Los esfuerzos de muchos investigadores y empresas farmacéuticas del mundo están centrados en encontrar una vacuna frente a la COVID-19 para frenar la pandemia. Es probable que las primeras dosis estén listas a finales de 2020 o principios de 2021. No obstante, una vez que las vacunas estén fabricadas pueden aparecer otros problemas relacionados con la distribución de las dosis, ya que deben permanecer a muy bajas temperaturas.

Según explica el medio Quartz, la vacuna para el coronavirus creada por Pfizer y BioNTech –una de las más avanzadas en EEUU– tiene que ser almacenada a -70 º Celsius, una temperatura que muy pocos congeladores alcanzan. Según explica al medio Somi Saha, farmacéutica de la empresa Premier: «No hay precedente de vacunas que tengan que ser almacenadas a tan baja temperatura». La mayoría de las vacunas son transportadas en una cadena de frío de entre 2º y 8ºC, mientras que las más raras requieren temperaturas de -25ºC.

Los pocos congeladores que pueden alcanzar los -70ºC, según Saha, son normalmente congeladores de laboratorio, que tienen requisitos normativos muy diferentes a los congeladores de farmacia. Como consecuencia, los estados están supervisando sus redes para encontrar dónde están los congeladores que alcanzan estas bajas temperaturas, según indica Julie Swann, cabeza del departamento de ingeniería industrial y sistemas en la Universidad Estatal de North Carolina.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC) han indicado a los estados que no inviertan todavía en ultracongeladores, pues aún hay mucho desconocimiento sobre cuándo estará lista la vacuna de Pfizer y cómo se transportará. No obstante, Swann considera que, si ella fuese el estado, compraría unos pocos.

Este no es el único problema para la distribución de la vacuna de Pfizer. La compañía ha creado contenedores que podrían guardar entre 1.000 y 5.000 dosis a -75ºC durante 10 días con hielo seco. Una vez que las vacunas se hayan descongelado, pueden ser guardadas en un frigorífico cinco días. El problema, según explica Saha, es que si el producto sólo permanece en buen estado durante 10 días y se tarda dos o tres en llegar a una comunidad rural, se ha perdido el 30% del tiempo en el que el producto es viable.

El plan final de distribución estará inevitablemente restringido por la localización de los congeladores médicos. Según indica Quartz, el envío de miles de vacunas al mismo tiempo funciona para clínicas de vacunación masiva, pero los requerimientos de la vacuna de Pfizer hacen más complicada su distribución en áreas rurales, donde puede que no haya 1.000 personas para recibir la vacuna en ese corto espacio de tiempo.

Por su parte, el medio The Conversation también recoge la importancia de que las vacunas se mantengan a una determinada temperatura para que no se estropeen. Según este medio, la vacuna del coronavirus (que tendrá que llegar a millones de personas en todo el mundo) necesita una compleja cadena de frío a gran escala. Especialmente teniendo en cuenta las bajas temperaturas a las que tienen que almacenarse las vacunas de Pfizer y Moderna (esta última tiene que guardarse a -20º C).

Según un estudio de 2019, aproximadamente el 25% de las vacunas llegan degradadas a su destino. Si esto se detecta, las vacunas tienen que ser tiradas. La profesora de Gestión de Operaciones de la Universidad de Massachusetts Anna Nagurney –autora del artículo– explica que, dado que se necesitan billones de dosis para esta pandemia, una tasa alta de desecho podría causar una gran pérdida financiera y un retraso importante en las vacunaciones, lo que acarrearía más muertes y un confinamiento más largo.

Según recoge The Conversation, los expertos esperan que en 2021 se produzcan alrededor de 9 billones de vacunas contra el coronavirus y la cadena de frío deberá soportar este gran incremento en el número de vacunas que se distribuyen ya cada año.

La cadena de frío necesitará avisones, camiones y almacenes fríos. Para organizar la distribución y solucionar los problemas, según Nagurney, será necesario primero saber qué vacuna se aprobará primero (pues cada una requiere una temperatura diferente), dónde se fabrica y la frecuencia con la que habrá que hacer las entregas (lo que dependerá de la capacidad de refrigeración de los centros sanitarios, entre otros factores).

Teniendo en cuenta las temperaturas exigidas por estas vacunas, se necesitará equipamiento especial. Algunas grandes compañías logísticas como UPS y DHL ya están invirtiendo en instalaciones para la gesitón de la cadena de frío. Por ejemplo, UPS ya está añadiendo granjas con 600 congeladores capaces de llegar a -80ºC en Louisville y Países Bajos. Cada congelador podrá guardar 48.000 viales de la vacuna. Instalar estos congeladores no es posible en muchos lugares, por lo que hay que desarrollar procedimientos que permitan que la vacuna llegue estable a otras áreas.