Pablo Bilsky
Alerta roja. Falta de billetes, falta de luz, falta de combustible. Falta de seguridad, con asaltos violentos y muertos. Las palabras “falta” y “carencia” se repiten hasta el cansancio. La pantalla muestra injusticias y problemas reales, pero los repite una y otra vez, hasta el hartazgo, los agiganta, los tergiversa y convierte en herramientas de manipulación. Lo “real” deviene construcción mediática, espectáculo al servicio de los poderes fácticos. A la injusticia social real se le agrega la injusticia del enfoque de los medios hegemónicos. Un paseo por la pantalla de TN, todo nefasto, nos devuelve una suerte de Inferno de Dante, quien también usó su obra con fines electoralistas, aunque con más respeto por el público.
Por mí se va hasta la ciudad doliente,
Por mí se va al eterno sufrimiento,
Por mí se va a la gente condenada.
Colas, caos, accidentes, discusiones, peleas, insultos y gritos. La sensación de incomodidad rebosa la pantalla y se vuelca fuera de ella. Jubilados que no cobran esperan y despotrican bajo el sol. Falta combustible y los automovilistas, indignados, esperan y despotrican bajo el sol. Ciudadanos sin luz, esperan, protestan y despotrican bajo el sol. Y decir “sol” por estos días, es decir Infierno, porque la temperatura roza los cuarenta grados y hay alerta de “golpe” de calor, de paso la palabrita. Asaltos violentos, personas asesinadas, infecciones intrahospitalarias, terrenos ocupados. Diez minutos frente a la pantalla de TN pueden hacer pensar al mas optimista que, después de todo, la vida no tiene sentido y lo mejor seria contribuir al espectáculo todo nefasto con un lindo suicidio publico, por ejemplo.
Estos de sangre el rostro les bañaban,
que, mezclada con llanto, repugnantes
gusanos a sus pies la recogían.
La expresión “alerta roja”, así como la palabra “caos” constituyen un sueño cumplido para todo medio sensacionalista que desee promover, profundizar, agrandar sentimientos colectivos como inquietud, angustia, zozobra, y desazón. Los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos están en esa línea desde hace tiempo, con mayor o mejor suerte, con mayor o menor grado de calidad. El caso del Grupo Clarín y su canal de noticias por cable TN resulta un ejemplo aleccionador, por el notable descuido de la calidad del producto en pos de un efecto de manipulación, a cualquier costo.
Y dicho esto, la región oscura
tembló con fuerza tal, que del espanto
la frente de sudor aún se me baña.
La tierra lagrimosa lanzó un viento
que hizo brillar un relámpago rojo
y, venciéndome todos los sentidos,
me caí como el hombre que se duerme.
La situación hegemónica de estos medios les permite tomarse la libertad de despegarse de las nociones de “verdad” y “veracidad”, incluso de la idea de “verosimilitud”, que es propia de la ficción pero seria bienvenida en estos tiempos. Libres de las ataduras con “lo real”, pueden dedicarse a la manipulación y a la mentira lisa y llana.
Los medios monopólicos cuentan además con la «ventaja» de que la realidad argentina, como la de cualquier otro país del mundo, ofrece problemas reales, lacras concretas, viejas y nuevas injusticias, violencia. Estos “hechos reales” dejan de serlo en manos de, por ejemplo, TN. La “realidad” deja de serlo cuando aparece en la pantalla todo nefasto, “lo real” se “des-realiza”, se convierte en otra cosa: un mero material maleable, apenas una materia prima para una construcción propia, particular, y al servicio de los intereses económicos de un grupo monopólico.
Porque “lo real” es el encuentro de un hecho con una mirada que lo ve, lo señala y lo construye, y cuando esa mirada no toma el hecho en su contexto, en su esencia, en su naturaleza propia, sino que lo convierte en agua para su molino, la realidad deja de serlo. Cuando se enfrenta un “hecho real” con las anteojeras de preconceptos, consignas preconstituidas y objetivos prefijados, el “hecho real” deja de serlo y se convierte en excusa, apenas una excusa para afirmar lo que se deseaba afirmar de entrada, antes de ver el hecho, antes de tomar contacto con “la realidad”. TN comete lo que en retórica se denomina “sobreargumentacion”, que implica exagerar sobre un punto de vista hasta desautorizarlo por esa misma exageración. TN pretende hacernos creer que todo, pero todo todo sin excepción, está mal. Y que el mal absoluto es el gobierno nacional. Esta totalidad sin fisuras, sin matices, sin grises, ya desnuda el carácter intencionalmente falaz de la mirada. En la realidad social no existen totalidades de esa naturaleza, todo es más complejo, contradictorio y variopinto. Distinta es la situación con relación a un gobierno. Sí existen gobiernos que son el mal absoluto, sin matices ni ambages: son los gobiernos ilegítimos, ilegales, las dictaduras. Pero claro, el grupo Clarín apoyó a las dictaduras. De haber desacreditado, deslegitimado y atacado, por ejemplo, a la dictadura militar, de la manera en que sí lo hace con este gobierno legítimo y democráticamente elegido por una amplia mayoría, habría contribuido a la lucha por la democracia argentina. Obvio: los intereses que representan los medios concentrados siempre han necesitado del terrorismo de Estado para implantarse y sostenerse.
No se trata de la imposible “objetividad”, claro, sino de una honesta subjetividad. Pero eso es, justamente, lo que brilla por su ausencia en los grupos hegemónicos: blanquear desde dónde se dice lo que se dice, desde dónde se ve lo que se ve. Nada más. Esa transparencia es impensable para ellos. Hay algo inconfesable en la postura de los medios monopólicos, algo que no pueden decir sin perder el poder de manipulación que detentan, y en eso se debaten, día a día, y esta situación acaso explique el espectáculo farsesco que ofrecen. TN es la parodia de TN, pero funciona. Clarín contiene su propia revista Barcelona, su propia parodia, pero funciona igual, mal, cada vez menos, pero funciona, propalando un hedor sulfuroso y penetrante que marea y exaspera. Con la confusión alcanza.
El resto lo hacen los punteros, los agitadores contratados, los golpistas profesionales que aportan violencia física a la violencia simbólica de los medios. Y, claro, la “realidad”, la más “real” y veraz de las realidades, también les brinda materia prima, a raudales, porque fue moldeada por años de liberalismo, neoliberalismo, saqueos y dictaduras. Fue moldeada con la participación y la complicidad de los mismos medios hegemónicos que ahora la utilizan y tergiversan hasta convertirla en un Infierno.
Como ocurre a quien sueña su desgracia,
que soñando aún desea que sea un sueño…..
Por mí se va hasta la ciudad doliente,
Por mí se va al eterno sufrimiento,
Por mí se va a la gente condenada.
Colas, caos, accidentes, discusiones, peleas, insultos y gritos. La sensación de incomodidad rebosa la pantalla y se vuelca fuera de ella. Jubilados que no cobran esperan y despotrican bajo el sol. Falta combustible y los automovilistas, indignados, esperan y despotrican bajo el sol. Ciudadanos sin luz, esperan, protestan y despotrican bajo el sol. Y decir “sol” por estos días, es decir Infierno, porque la temperatura roza los cuarenta grados y hay alerta de “golpe” de calor, de paso la palabrita. Asaltos violentos, personas asesinadas, infecciones intrahospitalarias, terrenos ocupados. Diez minutos frente a la pantalla de TN pueden hacer pensar al mas optimista que, después de todo, la vida no tiene sentido y lo mejor seria contribuir al espectáculo todo nefasto con un lindo suicidio publico, por ejemplo.
Estos de sangre el rostro les bañaban,
que, mezclada con llanto, repugnantes
gusanos a sus pies la recogían.
La expresión “alerta roja”, así como la palabra “caos” constituyen un sueño cumplido para todo medio sensacionalista que desee promover, profundizar, agrandar sentimientos colectivos como inquietud, angustia, zozobra, y desazón. Los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos están en esa línea desde hace tiempo, con mayor o mejor suerte, con mayor o menor grado de calidad. El caso del Grupo Clarín y su canal de noticias por cable TN resulta un ejemplo aleccionador, por el notable descuido de la calidad del producto en pos de un efecto de manipulación, a cualquier costo.
Y dicho esto, la región oscura
tembló con fuerza tal, que del espanto
la frente de sudor aún se me baña.
La tierra lagrimosa lanzó un viento
que hizo brillar un relámpago rojo
y, venciéndome todos los sentidos,
me caí como el hombre que se duerme.
La situación hegemónica de estos medios les permite tomarse la libertad de despegarse de las nociones de “verdad” y “veracidad”, incluso de la idea de “verosimilitud”, que es propia de la ficción pero seria bienvenida en estos tiempos. Libres de las ataduras con “lo real”, pueden dedicarse a la manipulación y a la mentira lisa y llana.
Los medios monopólicos cuentan además con la «ventaja» de que la realidad argentina, como la de cualquier otro país del mundo, ofrece problemas reales, lacras concretas, viejas y nuevas injusticias, violencia. Estos “hechos reales” dejan de serlo en manos de, por ejemplo, TN. La “realidad” deja de serlo cuando aparece en la pantalla todo nefasto, “lo real” se “des-realiza”, se convierte en otra cosa: un mero material maleable, apenas una materia prima para una construcción propia, particular, y al servicio de los intereses económicos de un grupo monopólico.
Porque “lo real” es el encuentro de un hecho con una mirada que lo ve, lo señala y lo construye, y cuando esa mirada no toma el hecho en su contexto, en su esencia, en su naturaleza propia, sino que lo convierte en agua para su molino, la realidad deja de serlo. Cuando se enfrenta un “hecho real” con las anteojeras de preconceptos, consignas preconstituidas y objetivos prefijados, el “hecho real” deja de serlo y se convierte en excusa, apenas una excusa para afirmar lo que se deseaba afirmar de entrada, antes de ver el hecho, antes de tomar contacto con “la realidad”. TN comete lo que en retórica se denomina “sobreargumentacion”, que implica exagerar sobre un punto de vista hasta desautorizarlo por esa misma exageración. TN pretende hacernos creer que todo, pero todo todo sin excepción, está mal. Y que el mal absoluto es el gobierno nacional. Esta totalidad sin fisuras, sin matices, sin grises, ya desnuda el carácter intencionalmente falaz de la mirada. En la realidad social no existen totalidades de esa naturaleza, todo es más complejo, contradictorio y variopinto. Distinta es la situación con relación a un gobierno. Sí existen gobiernos que son el mal absoluto, sin matices ni ambages: son los gobiernos ilegítimos, ilegales, las dictaduras. Pero claro, el grupo Clarín apoyó a las dictaduras. De haber desacreditado, deslegitimado y atacado, por ejemplo, a la dictadura militar, de la manera en que sí lo hace con este gobierno legítimo y democráticamente elegido por una amplia mayoría, habría contribuido a la lucha por la democracia argentina. Obvio: los intereses que representan los medios concentrados siempre han necesitado del terrorismo de Estado para implantarse y sostenerse.
No se trata de la imposible “objetividad”, claro, sino de una honesta subjetividad. Pero eso es, justamente, lo que brilla por su ausencia en los grupos hegemónicos: blanquear desde dónde se dice lo que se dice, desde dónde se ve lo que se ve. Nada más. Esa transparencia es impensable para ellos. Hay algo inconfesable en la postura de los medios monopólicos, algo que no pueden decir sin perder el poder de manipulación que detentan, y en eso se debaten, día a día, y esta situación acaso explique el espectáculo farsesco que ofrecen. TN es la parodia de TN, pero funciona. Clarín contiene su propia revista Barcelona, su propia parodia, pero funciona igual, mal, cada vez menos, pero funciona, propalando un hedor sulfuroso y penetrante que marea y exaspera. Con la confusión alcanza.
El resto lo hacen los punteros, los agitadores contratados, los golpistas profesionales que aportan violencia física a la violencia simbólica de los medios. Y, claro, la “realidad”, la más “real” y veraz de las realidades, también les brinda materia prima, a raudales, porque fue moldeada por años de liberalismo, neoliberalismo, saqueos y dictaduras. Fue moldeada con la participación y la complicidad de los mismos medios hegemónicos que ahora la utilizan y tergiversan hasta convertirla en un Infierno.
Como ocurre a quien sueña su desgracia,
que soñando aún desea que sea un sueño…..