los elementos pro régimen. No está claro si dicha intervención militar sería efectiva, peor la presencia, o incluso la sola amenaza, de una fuerza venezolana en Cuba, tendría importantes implicaciones para Cuba y para nosotros”, escribió el diplomático que el diario El País no menciona. Imagino que los funcionarios de Washington que recibieron el informe no pararían de reírse, e incluso podrían haber recomendado al autor del informe para guionista de Hollywood en películas sobre guerras que Estados Unidos sólo gana en la pantalla.
La elucubración del diplomático demuestra la paranoia y desinformación en la que viven, además del desprecio a los pueblos venezolanos y cubanos. Un desprecio que se hace más evidente cuando sostiene que “en el caso de que Hugo Chávez afrontara una nueva crisis interna, “podría sufrir mucho con al pérdida de la mano protectora de Fidel Castro. Esto, sin embargo, podría ser una ventaja para nosotros, en nuestros hacia el regreso de la democracia en Venezuela”.
Lucio Gutiérrez contra Correa y Chávez
El ex coronel y ex presidente ecuatoriano, actual jefe de la oposición ecuatoriano, se mostró como un fiel servidor de los Estados Unidos. Según los cables revelados ahora, el ex presidente llegó a acusar, ante la embajada norteamericana, a Rafael Correa entonces ministro de Economía del gobierno transitorio del presidente Alfredo Palacio, por sus “sentimientos anti norteamericanos”.
Un cable enviado por la embajada norteamericana en Bogotá, el 5 de octubre de 2005 relata una visita a esa delegación de Lucio Gutiérrez a escasos meses de haber abandonado la presidencia del Ecuador ante las protestas populares en contra.
Gutiérrez que estaba como asilado político en Colombia, mantuvo una reunión con el entonces embajador norteamericano en Bogotá, William B. Wood, y varios congresistas del partido republicano en esa sede diplomática. El ex mandatario ecuatoriano advirtió sobre los sentimientos antiestadounidenses del ministro de Economía Rafael Correa, y su pretensión de postularse para la presidencia en el 2006 “sobre una plataforma popular que amenaza los intereses norteamericanos”.En la reunión, Gutiérrez estuvo acompañado de su ex ministro de Relaciones Exteriores, Patricio Zuquilanda.
Ambos dedican un tiempo considerable –dice el cable– a denunciar que el presidente venezolano Chávez era una amenaza para “el mundo entero, no solo América del Sur”. “Debemos unirnos como amigos para combatir a Chávez”, dice Zuquilanda en reiteradas ocasiones. Gutiérrez también recomendó a Washington “aumentar sus relaciones públicas” en Ecuador para contrarrestar las intenciones de Rafael Correa.
La concertación solicitó ayuda al FBI contra los mapuche
Varios de los documentos editados por El País la pasada semana refieren al conflicto de los mapuche por su tierra. Más allá de las precisiones del embajador norteamericano sobre la realidad política llama la atención la solicitud de colaboración que el entonces ministros del Interior, Edmundo Pérez Yoma, del último período del gobierno de Michelle Bachalet realizó a Estados Unidos.
Según un informe del año 2008, Yoma solicitó apoyo “de inteligencia” para vigilar a las organizaciones mapuche, sus posibles nexos con grupos extranjeros, y el origen de su financiación. El ministro chileno estaba preocupado por los posibles vínculos de los mapuche con las FARC de Colombia o la ETA de España.
El pedido no cayó en saco roto, ya que otro documento señala que el FBI –que se supone una policía que sólo tiene competencia dentro de Estados Unidos- estaba coordinando con Carabineros “para ayudarles a localizar la llegada de esos posibles contactos”.
Al parecer el ministro compró todos los rumores lanzados por los interesados de siempre en criminalizar las protestas sociales. En los documentos llama la atención que el embajador norteamericano minimiza esas sospechas y concluyó que “la comunidad mapuche es abrumadoramente no violenta”. Sin embargo todavía siguen insistiendo en esos supuestos vínculos subversivos.
El pedido de colaboración llega también al Perú, donde el presidente Alan García temía un rebrote de Sendero Luminoso.
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