Andrés Solíz Rada
En marzo de 1996, fue editado el “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”, prologado y orientado por Mario Vargas Llosa (MVLL), y suscrito por Plinio Apuleyo, Alberto Montaner y su hijo Alvaro, en el que sostienen que “el mercado es la única justicia económica posible. Todo lo demás, como dicen los argentinos, es verso. Pura cháchara de la izquierda ignorante”. En abril de 2007, los mismos personajes difunden “El Regreso del Idiota”, frase dirigida al presidente de Venezuela. Denuncian, además, la presencia de una “izquierda carnívora” (Castro, Chávez y Evo Morales), de otra “vegetariana” (Lula y Bachelet) y de una intermedia (Correa, los Kirchner y Ortega).
MVLL califica al libro “Las Venas Abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, de la “Biblia de los idiotas”, para luego mostrar los errores, contradicciones y falencias en los textos de Fidel, el “Ché”, Fanon, Harnecker, Dorfam, Cardoso, Faleto y Gustavo Gutiérrez. ¿Por qué MVLL considera que el libro de Galeano es el más dañino de todos? Sencillamente, por que “Las Venas…” no prioriza ninguna táctica antiimperialista, pero destaca que el desarrollo de nuestros países está bloqueado por la dominación imperialista. En consecuencia, es un llamado a enfrentar al capital financiero, sus transnacionales y sus organismos internacionales.
Este punto de ruptura emerge cuando “El Manual…” considera que el Imperialismo es cosa del pasado. Estas sus palabras: “¿Hubo despojos en la era colonial e injusticias imperialistas en la República? Si, los hubo, pero esos hechos tienen tan poca relación con nuestra condición actual de países subdesarrollados, como la que tienen nuestros intelectuales con el sentido común”. Si lo anterior es cierto, ¿cómo explicar, a modo de ejemplo, que el Tratado de Lisboa, firmado por la Unión Europea, y su nueva Constitución Política, vigente desde el 2009, respalden las posesiones de ultramar de las viejas potencias, así como el ilegal dominio inglés (condenado por la ONU), no sólo de las Malvinas, las Georgias y Sandwinch del Sur, sino su decisión de proclamar la vigencia de las 200 millas de mar territorial, a partir de esas islas, para apropiarse de la Antártida? Por de pronto, Inglaterra ya incrementó su presencia militar, la pesca y las exploraciones petroleras en esa zona marítima.
No estamos hablando, por tanto, de genocidios y saqueos en los Siglo XIX y XX, sino de los designios imperiales del Siglo XXI, basados en el pretexto del libre mercado y la codicia desenfrenada, que han colocado a la humanidad al borde de conflagraciones nucleares y pone en riesgo la vida humana sobre la tierra con la contaminación ambiental. El afamado novelista no es un defensor de la libertad y la democracia, como él cree. Es un abogado de los banqueros y de despiadadas agresiones militares, como las sufridas por Irán y Afganistán, o las que se preparan sobre Irán y Corea del Norte. Como contraparte, sería ingenuo no admitir sus críticas a demenciales regímenes autoritarios, como el estalinismo, el hitlerismo, el fascismo o el polpotianismo de Camboya. Si la codicia del mercado causa catástrofes sociales, en especial en África y América Latina, también las provoca la búsqueda enceguecida del poder, el que debe ser contenido con la vigencia de derechos humanos y la vigilancia de opinión pública.
MVLL critica el título del libro de Galeano de esta manera: “La incontenible hemorragia del título (“Las Venas…”) comienza por arrastrar la sobriedad que el tema requiere”. ¿Cómo después de esta crítica pudo bautizar a su propio libro como “El manual del perfecto idiota latinoamericano”? ¿Esa sobriedad era innecesaria al exponer sus objeciones? La verdad es que sólo un idiota podría no advertir la contradicción en que incurre.
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