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El presidente de EE.UU., Donald Trump, habría sugerido a sus asesores realizar un bloqueo naval de las costas en frente de Venezuela, que tiene salida al océano Atlántico y al Mar Caribe, para evitar la entrada y salida de bienes.
El país suramericano posee frontera marítima con EE.UU., a través de la Isla de Aves (‘zona económica exclusiva’ ubicada en el Mar Caribe), que mantiene cercanía con Puerto Rico y las Islas Vírgenes, ambos territorios estadounidenses.
El Pentágono, según el portal Axios, pareciera no haberse tomado en serio esta idea, a la que considera «descabellada», por ser «poco práctica», sin base legal y por pensar que absorbería importantes recursos de la Marina, que ya realiza acciones contra China e Irán.
La publicación de esta información coincide con la realización de una serie de ejercicios militares, organizados anualmente por EE.UU., y que forman parte del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), al que Venezuela denunció desde 2012 pero al que fue reincorporada ilegalmente, en días pasados, por Asamblea Nacional (AN), de mayoría opositora.
¿Hay peligro o no?
Adrián Zelaya, presidente de la consultora Ekai Center, explica que, si
bien estos simulacros navales se realizan desde 1960, hay que analizar
el contexto «peligroso» en el que se llevan a cabo, debido a que se
realizan entre países aliados de EE.UU. y «posibles enemigos» de
Venezuela.
«Estamos en una situación en la que cualquier gesto, algo inusual, algo
distinto pudiera ser indicio de avanzar en la dirección», planteada por
el mandatario estadounidense, de usar las «vías navales para un bloqueo
marítimo».
Con esas palabras del presidente de EE.UU., analiza Zelaya, «nos estamos
moviendo en un conjunto de simulacros, de amenazas y de presunciones de
poco contenido, que no pueden ir mucho más allá del ataque a la
economía y la estabilidad de Venezuela».
Al ser consultado sobre la influencia de EE.UU. en la región y el papel
de China, asevera que lo que ocurre en Venezuela y otros países
latinoamericanos, que han «escapado de la órbita de la hegemonía»
estadounidense, «plantea una dialéctica totalmente nueva».
En opinión Zelaya, EE.UU. sabe que China y Rusia apoyan a Venezuela y a
otros países, y por ello adopta medidas concretas en contra de ellos.
Sin embargo, «militarmente tiene obstáculos de fondo que no va a poder
sobrepasar», y por esa razón «continuamente da marcha atrás de esos
intentos de desestabilización».
En su análisis concluye que el contexto geopolítico «ha cambiado
radicalmente en Latinoamérica» y los movimientos que allí ocurran serán
coherentes con este.
TIAR y OEA
Si bien estas maniobras militares se realizan cada año, en esta ocasión
coinciden con la reciente aparición de Venezuela en la lista de países
que pertenecen al TIAR, según Gustavo Marcano, nombrado por el diputado
opositor Juan Guaidó como «ministro consejero de la Embajada de
Venezuela en EE.UU.».
La directiva de la AN decidió «reincorporar» al país suramericano al
TIAR. El Ejecutivo catalogó esta decisión como un «acto hostil a la
soberanía nacional y una agresión al territorio». Por su parte, el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) declaró la adhesión como
improcedente.
El TIAR es un tratado firmado en Río de Janeiro, en septiembre de 1947,
para la defensa mutua interamericana entre los estados miembros de la
Organización de Estados Americanos (OEA), que permitiría atender de
manera conjunta la agresión a un país por una nación extranjera, acción
que sería considerada como un ataque contra todos los estados
americanos.
Venezuela denunció al TIAR en 2012 debido a su desacuerdo con el
funcionamiento de la OEA —bloque al que no pertenece formalmente desde
abril de este año—, señalado en esa oportunidad por Caracas de ser un
instrumento de poder de Washington contra el país suramericano y los
miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA).
‘Operación UNITAS’
Entre el 19 y 30 de agosto, la Marina de Brasil lleva a cabo la edición
número 60 de la ‘Operación UNITAS’, realizada en la isla de Marambaia,
en Río de Janeiro, y organizada por EE.UU., que incluye ejercicios
aéreos y marítimos donde participan también Argentina, Chile, Colombia,
Ecuador, EE.UU., México, Panamá, Paraguay, Perú, Namibia y el Reino
Unido. Japón y Portugal actúan como observadores, y Venezuela y Uruguay
no forman parte.
El despliegue logístico está compuesto por 14 embarcaciones, un submarino de ala fija, tres aviones, dos helicópteros.
El escenario ficticio de este año es un país devastado por un huracán y
un terremoto donde los habitantes se han quedado sin viviendas, sin agua
potable, sin alimentos y sin servicios.
Esta operación consta de dos etapas:
- Anfibia: que incluye una simulación de ayuda humanitaria.
- Marítima: para afianzar la amistad entre las armadas participantes y para aumentar la interoperabilidad individual de cada uno de los países participantes, según los organizadores.