El Tiempo
Hay almas que nacieron para ser gemelas, incluso en la eternidad. No es una figura literaria de las tantas que usó Gabriel García Márquez en sus libros, es su historia de amor con Mercedes Barcha. Desde este sábado, Mercedes y Gabo se reunieron de nuevo. A los 87 años, el amor eterno del literato colombiano falleció en su residencia en Ciudad de México por complicaciones respiratorias.
Gabo contó alguna vez que desde que la conoció, cuando era un niño, supo
que ella sería su esposa y que le propuso matrimonio cuando apenas
tenía 13 años. Sin embargo, por situaciones de la vida de ambos,
tuvieron que pasar muchos años antes de que Mercedes le diera el ‘sí’,
el 21 de marzo de 1958, a las 11 de la mañana en la iglesia del Perpetuo
Socorro, de Barranquilla.
Dice el escritor Dasso Saldívar que se casaron «un viernes (…), cuatro
años después de haberse prometido en matrimonio y tras trece de haber
estado atizando un noviazgo a fuego lento, sin prisas y sin pausas».
La pareja tuvo dos hijos: Gonzalo, de 56 años, diseñador gráfico y
experto en fuentes tipográficas; y Rodrigo, de 60, director y productor
de cine y televisión. Gabo y Mercedes permanecieron juntos hasta el día
de la muerte del nobel de literatura, el 17 de abril del 2014.
Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha, en una foto del 2007, a su llegada a Aracataca en tren desde Santa Marta. Foto: AFP
«Ella jugó el papel de la Beatriz de Dante, solo que Gabo logró casarse
con su Beatriz y vivir más de 50 años a su lado. Él ya era un genio
cuando se casaron, pero sin Mercedes no habría logrado hacer todo lo que
después consiguió en la literatura y en la vida», le comentó a este
diario el escritor inglés Gerald Martin, autor de la biografía Gabriel
García Márquez: una vida.
‘La Gaba’ –como llamaban cariñosamente a Mercedes– fue el polo a
tierra del escritor cataquero, su soporte invaluable y su compañera de
sueños en esos viajes macondianos que Gabo plasmó en el papel.
Mercedes Raquel Barcha Pardo nació en Magangué (Bolívar) el 6 de
noviembre de 1932. Se crió en el municipio ribereño del Magdalena, pero
años más tarde se fue con su familia a vivir a Sucre y luego a
Barranquilla.
Al igual que Gabo –cuenta Martin en su biografía–, fue la primogénita de los seis hijos que tuvo Raquel Pardo López, descendiente de una familia de ganaderos, y el farmaceuta Demetrio Barcha Velilla, cuyos ancestros fueron emigrantes que provenían de Oriente Medio.«De allí es de suponer la ‘sigilosa belleza de una serpiente del Nilo’, de Mercedes», anota Martin, al aludir a la manera como Gabo describe a ‘Mercedes, la boticaria’ en Cien años de soledad: «La mujer sigilosa y silenciosa, de cuello esbelto y ojos adormecidos».
Una mujer con autoridad
De hecho, sus rasgos elegantes y su cuello alargado motivaron a Gabo
para bautizar con el nombre de ‘La jirafa’ su primera columna en el
diario El Heraldo, a comienzos de los años 50.
En el libro de Martin se recrean escenas de la infancia de Mercedes: «En
aquella época, ayudaba ya en la farmacia de la familia, y los niños
García Márquez a menudo la veían cuando iban a hacerle recados a su
padre. Todos ellos advirtieron, entonces y más adelante, que Mercedes
tenía un fuerte concepto de sí misma y que ejercía una autoridad
sosegada».
Nunca fue amiga de las entrevistas y fueron pocas las que dio en su
vida. Desde siempre fue callada, proyectando la imagen de una mujer
tímida. Aunque, cuando ganaba confianza, explotaba esa personalidad
caribe que llevaba dentro.
En la intimidad de sus amigos y su familia, Mercedes dejaba aflorar por completo esa otra faceta alegre y rumbera.
«Mercedes es una maravillosa madre de sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, y
una abuela generosísima. Pero, además, es la mejor amiga de sus amigos y
la más desprendida de los objetos materiales. Feliz regala los zapatos
que solo usó dos veces, porque es, ante todo, una recicladora de
cariño», anotaba Rodrigo Castaño cuando ‘la Gaba’ cumplió sus 80 años.
Mercedes disfrutaba de la buena mesa y de los vinos. Fumaba, le
encantaba vivir al tanto de lo que sucedía en Colombia y era una lectora
consumada. De hecho, Gabo siempre encontró en ella a la primera crítica
de su obra.
«Yo destacaría su inteligencia, la discreción, la elegancia, la
dignidad, y –muy importante para Gabo, me imagino– que ha sabido seguir
siendo la niña que él conoció cuando tenía apenas 9 años», reconocía
Martin en la misma charla.
Para muchos, Mercedes fue la esposa perfecta de Gabo. En palabras del
fallecido Álvaro Castaño Castillo –quien fuera junto con su esposa,
Gloria Valencia, gran amigo del literato y su familia–, «siempre supo
anticiparse a complacer a Gabo con la palabra, con el pensamiento, con
la conducta y con el silencio, sobre todo. Es una mujer enormemente
discreta. Ha sabido desaparecer a tiempo para que Gabo se proyecte en su
verdadera dimensión. Ella mide cuidadosamente la distancia, no ocupa
posiciones que no le corresponden. Yo la he admirado siempre por eso».
Era la mejor amiga de sus amigos y la más desprendida de los objetos materiales. Feliz regalaba los zapatos que solo usó dos veces, porque era, ante todo, una recicladora de cariño
Cuando iba a salir Cien años de soledad, Gabo fue invitado por el Ministerio de Asuntos Exteriores mexicano a dar una charla. En lugar de eso, leyó un fragmento. «Cuando terminé y bajé del escenario, la primera persona que me abrazó fue Mercedes, con una cara –yo tengo la impresión de que desde que me casé, ese es el único día en que me di cuenta de que Mercedes me quería– porque me miró ¡con una cara!… Ella tenía por lo menos un año de estar llevando los recursos de la casa para que yo pudiera escribir, y el día de la lectura la expresión en su rostro me dio la gran seguridad de que el libro iba por donde tenía que ir», le comentó Gabo a su amiga la escritora mexicana Elena Poniatowska.Esa anécdota refleja con detalla cómo era Mercedes, la mujer de sonrisa amplia que amaba celebrar su cumpleaños, y Gabo lo sabía. Cada noviembre, una fiesta sorpresa o una parranda vallenata eran el mejor regalo.
La carroza fúnebre en el domicilio donde vivía Mercedes Barcha, en Ciudad de México. Foto: Efe
En un extenso perfil que Héctor Feliciano escribió para Bocas, después
de varios encuentros con Gabo y Mercedes en Ciudad de México y
Cartagena, ella resumía cómo había sido su vida con Gabo: «Sin pleitos.
Como que se ha hecho muy corta. Porque, oye, 52 años son 52 años. Vivida
tranquila. Cómo se pasó todo tan rápido».
Por el momento, la familia no ha informado qué sucederá con los restos de Mercedes Barcha.