Escoltados por la guardia del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, y cuatro grandes fotografías de Perón, el Che, Evita y Salvador Allende, los restos del ex presidente Néstor Kirchner (2003-07) fueron velados en el salón de actos solemnes de la Casa Rosada.
Durante varias horas, bajo un aguacero pertinaz, millares de jóvenes dolientes y exultantes formaron kilómetros de colas para rendir postrer homenaje al cuerpo yacente del político que le puso el cuerpo a la política.
El funeral devino en plebiscito. Los monopolios del Partido Mediático, que no bien asumió Kirchner en 2003 empezaron a librar tenaces campañas de difamación (el diario La Nación le concedió un año
de gestión), se vieron obligados a transmitir on line el inesperado e inusitado fenómeno social.
Milagro Salas, piedra angular de los movimientos sociales del norte argentino, resumió en pocas palabras el sentimiento generalizado de pesar: en 2003, no creíamos en nada ni en nadie
. Y, junto con ella, jóvenes que a finales de 2001 gritaban con decepción ¡que se vayan todos!, reconocieron que con Kirchner habían revalorado la política y el rol del Estado como herramientas de transformación social.
En efecto. Tomando las riendas de un país sepultado en la mayor crisis de credibilidad de su historia, Kirchner se impuso recuperar la fe en la militancia política. No fue un teórico de la revolución, ni un socialista verbal, ni un anticapitalista de seminarios académicos. Kirchner fue lo que debe ser un jefe de Estado que se respeta a sí mismo: sensible, digno, patriótico.
En nombre del Estado (y a diferencia de los gobiernos de Raúl Alfonsín –1983-89– y Carlos Menem –1989-99–) Kirchner pidió perdón por los crímenes cometidos durante la dictadura militar (1976-83). Todos somos hijos de las Madres de Plaza de Mayo
, dijo al asumir.
Luego, renovó el Poder Judicial para tornarlo efectivamente independiente, limpió de asesinos a las fuerzas armadas espetándoles en público no les tengo miedo
, desechó la teoría de los dos demonios
, y enalteció a una generación (la suya), que dio la vida por la liberación nacional y social.
Alineado con el vertiginoso proceso de integración económica y política de la Patria Grande, Kirchner jugó un rol decisivo para enterrar el acuerdo de libre comercio
propuesto por Estados Unidos en la cumbre de presidentes de Mar del Plata (2005). Ocasión en que a George W. Bush le dijo: No nos van a patotear
.
El gobierno de Kirchner apoyó la revolución bolivariana de Hugo Chávez; disuadió a la mafia de Miami interesada en torpedear las relaciones entre Argentina y Cuba; frenó las arremetidas de la ultraderecha en Bolivia, condenó el golpe en Honduras y, al frente de la Unión de Naciones del Sur (Unasur), neutralizó el belicismo del colombiano Álvaro Uribe contra Venezuela, a más de condenar el fallido golpe en Ecuador.
El profesor Ernesto Laclau (Universidad de Essex, Inglaterra) manifestó que Néstor Kirchner fue el estadista de mayor envergadura que la Argentina haya producido en los últimos cincuenta años
.
Sin embargo, más allá de la exégesis y el ditirambo, el odio de los que odian
(Luis Bruschtein) no se hizo esperar. En medio del luto nacional, el diario Perfil reprodujo unas declaraciones de Mario Vargas Llosa (merecido premio Nobel de Literatura y álter ego de la canalla intelectual de América Latina), al decir que el gobierno de los Kirchner había degradado
intelectual y políticamente a los argentinos.
En consonancia, el coro mediático de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y los plumíferos de la oligarquía han retomado la ofensiva. Con la muerte de Kirchner, aseguran, la presidenta Cristina Fernández quedó debilitada
. Desafortunadamente para ellos, todas las consultoras de opinión disintieron.
Las encuestas del día después
, mostraron que, de postularse hoy a los comicios presidenciales previstos para 2011, Cristina sería relecta con más de 45 por ciento de los votos. Porcentaje que cuadruplicó la intención de voto en favor del candidato que hoy visualiza la derecha, y supera holgadamente a otros que aspiran a ocupar su lugar.
Sin perder el tiempo que les corre en contra, las derechas distinguen muy bien a sus enemigos. En México y América Latina no dirigen sus ataques contra las izquierdas verdaderas
, sino contra líderes del pueblo como Andrés Manuel López Obrador, Rafael Correa, Hugo Chávez, Evo Morales, Raúl Castro, las reflexiones de Fidel, y el legado político de Néstor Kirchner.
Quisiera terminar este homenaje con el párrafo que cierra el comunicado del Movimiento de Solidaridad Nuestra América, única agrupación política que en México supo entender el sentido de lo dicho:
“…La dolorosa pérdida de un verdadero patriota y estadista, como fue el doctor Néstor Kirchner, nos obliga hoy más que nunca a luchar por la unidad de nuestra América, como era su firme propósito, y a pesar de diferencias secundarias, a estar junto a la presidenta constitucional de la República Argentina, la doctora Cristina Fernández de Kirchner, a quien expresamos nuestras condolencias y apoyo solidario”.
Fuente original: http://www.jornada.unam.mx/2010/11/10/index.php?section=opinion&article=029a2pol