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EEUU anunció que una fuerza de élite que ya ha operado en Colombia, Panamá y Honduras busca expandirse a otros tres países de la región. En diálogo con Sputnik, el experto Aníbal García explicó que este tipo de iniciativas busca evitar el avance de China y Rusia y «asegurar clientes» para la industria militar estadounidense.
Creadas en 2017 para asesorar a fuerzas militares en Afganistán e Irak, las Brigadas de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB por sus siglas en inglés) pretenden expandir su presencia en América Latina, sumando nuevos países a sus operativos.
En efecto, un documento del Ejército estadounidense fechado en agosto de 2023 y consignado por el semanario uruguayo Búsqueda indica que, luego de instalarse en Colombia, Honduras y Panamá, esta división tiene por objetivo «expandirse a Ecuador, Perú y Uruguay».
El plan aparece públicamente en un folleto de las SFAB emitido en julio y que explica que la brigada número 1 está alineada con el Comando Sur, la división del Ejército estadounidense destinada a operaciones en América Latina y el Caribe.
«Durante el próximo año, la 1° SFAB mantendrá una presencia persistente en Colombia, Honduras y Panamá y también se expandirá de manera episódica en Perú, Ecuador y Uruguay», amplía el documento.
El mismo texto asegura que la expansión de esas fuerzas en la región latinoamericana «incrementará la presencia de los asesores, continuará construyendo la capacidad de los socios y mantendrá a EEUU como el socio de elección», incluso sostiene específicamente que una mayor presencia de «asesores» de esta fuerza «ayudará a contrarrestar la influencia de otras naciones».
«Al menos desde Obama, aunque se reforzó con Donald Trump y ahora con Joe Biden, la estrategia de seguridad de EEUU tiene por objetivo quitar o al menos impedir que otras potencias extranjeras estén en la región», clarificó, en diálogo con Sputnik, el magíster en estudios latinoamericanos Aníbal García.
El experto señaló incluso cómo la gestión de Biden ha incluido explícitamente las referencias hacia China y Rusia como adversarios geopolíticos, y recordó que Washington suele señalar la relación de Venezuela con estas potencias como una preocupación.
Para García, el interés de EEUU en no perder pisada en la región en materia militar radica en que en los últimos años «le ha sido más difícil seguir con esta política de seguridad» en la región.
De acuerdo al especialista, los «cambios ideológicos» que América Latina ha experimentado en los últimos años han dificultado experiencias de décadas anteriores, como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida, que permitían una férrea participación militar estadounidense para combatir el narcotráfico o el crimen organizado.
Pero, además, existe un objetivo «estratégico» detrás de avanzar en la coordinación militar con países como Ecuador y Perú, tal como prevé hacer la SFAB. Según el analista, Washington «está disputando mucho la zona de Asia
Pacífico y por eso está intentando controlar a los países que tienen costas en el océano Pacífico» del continente americano.
En ese sentido, el latinoamericanista mencionó los sucesivos acercamientos de EEUU con los gobiernos de Lenín Moreno primero (2017-2021) y Guillermo Lasso después en Ecuador y también con Chile.
Pero también consignó especialmente el caso de Perú, un país que «tiene una estrategia de seguridad con EEUU de larga data, que está entre los tres o cuatro países latinoamericanos que reciben más financiamiento militar y que tiene un desembarco constante de tropas del Comando Sur».
El otro objetivo de este tipo de operaciones es, aunque más clásico, mantener un estrecho contacto con las fuerzas armadas locales para «homologarlas» a las políticas estadounidenses.
«La homologación de las fuerzas armadas de América Latina es algo que EEUU ha buscado desde la Guerra Fría. Durante más de 70 años este tipo de presencia de sectores de las fuerzas armadas ha sido constante», subrayó.
En ese marco, este tipo de ejercicios conjuntos también sirve para asegurar que EEUU no pierda su lugar como proveedor principal de armamento militar en América Latina a manos de competidores como China, aún lejos de desbancar a Washington en ese mercado.
«China ha hecho algunos acuerdos de carácter militar, pero es muy poco en comparación con EEUU, que sigue siendo el principal y es justamente lo que no quiere perder», apuntó García.
«El complejo industrial-militar es uno de los elementos que pone a girar a la economía estadounidense y desde entonces a EEUU le ha interesado mucho asegurar que este complejo siga abasteciendo o tenga clientes asegurados en distintas partes del mundo», añadió.
En los países a los que llegan, los «asesores» de las SFAB se vinculan con los órganos educativos y mandos superiores de las fuerzas armadas locales para organizar cursos y ejercicios conjuntos.
En marzo de 2023, por ejemplo, efectivos de la 1° SFAB viajaron junto al Ejército de Colombia a la zona de La Guajira —limítrofe con Venezuela— para «evaluar sus procedimientos y destreza técnica en la planificación y ejecución de misiones de artillería de campaña utilizando cañones Howitzer de 155 milímetros», consignó en ese momento el sitio especializado Diálogo Américas.
Los asesores que las brigadas envían a los países deben atravesar además un, según ellos mismos, riguroso proceso de tres años en el que se evalúan no solo sus capacidades militares, sino también sus «habilidades de liderazgo».