Fernando Buen Abad (*)


Incluso los más escépticos debieran salir a celebrar, con el pueblo argentino, por el paso dado, con base en la lucha de años, para que, por fin, la justicia mande a la cárcel común a uno de los asesinos más reputados, financiado por el neoliberalismo y su “plan cóndor” imperial. Al gran pueblo argentino….salud.

Sin duda, la sola remisión del dictador a una celda ordinaria, no resuelve los problemas medulares de una república compleja y contradictoria como la argentina. Sin duda, falta incluir en la lista de los reos a todos esos empresarios, terratenientes, curas, banqueros y “ciudadanos” que, de una manera u otra, directa o indirectamente, auspiciaron, azuzaron y aplaudieron uno de los episodios criminales más horrorosos de la historia reciente. No obstante existe hoy, sin exageraciones, en Argentina, un clima propicio para la lucha por los “derechos humanos” y un clima propicio para el debate político, obra todo, de muchas y añejas batallas que, desde voces individuales y anónimas, hasta organizaciones como las Abuelas, las Madres y los hijos de los “desaparecidos”… han luchado sin parar para que se conozca la verdad, se haga justicia y se presente públicamente a las personas reclamadas, una y otra vez.

El valor y trascendencia de la sentencia a Videla excede con mucho a la no pocas veces tozuda burbuja en que viven los argentinos desconectados de “Latinoamérica”, en más de un sentido cultural, psicoanalítico, geopolítico e ideológico. Excede todo cerco localista porque constituye un mensaje enorme para los pueblos victimados por el “plan cóndor” y por los proyectos neoliberales responsables de financiar el crimen militarizado en Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay… la sentencia es también una respuesta al anticomunismo imperialista, aunque ese no sea su móvil principal. Videla, en su descargo final, dibujó meticulosamente, la ideología de la clase dominante:. Con voz pausada y firme, casi como un “buen hombre” con la razón en sus manos, como quien tiene derecho a decir su “verdad” de igual a igual, en igualdad de condiciones, acusó a los marxistas de “amenaza extranjera”, culpó al mismísimo Gramsci, calificó  los “enemigos” de “terroristas” dijo que su “Guerra fue justa”…como si se tratara un pleito menor de “tu palabra contra la mía”, el asesino sentenciado paseó, ante jueces y testigos, el cinismo criminal más doloroso para más de 30 mil familias y para la historia entera de un pueblo.

Sin proponérselo explícitamente, ésta sentencia obligaría de inmediato a los “países limítrofes” a seguir los pasos argentinos para mandar tras las rejas, ojalá que en menos tiempo, a los criminales militares que desfilan diariamente, en sus países, con impunidad absoluta. Muchos aun celebran fiestas “familiares” con los sobrevivientes añejos que el nazi-fascismo arrojó a tierras del cono sur. Y es que la doble sensación de dolor y de fiesta, en simultáneo, nacida de mirar cómo se ha luchado y cómo socialmente, hoy, se repudia los criminales dictadores, se antoja expandible a los pueblos vecinos que han sabido sufrir, y derramar lágrimas, por las mismas razones monstruosas que llevaron al poder a las hordas asesinas argentinas disfrazadas de militares.

Ni los artífices del “plan cóndor”, ni los jefes empresarios, clérigos, terratenientes y banqueros, que los sustentaron, imaginaron jamás que un buen día, la lucha de los pueblos con sus organizaciones, a pesar de sus limitaciones, contradicciones y debilidades, lograría celebrar a voz en cuello y en miles de plazas, el triunfo de imponer la razón contra la barbarie. A estas horas, ese pueblo que tuvo, además, que remontar la traición de quienes ya antes indultaron a los militares asesinos (antecedidas por las leyes de “obediencia debida” y “punto final” componendas de Alfonsín-Menem), ese pueblo hoy, con toda dignidad, sabe que queda mucho camino por recorrer, que hay muchas tareas pendientes y muchas injusticias andan sueltas añorando a Videla, incluso desde los corazones de no pocos políticos de la derecha vernácula, incubada desde el imperio.

No hay muchos países en los que un presidente ordene a un jefe militar, retirar de un espacio emblemático, el retrato de un dictador venerado, casi en silencio, por la oligarquía. En la Argentina de Kirchner ocurrió y no sólo como gesto. Nadie puede negar ese mérito aunque tal sea insuficiente y el debate y la acción, en otros muchos campos, deban profundizarse de manera crítica y enfática. Pero hoy, celebramos, muchos, con un abrazo hondo y verdadero, hombro a hombro con los luchadores del pueblo argentino, por cada uno de los desaparecidos, por el dolor de las madres, de los padres, de los hermanos y de los hijos… por el pedazo inmenso de historia arrancada a un pueblo pujante, por los muertos de ayer y por los muertos de los días recientes, por la justicia a los desaparecidos y por la justicia a los vivos en manos del pueblo. Celebramos para luchar por la justicia en el presente, desigual y duro, que mira avanzar en plena lucha de clases, a una derecha, en apariencia disminuida y pero, por eso mismo, muy peligrosa. La derecha dolida y asustada se aflora su nazi-fascismo. En Argentina lo saben y están en guardia muchos. Por lo pronto Videla a la cárcel.

buenabad@gmail.com

(*) Dr.

Universidad de la Filosofía

Rebelión/Universidad de la Filosofía