Prensa Latina
El ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (Minrex) rechazó hoy el ingreso de un submarino de propulsión nuclear en la base naval de Estados Unidos ubicada en la oriental bahía de Guantánamo.
Una declaración de la cancillería explicó que el submarino permaneció allí del 5 al 8 de julio, lo que constituye una escalada provocadora de los Estados Unidos, cuyos motivos políticos o estratégicos se desconocen.
“La presencia allí de un submarino nuclear en estos momentos obliga a cuestionar cuál es la razón militar del hecho en esta región pacífica del mundo, contra qué objetivo se dirige y qué propósito estratégico persigue” subrayó la declaración.
El texto recordó que las 33 naciones de la región son firmantes de la Declaración de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, suscrita en La Habana en enero de 2014.
Destacó asimismo que, como amenaza para la soberanía y los intereses de los pueblos latinoamericanos y caribeños, Estados Unidos ha establecido más de 70 bases militares en la región, con diverso grado de permanencia, más otras formas operacionales de presencia militar.
De igual forma, los mandos militares estadounidenses han hecho referencia pública en tiempos recientes a la intención de usar su poderío bélico para asegurar sus ambiciones sobre los recursos naturales de América Latina y el Caribe.
El Minrex al reiterar el rechazo a la presencia militar estadounidense en Cuba y la demanda de que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado en la provincia de Guantánamo, advirtió sobre el peligro que entraña la presencia y circulación de submarinos nucleares de las fuerzas armadas de Estados Unidos en la cercana región del Caribe.
Como se sabe, la base militar estadounidense ocupa ese territorio de 117 kilómetros cuadrados desde hace 121 años, en contra de la voluntad del pueblo cubano y como rezago colonial de la ilegítima ocupación militar de nuestro país iniciada en 1898, tras la intervención expansionista en la guerra de independencia de los cubanos contra el poder colonial español.
Se trata de un enclave que desde hace muchos años carece de importancia estratégica o militar para Estados Unidos.
Su permanencia solo responde al objetivo político de tratar de ultrajar los derechos soberanos de Cuba, en tanto la utilidad práctica de ese enclave en las últimas décadas se reduce a servir de centro de detención, tortura y violación sistemática de los derechos humanos de decenas de ciudadanos de diversos países.