Pedro Echeverría

Lo que hagamos en México, Latinoamérica es insignificante ante los grandes países que deciden

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1. La primera guerra mundial dio lugar a la revolución rusa; la segunda guerra produjo que una docena de países y en China una revolución, tomaran un camino distinto. Esas guerras mundiales, que fueron confrontaciones violentas entre los más poderosos países capitalistas que peleaban mercados y el dominio universal, ayudaron al nacimiento de sistemas económicos y políticas distintos. Apareció en Rusia, China y en muchos países la idea de que «el socialismo y, más adelante, la igualdad sí eran posible»; aunque el químico Linus Pauling –Novel de la paz en 1962- señaló entonces que no podría haber una tercera guerra mundial porque el avance de las armas nucleares a nivel mundial, llevaría a la muerte de todos.

2. Lo importante para mí es apuntar a los países que encabezaron destacadamente esas guerras porque me parece que son los mismos países que hoy se enfrentan entre sí y están decidiendo –así: decidiendo- el rumbo del mundo. Los demás países, sean de desarrollo medio y subdesarrollados, como en 1914 o 1939 casi no contamos en nada y parece que «las masas», menos. México, América Latina, Asia, África, Oceanía, seguirán contando muy poco, en medio de lo que siguen significando las grandes potencias como EEUU, China, Rusia, Alemania, Inglaterra, Japón y la fuerte irrupción de países árabes como Irán. México, Venezuela, Nicaragua, y sus problemitas muy internos, nunca han importado en el mundo.

3. En las últimas semanas de diciembre, mediante lecturas, reflexión sobre experiencias, muchos videos, he llegado a la convicción, que lo que sucede en política en México, Venezuela, Bolivia, Argentina o Brasil, son pequeñas, casi insignificantes, problemas que vistos con frialdad, tienen poca importancia en el contexto internacional. Los problemas que se observan en Latinoamérica son muy locales y la participación de la gente exigiendo soluciones concretas se reduce a sus poquísimos, muy locales, interesados. Incluso las batallas de los maestros de la CNTE en México –las más importantes de los últimos 20 años- , las protestas por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa o las marchas de las feministas, son domésticos.

4. ¿A dónde he llegado en mis indagaciones? A la idea que la verdadera y única batalla importante por dominar el mundo sigue planteándose entre EEUU, China, Rusia, Alemania, Irán. Que las confrontaciones y acuerdos económicos y diplomáticos entre esos países son los que determinan la política mundial. He estado leyendo acerca de la Rusia de Putin, la China de Jim Ping, los EEUU en este cambio de gobierno, así como acerca de los gobiernos de Europa; al mismo tiempo he escuchado varias mesas redondas de análisis que me llevan a concluir que lo que sucede en política y economía en 170 países de la ONU tienen escasa importancia si lo comparamos con la competencia muchas veces abierta, pero también cerrada en varias ocasiones, de las activas naciones poderosas.

5. Alguien me ha dicho: «No por mucho madrugar amanece más temprano» o «no hay que pedir peras al olmo», esto es no hay que desesperarse por algo que no da porque sus condiciones no responden. Por ello en 1962 alguien en la facultad de ciencias políticas de la UNAM me dijo al respecto de las poderosas batallas de los negros en los EEUU contra sus opresores yanquis: «Si logramos destruir el imperio estadounidense, todos los burgueses que gobiernan en el mundo se vendrían abajo; por ello hay que ayudar al pueblo de los EEUU en sus luchas contra su gobierno. Pienso que hay que seguir alentando esa guerra política, económica y diplomática entre potencias en la que el dominio de los EEUU –ese criminal imperio- parece el más viejo, cansado y en retiro.