Por Édgar Garduño
¿La salud está en venta? Sí, en el sistema capitalista, un sistema regido por el enfoque mercantil, donde su alma y principal motor es la mercancía y la compraventa por sobre todas las cosas, la salud es un negocio redituable que, al igual que cualquier industria, necesita vender para reproducirse, para seguir funcionando; el bienestar social es lo de menos.
Las propias condiciones sociales que genera este sistema, un sistema llamado de forma suave como “libre mercado” o “libre empresa”, relegan y sacan del camino de una vida digna, sin piedad alguna, a quienes están en la base de la estructura económica; las masas explotadas, los desposeídos, los pobres, la clase trabajadora; de acuerdo con la OXFAM, en todo el mundo 10 mil personas mueren al día por no poder costear atención medica.
Especialistas en materia de salud como Joan Benach, Juan Manuel Pericàs y Eliana Martínez-Herrera hablan con claridad del asunto en turno y señalan con agudeza que actualmente la salud de cualquier individuo no puede entenderse sin las consecuencias que, económica y socialmente desata el capitalismo.
En el panorama nacional, sólo para contextualizar la relación industria=salud, cifras publicadas por El Economista, detallan que “El mercado farmacéutico mexicano está entre los primeros 15 del mundo, y es el segundo de América Latina, genera impacto directo en 161 ramas de la actividad económica y las empresas farmacéuticas en México generan cerca de 74 mil empleos directos”, en contraste con este flamante mercado posicionado a nivel mundial, nuestro país se ubica como una de las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que menos destina a la salud pública, apenas el 2.7 del Producto Interno Bruto.
Está salud financiera de la industria farmacéutica nacional, no es un buen indicador desde el punto de vista social, pues habla de que hay un gran mercado de enfermos que necesitan medicamentos para sobrevivir y el estado no se los brinda. Números de la Organización Mundial de la Salud, exponen que en México 8.7 millones de personas sufren diabetes; hoy en nuestro país, según Instituto Nacional de Cancerología, 14 de cada 100 muertes son a causa del cáncer y por si fuera poco la Comisión Nacional de Derechos Humanos asegura que 40 millones de mexicanos no tienen acceso a servicios de seguridad y salud.
Así, incrustados en el capitalismo como un sistema que todo lo permea con su núcleo mercantil, el bienestar social y la salud no son prioridad ni en México ni el mundo a menos que haya ganancia de por medio para los dueños de la salud, de la industria. El neoliberalismo trabaja a marchas forzadas con objetivos claros: aumentar el poder de las empresas, reducir impuestos a la gran industria y privatizar los servicios públicos.
Ahí, justamente es donde encaja con solidez la propuesta de nación Antorcha como una solución real que, por su carácter profundo, de cambios directos en la economía y en la visión social, incluye sin duda alguna un mejoramiento en la salud de los mexicanos ¿Cómo? Arrancando de tajo, sin dudas, el control de la economía a la industria, haciéndolos que paguen impuestos de manera justa, redireccionando el objetivo del gasto social hacia los que menos tienen, (lo que implica mayor inversión en salud publica) trabajo y salarios bien remunerados que aumentarían el poder adquisitivo de la clase trabajadora y por ende su acceso a la salud.
Hoy, ser pobre significa vivir menos; enfermarse y salir avante es un lujo que pocos pueden darse.