Jorge Rachid
Ciudad de Buenos Aires, 27 de octubre de 2021
Cuando se abandonan los proyectos estratégicos, los pueblos suelen perder su soberanía y se comienzan a dar respuestas tácticas, reparadoras, que en general responden a una lucha y campo de disputa coyuntural en lo económico, que suele abandonar los ejes estratégicos prioritarios de construcción de los modelos solidarios, en pos de conceptos macro basados en los balances de cuentas antes que en la calidad de vida de los pueblos.
En general el campo de disputa se desarrolla en terreno enemigo, con una agenda que no refleja las prioridades nacionales y constituye uno de los instrumentos más importantes de la colonización del país en todos sus andariveles: culturales, económicos, institucionales y geopolíticos.
Esa dinámica en nuestro país se desarrolla desde hace cinco décadas en cuanto cultura dominante neoliberal, que cambió los paradigmas esenciales de la construcción de la conciencia nacional, forjada en generaciones de argentinos con sus claro oscuros de confrontaciones, disputas con ganadores y perdedores, pero en un ámbito nacional de concepción, es decir una historia nuestra, que fue amputada en su relato pero perteneciente aún con muletas a nuestro patrimonio cultural. En ese colonialismo neoliberal por lo contrario, busca borrar esa identidad, diluyendo la memoria, a partir de la naturalización de nuevas pautas culturales e institucionales, que llevan a la diáspora social a consecuencia del impacto del individualismo egoísta como forma de vida, que impacta en la conciencia colectiva del pueblo.
Así es que toda la construcción de los paradigmas solidarios de una sociedad con Justicia Social, que profundizó incluso los conceptos del Estado de Bienestar europeos de ambas pos guerras mundiales, al incorporar al pueblo como Comunidad Organizada en la gestión de la planificación estratégica de mano del peronismo, fue el blanco de los ataques permanentes por décadas por parte de los sectores de intereses concentrados que imponía el Imperio en su patio trasero.
Desde la Alianza para el Progreso de Kennedy al ALCA fueron los instrumentos desplegados por EEUU y el llamado Occidente ideológico para imponer «sus formas de vida» a los países periféricos, ya sea por presión internacional o dictaduras militares ante la rebelión de los pueblos, luchando ante la posibilidad efectiva de despojo de sus riquezas naturales, como efectivamente sucedió. Al decir de Eduardo Galeano «los países pobres son pobres, porque son ricos». En cada tiempo histórico en que un país latinoamericano inició un camino de Liberación fue sancionado, bloqueado, ocupado, sometido, colonizado por el estado gendarme del norte que se erigió en fuerza totalizadora ante la caída del Muro, que dio por terminada la guerra fría, que ahora intenta reflotar con China.
Por esa razón cuando hablamos de colonización no nos referimos a un tiempo pasado, por lo contrario es una realidad presente que de no reconocerse impide avanzar con futuro soberano de Patria y Pueblo. Es que la naturalización de los sistemas de sujeción y disciplinamiento social impuestos por esa nueva lógica de la Modernidad, nos lleva indefectiblemente al Mercado como discurso único e inamovible, aunque fue sacudida por la guerra Pandémica que jerarquizó los Estado Nacionales como planificadores estratégicos, conductores y financiadores de las políticas públicas, desplazando al Mercado darwiniano como ordenador social que imperó por décadas.
No es casual entonces que la lucha planteada hoy sea en términos de Patria o Colonia, como hace 70 años atrás desde la FORJA radical en adelante hasta la consolidación de un peronismo vivo filosóficamente, que sigue dando respuestas a las demandas de la hora actual y que se propone construir los nuevos modelos biocéntricos solidarios del siglo XXI.
Este peronismo siglo XXl choca con la reacción de un colonialismo vigente, concentrado en su ejercicio del poder y que intenta por todos los medios posibles terminar con la experiencia «populista» en el continente, ya que la expansión de la respuestas a los Pueblos implica la pérdida de su capacidad de saqueo, que vienen ejerciendo desde hace décadas y que han logrado naturalizar en el sentido común social, en su espacio simbólico como imposible de modificar.
Por esa razón la represión es el escalón último del ejercicio del poder, ante la posibilidad de la rebelión de los pueblos, ya que el problema que tiene el Imperio que dice defender la democracia, le coloca el límite, un bozal, que es democracia en tanto y en cuanto respete al Mercado, caso contrario: Bloqueo, operaciones mediáticas, inmovilización de fondos soberanos, lawfare, linchamientos mediáticos y judiciales, y de ser necesario golpe de estado tradicional como en Bolivia.
Frente a ésta descripción y conociendo la estrategia colonizadora del enemigo, se puede plantear desde el campo nacional y popular una política de Liberación nacional y Social, que aglutine la dispersión producida por la fragmentación del accionar dominante neoliberal, que desde la balcanización de América Latina del siglo XlX en adelante, empleó el mismo método de dominación a partir del cipayaje interno, la presión externa militar y política y una geopolítica de ocupación institucional.
Ese reconocimiento del enemigo es necesario a la hora de forjar políticas que lleven al planteo estratégico de Patria soberana, justa y libre, para poder implementar ejes políticos coyunturales, en el hoy, en la dirección correcta al objetivo estratégico del mañana, ya que no existe gestión sin ideología ni ideología sin gestión, o sea que en la combinación de ambas se encuentra la fórmula de la superación del sectarismo neoliberal que ha llevado a la fragmentación al campo popular.
Es entonces necesario construir una nueva épica de los tiempos, que nos convenza a nosotros mismos y podamos convencer en esa prédica constante, militante diaria de que hay un futuro de Patria Matria Grande, con identidad americana y memoria del pueblo, mucho más profunda que lo que se cree, basada en la recuperación de los valores que constituyen nuestra matriz como peronistas, que es el compromiso pleno con el Pueblo y con austeridad de vida a compartir como Comunidad Organizada, como plantea Francisco en su cruzada solitaria, en un mundo en crisis.
No serán las fórmulas macro económicas las que den respuestas a estos tiempos, sino que la economía debe subordinarse a la política, que el enemigo intenta borrar la historia prometiendo futuro, porque nunca pudo construir un pasado mostrable. Nosotros desde el Movimiento Nacional y Popular debemos seguir sumando actores, sin dejar de convocar a ningún sector del movimiento obrero, de los movimientos sociales, de las agrupaciones políticas, de los partidos aliados, de las organizaciones de DDHH y libres del Pueblo a la hora del ejercicio del poder real, en el cual la capacidad de lucha se verifica por los ideales que sean puestos, planteados como objetivos a construir, no sean sólo demandas tácticas que terminan siendo parches de la historia de un colonialismo de larga data que impregna lo nacional y regional.