Javier Monagas Maita

En su momento Marx llegó a decir que una vez consolidado el poder por parte de la clase proletaria,  el estado debía desaparecer.  Pero lo que no se imaginaba el gran pensador, es que la evolución de las cosas;  el avance tecnológico y científico. Seria de tal magnitud en los tiempos venideros,  que hasta la misma función laboral se especializaría de forma tal, que marcaria distancias abismales entre el trabajo manual simple, y el trabajo tecno – científico especializado (ambos igual de necesario).  Esta nueva etapa de la función laboral, crearía desigualdades sociales casi tan pronunciadas como las diferencias entre burguesía y proletariado.  Así,   las leyes laborales crean elementos jurídicos para  solventar en algo los desniveles económicos, patrón – trabajador;  es decir la designación de un monto pírrico mayor que el que originalmente se le pagaba al trabajador, pero esto no corrige las dificultades presentadas en la sociedad capitalista,  para que el trabajador tuviese acceso a los bienes y servicios básicos necesarios para la existencia humana digna;  que a la larga sigue produciendo un semi esclavismo moderno, con el cual solo se le garantiza  lo justo para poder reponer   las fuerzas suficientes  y la salud necesaria para  seguir siendo explotado en los centros de producción  o empresas. Todo eso, como pago a lo que produce. Más, de manera irremediable,  el patrón siempre se queda con la tajada mayor;  por el aporte del capital. Pero dada la nueva escala de salario o de ganancia del trabajo altamente especializado; se origina una clase social con todos los privilegios  de los patrones y,   aunque asalariados, se consideran patrones y no trabajadores,  creando conflictos  sociales, complejos de superioridad y discriminaciones clasistas.

En estas circunstancias,  la desaparición del estado como arbitro y elemento fundamental para la nivelación de  los accesos a los niveles  necesarios para la vida social, no es posible.  Por el contrario debe ser reforzado y rediseñado para  asumir las potestades, de brindar salud, educación, viviendas y aplicación de una justicia equitativa y gratuita. El estado no debe tener competencia privada en estas materias, pues seria una contradicción y un riesgo, a que se corrompa interesadamente de su objetivo,  por el interés particular.  La misma posibilidad de empresas privadas,  que debe ser aupadas o impulsadas en ciertas y determinadas ramas de producción de bienes y servicios,  ha ser regulada en el margen de ganancia y en la calidad de las mismas, así como en la retribución a la sociedad.  Pero dando prioridad a las empresas de producción social o comunitarias.

El nuevo estado social comunitario,  debe ser el garante de la paz social, del desarrollo de las capacidades y de los accesos a todos los instrumentos de superación de la calidad y la cualidad humana.  En este sentido, el estado actual,  representa una amenaza y un estorbo para los planes de dominación neo colonial que obcecadamente pretenden imponer una hegemonía racial, religiosa, económica , social y política en el planeta.  Mucho más peligrosa y dañina es para esa especie de asaltantes universales,  un estado social de derecho,  de justicia, de equidad, socialista o comunista, que anteponga  lo humano y la naturaleza,  por encima de los márgenes de ganancias,  que propugne la felicidad y la realización de los hombres y mujeres,  sin distingo de raza, color, religión,  nacionalidad o sexo,  que forme en lo colectivo y no alimente lo individual.  Sin caer en el desprecio de las facultades propias de cada cual,  pero que las pongan al servicio de la sociedad.

Continuará :  estado burgués neoliberal global, versus estado social comunitario nacional.(¿utopía?)

J                    javiermonagasmaita@yahoo.es