El Destape

Al concluir la jornada, los dirigentes de las organizaciones sociales estaban satisfechos por haber vuelto a las calles y exteriorizar el rechazo a las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei, que se encarnizó especialmente contra los movimientos que asisten a los más necesitados. Contaron con el respaldo de la CGT y las dos CTA, que acompañaron la convocatoria a la Plaza de Mayo por el día de San Cayetano con la consigna paz, pan, techo, tierra y trabajo. «A la destrucción de los derechos, se suma un plan de persecución y represión de la protesta social, criminalizando a la oposición y buscando impedir cualquier forma de resistencia. La miseria planificada ha vuelta a ser parte de un gobierno», concluyeron en el documento final que se leyó sobre el escenario. Hubo ollas populares frente a la Casa Rosada y los organismos de derechos humanos recolectaron alimentos para los comedores, abandonados por el Ejecutivo nacional.

Esta celebración de San Cayetano tuvo un condimento especial. Si bien hace varios años que los movimientos sociales marchan para el día del patrono del trabajo, en esta ocasión lo hicieron luego de una ofensiva oficial en su contra en todos los terrenos: hubo denuncias, amenazas, represión y quita de recursos. Semejante combo sembró miedo entre la dirigencia y la militancia de las organizaciones, que las alejó de las calles. «Mostramos que los movimientos sociales siguen siendo un canal de expresión de los sectores excluidos», resumía un dirigente de una de las principales agrupaciones. Referentes sociales y sindicalistas plantearon que la plaza llena de este miércoles debía funcionar como disparador para una nueva etapa de protestas contra la profundización del ajuste sin fin que se propone desde la Casa Rosada.

La CGT tuvo una importante representación, pero se mantuvo en un segundo plano, evitando quitarle el protagonismo a las organizaciones sociales. Hubo representación de varios gremios que se ubicaron con sus banderas en Diagonal Sur hacia avenida Belgrano. «Es la continuidad del plan de lucha que se va a ir profundizando si el Gobierno sigue viendo sólo su realidad”, aseguró Pablo Moyano, uno de los secretarios generales de la central que estuvo presente, lo mismo que Héctor Daer. Su gremio, Camioneros, como los bancarios de Sergio Palazzo, plantearon la convocatoria como una protesta contra la reimplantación del impuesto a las Ganancias a los trabajadores.

Las actividades comenzaron temprano en los alrededores de la iglesia de San Cayetano, en Liniers, donde hubo una misa celebrada por el arzobispo de Buenos Aires, José García Cuerva. Las organizaciones sociales de la UTEP, justmente conocida como los «cayetanos», luego marcharon hacia la Plaza de Mayo. Las centrales obreras, agrupaciones políticas, sociales y de derechos humanos confluyeron directamente en la Plaza, cuestión de evitar provocaciones de la policía de la ministra Patricia Bullrich. Los peregrinos desde San Cayetano fueron seguidos de cerca en el último tramo por un mega cordón policial, totalmente desproporcionado para una movilización que en todo momento fue pacífica.

«Crecen la pobreza, el desempleo y se profundiza el derrumbe del consumo. Todo esto es producto de las políticas de ajuste, devaluación y liberación de precios por parte de Milei, Caputo y su equipo económico», sostuvo el dirigente de Barrios de Pie y subsecretario de Economía Popular bonaerense, Daniel Menéndez. Fue uno de los funcionarios de la provincia de Buenos Aires que participó de la movilización junto al ministro de Gobierno, Carlos Bianco, y el de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, e intendentes. Justo ayer, Bianco y el subsecretario de Integración Sociourbana, Sebastián Pareja, fueron recibidos por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien les prometió comenzar a regularizar el envío de recursos nacionales al principal distrito del país. Bianco habló de «un plan sistemático de discriminación» de parte del gobierno nacional a la provincia que gestiona Axel Kicillof.

El secretario general de la UTEP, Alejandro Gramajo, fue el encargado de cerrar los discursos con las críticas más duras hacia un Gobierno que «está generando la peor crisis humanitaria que haya vivido el país». La confluencia en las calles de los movimientos sociales con la conducción de las centrales obreras hizo pensar a muchos dirigentes en un punto de inflexión para la reanudación del plan de lucha contra el ajuste de Milei, que en el primer semestre del año tuvo dos paros generales. Algunos sectores sindicales se sienten ahora atraídos por los cantos de sirena de un diálogo con el Ejecutivo. No es el caso de los que marcharon este miércoles. «Argentina, con esta casta que nos gobierna, no tiene destino. Lo único que no queda es la confrontación. Este es un gobierno que ataca a los trabajadores y hay que confrontarlo en la calle y conformando un gran frente nacional para el año que viene, que nos permita tener mayoría en ambas cámaras. Hay que ponerle un freno, en la calle y en el Congreso”, concluyó Pablo Moyano.