Enoc Sánchez
Hace años escribí «Antología de la estupidez» en la que resalto que la estolidez es la epidemia que ataca a la humanidad desde hace centurias y lamentablemente no ha sido superada. Consecuencia de tal comportamiento, por siglos, el mundo presenta un deterioro, un caos que pareciera indetenible y cada día se acentúa más y más. Esto tiene una razón, tal conducta es el sustento para que se mantengan en vigencia las grandes mentiras de la humanidad. Estos embustes permiten, a quienes maquinan tales falsedades, manipular a laspersonas para adueñarse de las riquezas del planeta. Las tres grandes mentiras inventadas por los malos son la familia, la religión y la patria, amparadas tales ardides en el amor filial, el amor a Dios y el amor a la patria, que como se verá, no son más que inventos de unos pocos para dominar a muchos.
El origen de la familia, no es el amor, más bien es una razón de tipo económico. Cuando los seres humanos, durante la prehistoria, se dedicaban a la caza le era imprescindible un compañero para que los ayudara a buscar y matar la presa, por lo general de gran tamaño. Por esto era importante que sus herederos fueran varones dado que las hembras no eran propias para estas tareas. Cuando lo humanos se hicieron pastores y pasado el tiempo agricultor, tal condición no cambió en nada. Era necesario el hijo de varón para que ayudara al padre a las labores de pastoreo y al hortelano, en la siembra y recolección del producto proveniente de la tierra. En ese tiempo todo giraba en la manutención de la familia, pero cuando se inventó el trueque, comienza la labor comercial y el hijo era necesario para el transporte de la mercadería. Para ese tiempo el amor no se había inventado, porque, aunque no lo crea el amor es una invención burguesa.
El concepto comercial de la familia se mantuvo y se mantiene, tanto en la Edad Media, durante la Reforma, la contra reforma, la edad moderna, hasta en la época tecnológica de nuestros días. Consecuencia de esto se crearon las estirpes o dinastías, tales criterios aparecen durante las monarquías e imperios. En Europa la historia nos revela apellidos como Borbón, Orsini, Windsor, Rothschild, Orange, Estuardo, Hannover, Tudor, Saboya, Valois, Bonaparte, Anjou, Hohenstaufen, entre tantas. Así mismo puedo referirme a las dinastías orientales como Xia, Shang, Zhou, Meiji, Tokugawa, Yamato y podemos enumerar otras, sobre todo, donde existieron imperios y reinos. Ciertamente, tales dinastías o estirpes eran verdaderas casas comerciales, que en el caso de los reinos o imperios las familias casaban sus hijos para aumentar el poderío de dos feudos, o de dos ducados o de dos marquesados. Hoy por hoy aquellas monarquías caducas han desaparecido y surgieron los capitalistas, los empresarios de las grandes corporaciones. En este caso, los dueños de compañías casan a sus hijos entre ellos para aumentar la influencia de sus empresas en el mercado nacional e internacional. Aparece así el romanticismo y con esto el amor en todas sus modalidades. Fue un movimiento surgido en el Reino Unido y en Alemania a finales del siglo XVIII como una reacción al a la ilustración y al neoclasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos en contra del materialismo. Para esto los grandes poderes económicos de la época utilizaron toda su energía y dinero para incorporar tal movimiento a la cultura de la época. Para esto utilizaron la literatura, la poesía, la música y la pintura que sirvieron para convertir a una gran mayoría en verdaderos románticos. Para esto fue necesario inventar el amor en sus diversas manifestaciones, entre estos, el amor filial. Aquella relación familiar mercantilizada y de razón de estado entre las grandes familias aristócratas, comenzó a cambiar vinculando la parentela mediante un invento abstracto llamado amor.
Aquella relación de parientes para aumentar las propiedades, para perpetuar un negocio familiar en el caso de los artesanos, para aumentar las cabezas de ganado o para extender la productividad de una tierra, luego se convirtió en amor filial. Pero este amor filial en la época moderna no está plenamente definido. Aquel hijo o hijos que contribuían a extender el patrimonio familiar, hoy se convirtió en un elemento de consumo sin ningún tipo de productividad. El ideal moderno de los padres, sobre todo en la clase media, es que los hijos estudien, se gradúen en la universidad, para pagarle el posgrado y el doctorado. Simplemente este amor filial no es más que un objeto de consumo sin ningún tipo de rendimiento. Y en el peor de los casos, los hijos, cuando los hijos ven a sus padres viejos y achacosos los abandonan en espera de la herencia, si hay algo que heredar.
De la mentira de la religión me he referido muchas veces. Los feligreses de los diferentes dogmas no advierten que la religión es el mejor negocio del mundo. Convirtieron a Dios en una franquicia bajo la gran mentira del amor a Dios. Si se revisa los anales de la historia se advertirá que los libros sagrados aparecen múltiples dioses en todas las épocas y a lo largo de toda la geografía del planeta, a esto se debe agregar los mártires, los profetas, los santos, las santas, las vírgenes, los ángeles, los serafines, los beatos, los budas, los brahmanes en fin una cantidad de divinidades sacras que por desgracia nunca han resuelto nada. Todavía existen las miserias humanas, el hambre de millones de seres humanos, las guerras inhumanas, las tormentas, los huracanes, la maldad de la gente, las epidemias, los volcanes, entre tantos fenómenos naturales o no, que durante toda la existencia de la humanidad ha sido asolada y los dioses, permanecen impertérritos. Paralelamente a esta inactividad de los dioses se observan en las grandes metrópolis ostentosos templos, lujosas mezquitas, suntuosas sinagogas, así mismo, inmensos tesoros encerrados dentro de dichos suntuarios, además, grandes inversiones en los mercados bursátiles pertenecientes a las estructuras financieras de los jerarcas de las diversas iglesias. La Iglesia Católica Apostólica Romana se enriqueció despojando de sus posesiones a los condenados por la Inquisición, vendiendo indulgencia a cambio de un pasaporte para el cielo, mediante el trabajo esclavo de los siervos dado que esta iglesia fue uno de las grades latifundistas, vendiendo cargos en el Vaticanos, invirtiendo en los negocios de la bolsa, lavando dinero sucio, firmando concordatos con gobiernos fascistas, metiendo mentiras sobre las reliquias depositada en los templos para cautivar peregrinos…En fin, estamos en presencia de iglesias que no poseen fábricas ni negocios visibles, pero son dueñas de grandes fortunas, acaparan suntuosos tesoros y son propietarias de enormes valores bursátiles.
La patria fue otro invento de los malos para cautivar pendejos. En la época antigua no existían naciones, tampoco repúblicas y mucho menos estados. Había numerosos y pequeños reinos repartidos por toda Europa, divididos en ducados, marquesados, principados, regiones condales, que se unía en oportunidades para prestar servicio a un rey. Este era quien necesitaba caballeros para hacer la guerra, robarles las tierras a los campesinos y cobrar tributos. Por lo general estos reyes no tenían tropa, utilizaba mercenarios para hacer la guerra, los más famosos eran los condotieros (italianos) y los lasquenetes (alemanes). Tales servicios eran muy costosos y era necesario buscar soldados para hacer la conflagración a bajo costo. Es decir, se hizo presente la razón comercial. Surgieron algunos avispados (ente estos Maquiavelo) y se les ocurrió una idea: era preciso reunir varios feudos e inventar una nación o estado y buscar soldados para inculcarle en el cerebro el concepto de algo abstracto llamado «patria» y para esto era necesario encontrar un vínculo que los identificara con el sitio donde había nacido. Aparece así el «amor a la patria», una razón porque luchar y un motivo porque morir. A estos soldados se le pagaba un salario bajo, comparado con el de los mercenarios y los reyes se ahorraban buen dinero. A partir de este gran invento los dueños del poder tenían soldados que lucharan y murieran por la patria, es decir, por sus intereses. Paralelo a esto se inventan bandera para que el soldado la bese y luche poresta, así mismo, le paga a un poeta o compositor para que invente un himno donde esté presente la muerte por la patria, con la certeza que el autor de tal canto nunca agarró ni una espada, tampoco una lanza, mucho menos un fúsil para enfrentar a un enemigo. Cuando regresaban de la guerra aquellos soldados, con un brazo menos, una pierna menos, un ojo menos…exhibía en su pecho una brillante medalla que les recordaba el papel de pendejo que hicieron en el campo de batalla.
La historia es cruel, muchas son las familias que se han separado peleando por razones económicos, detrás de las religiones se escoden cruentas batallas donde murieron, a través de los siglos, millones se seres humanos quienes lucharon por un Dios que nunca vieron y que nunca observarán, así mismo, por un dogma que no entendían y que nadie tiene explicación de sus misterios. De igual modo, los soldados morirán peleando, no para defender la patria, sino por algo que ellos nunca tendrán, como libertad y ni tampoco estarán al tanto de los intereses económicos de las grandes empresas, que, en verdad, es la razón por las que están combatiendo. Los que regresen, si es que retornan de la guerra, llegarán enfermos, algunos mutilados recibiendo una pensión y otros en una silla de ruedas exhibiendo un esplendente medallón como símbolo de un heroísmo que le costó un órgano de su anatomía o su salud mental.
Sobre aquellas mentiras se edificó el mundo, lamentablemente la estupidez de la gente le impide mirar más allá de sus narices. Nunca lograrán entender que la familia se deberá edificar sobre un interés que los beneficie a todos, que ninguna religión es buena porque subsiste por la mentira y que la única nacionalidad es la planetaria. Es el lugar que nos acoge el que debemos preservar, así salvaguardamos la patria y esta conservación se hace extensivo al planeta. Los que mandan a luchar a morir por la patria lo que hacen es enviar a los jóvenes hacia una muerte segura en defensa de los intereses de poderosos grupos económicos